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Fue en el Colegio Máximo de la orden en Chile en donde se

creó una bodega o botica que destacaría por la cantidad de

productos y la calidad de sus preparaciones en beneficio de

todos los habitantes del Santiago colonial.

(Figura 2).

3. LA BOTICA DE LOS JESUITAS

La botica fue fundada al alero del Colegio Máximo de San

Miguel. Como fecha de su creación se ha citado habitual-

mente el año 1647. Sin embargo, se tienen indicios del

funcionamiento de una botica en las propiedades de la orden

desde 1613 sin el permiso formal del Cabildo, para satis-

facer las necesidades de los integrantes de la orden y de sus

alumnos.

Durante la primera mitad del siglo XVII existían en Santiago

otras boticas que también dispensaban recetas. Una de

ellas era la del Hospital San Juan de Dios y otra era la de

Don Andrés Ruiz Correa. Por lo tanto, había a lo menos, una

farmacia pública funcionando.

Cabe destacar que muchos de estos datos se han obtenido

a través de documentos del Cabildo o la Real Audiencia que

indirectamente hacen referencia a algún hecho relacionado

con ellas. Citando a Cruz Coke en su Historia de la Medicina

Chilena,

“Finalmente, en agosto de 1642, el Cabildo notificó al

boticario Andrés Ruiz Correa que debía atender en su botica en

un horario de 7 a 10 a.m. y de 4 a 10 p.m, y de ninguna manera

por tercera persona, bajo multa de 200 pesos”.

Es así como encontramos a una orden religiosa con dedica-

ción completa abocada a la misión evangelizadora y que por

una situación de necesidad, decide tener un lugar donde

fabricar sus propios medicamentos y medicinas exclusiva-

mente para sus integrantes.

A medida que el desarrollo de sus instituciones de educación

aumentaron en volumen, especialmente el Colegio Máximo

de San Miguel, las atenciones dadas por esta botica se exten-

dieron a los alumnos, sus familiares e incluso al barrio en el

cual se encontraba ubicada la botica.

En 1644 la botica permaneció aún como una entidad privada,

a pesar de que vendía ya medicamentos a la población de

Santiago. Sus productos eran muy buenos y los precios

en general, salvo alguna excepciones, se consideraban

adecuados. Pero el mismo boticario Ruiz Correa reclamó por

esta competencia desleal al Cabildo de Santiago. La solu-

ción encontrada por éste a través del capitán Francisco de

Urbina fue la venta de la botica de Ruiz Correa a la compañía

de Jesús y que la botica del colegio se transformara en una

pública.

El 30 de septiembre de 1644 el Cabildo de Santiago aceptó

esta solución convirtiendo a la botica de los jesuitas en una

de las únicas boticas públicas de Chile y como tal, sujeta a las

leyes de la corona española que ejercían un control estricto

sobre estas farmacias, controlando tanto los precios de los

productos, como la calidad de los procesos y la preparación

académica de los boticarios.

El terremoto del 13 de mayo de 1647 destruyó la Iglesia

y el Colegio Máximo, incluyendo las dependencias de la

botica. Sin embargo, rápidamente comenzaron las labores de

reconstrucción, quedando en unas dependencias de mayor

tamaño y más adecuadas a su situación.

3.1 Fase de Consolidación

En la segunda mitad del siglo XVII el prestigio de la botica

no hizo más que crecer. A la par de la gran disponibilidad de

preparaciones y la calidad de sus materias primas, la estrecha

vigilancia que el cabildo hizo en la botica ayudó a mantener

Bibliotheque Nationale de France.

FIGURA 2. IGLESIA DEL COLEGIO MÁXIMO SAN MIGUEL

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(5) 708-713]