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Roberto Matta Echaurren nació en Santiago de Chile el 11 de noviembre
de 1911 y murió en Civitavecchia, Italia, el 23 de noviembre de 2002.
Arquitecto chileno, humanista, pintor y poeta, considerado el último re-
presentante del surrealismo.
Estudió arquitectura en la Universidad Católica de Chile y paralelamente
asistió a la Escuela de Bellas Artes. Se recibió de arquitecto en 1933 y viajó
a Europa.
En París trabajó en el taller de Le Corbusier. En Europa, como pintor, co-
noció y se relacionó con André Breton, Salvador Dalí, Arshile Gorky y René
Magritte. Fue André Breton -padre el movimiento surrealista- quien lo in-
trodujo en el círculo de los surrealistas. Luego en Nueva York, expuso con
Picasso, Matisse y Leger. Ya reconocido internacionalmente, volvió a Euro-
pa y se estableció en Italia.
Matta es considerado uno de los grandes representantes del surrealismo, y
su obra se caracteriza por la representación del universo cosmológico único.
En 1985 se organizó una gran muestra de la obra de Roberto Matta en el
Centro Georges Pompidou en París. Para esa ocasión, Octavio Paz le escri-
bió y dedicó un poema titulado “La casa de la mirada.” En este poema se
hace alusión a la pintura del artista con representaciones de un espacio
cambiante y una concepción tridimensional del espacio. Paz alude a que la
idea de la realidad de Matta es la unidad de las cosas visibles e invisibles y
que en su pintura se puede dar cuenta de ella por medio de imágenes que
representan fragmentos de la realidad o “morfologías parciales” como las
llamaba el pintor. En ese sentido de hacer visible lo invisible se establece
una idea surrealista. Roberto Matta también tiene el concepto de que la
creación del arte debe hacerse a través de los sentidos y sensaciones.
Octavio Paz crea una analogía con la pintura de Matta, en que la forma de la X
aparece con frecuencia para representar el movimiento y el dinamismo del
espacio, de manera que parece que forma un círculo como representación
de lo infinito. Hace también alusión al mapa del cielo que se refleja en el
espejo de la música, y se puede leer como una metáfora de Paz de la idea
de la música de las esferas de Pitágoras. Agrega que se puede observar en
su obra una imagen del hombre como mediador en el Universo.
Dentro de estos conceptos e ideas aparece con todo su esplendor y pasión
el cuadro de la portada, al cual Matta no le puso un título, pero que repre-
senta sin duda alguna, el concepto de “la música de las esferas.”
El concepto de la música de las esferas fue ideado por Pitágoras, quien
postuló que los cuerpos celestes -los planetas, el Sol y la Luna- al moverse
emiten sonidos basados en su movimiento orbital que resultan en conjun-
to en un sonido musical.
Este concepto del Universo como una gran fuente de sonido musical fue
ahondado por Kepler, quien postuló que eran las velocidades angulares de
cada planeta las que producían los sonidos y las representó en un pentagra-
ma musical. Kepler describió que el “movimiento celeste no era otra cosa
que una canción para ser percibida por el intelecto y no por el oído”.
Resulta de gran interés el que el satélite TRACE (
Transition Region and
Coronal Explorer
) enviado por la NASA en 1998 documentó que la atmós-
fera del Sol tiene un ultrasonido con una partitura con ondas 300 veces
más graves que las que puede captar el oído humano y que son por ende,
inaudibles por los humanos (o sea… tal vez captada por el intelecto, pero
no por el oído).
En la pintura de la portada que elegimos se pueden ver esferas que repre-
sentan a los planetas y notas musicales que descienden hacia un oído exter-
no a través del cual llegan al oídomedio y a la cóclea, de la cual re-emerge el
sonido musical y vuelve como en un circuito a su origen. Uno de los planetas
es mitad masa y mitad energía y hay triángulos divinos con vectores que
llevan información a la tierra y a los hombres para que la escuchen.
Debido a la pertinencia del concepto del cuadro con el temario de la pre-
sente edición, es que lo elegimos como imagen conductora en esta revista.
ROBERTO MATTA ECHAURREN
(1911-2002)
“Sin título”
[COMENTARIO PORTADA- Dr. Marcos Goycoolea]