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la sociedad. La discapacidad deja de ser una característica
de la persona, sino que algunas son un conjunto de condi-
ciones individuales y otras son creadas por el ambiente
social. En este contexto se superan las medidas econó-
micas tradicionales o el concepto de utilidad habitualmente
utilizado en evaluación económica de tecnologías sanita-
rias para destacar el concepto de derechos y de desarrollo
como libertad (3). El concepto de pobreza, en general, y
de las personas con discapacidad, en particular, incluye la
exclusión social y la privación de participación y no solo
la ausencia de recursos materiales (Sen, 1993; Sen, 1999;
Dubois, 2009) (1-3) es parte primordial de este concepto.
En este contexto la discapacidad se asocia a la falta de
capacidad. Con lo cual mejorarla tiene un efecto directo
para reducir las consecuencias de la misma y aumentar
las oportunidades de las personas con dichas capacidades
reducidas. La responsabilidad del problema requiere, por
lo tanto, de la actuación de la sociedad en su conjunto, con
obligaciones bastante claras de los Estados en pos de la
reducción de estas inequidades bajo un enfoque de dere-
chos y valores y analizando las opciones disponibles en el
diseño de políticas adecuadas (5).
Sin embargo, tal como se deja expuesto en el Informe
Mundial de la Discapacidad del 2011 y aún bajo la recono-
cida relación entre discapacidad y pobreza, la discapacidad
no estuvo explícitamente mencionada dentro de los Obje-
tivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas,
ni en las metas para alcanzarlos.
La discapacidad comienza a aparecer en la agenda en el
informe de los ODM de 2010, donde se mencionan las
menores posibilidades de los niños con discapacidad y el
círculo no virtuoso entre discapacidad, educación y margi-
nación. Posteriormente, en el año 2013 una resolución de
la ONU (A/68/95 de 2013) hace hincapié en que un enfoque
inclusivo de desarrollo tiene que atender las preocupa-
ciones de las personas con discapacidad que no tiene en
cuenta el marco internacional del desarrollo basado en los
ODM, alentando el debate desde una perspectiva de disca-
pacidad en la agenda posterior a 2015. La misma resolu-
ción da cuenta de la ausencia de estadísticas fiables a nivel
internacional en relación a la discapacidad (4). Sin embargo,
finalmente, tampoco se incluyó la discapacidad en la actua-
lización de los ODM que se llevó adelante en 2015 (5).
En este contexto, se observa de manera significativa y
aparecen con mucho énfasis en América Latina las tres D:
Demografía, desigualdad y derechos.
1 Sen A. Development as freedom. New York, Knopf, 1999.
2 Sen A. Inequality reexamined. New York and Cambridge, Russell Sage and Harvard University Press, 1992.
3 Dubois JL, Trani JF. Extending the capability paradigm to address the complexity of disability. Alter, 2009,3:192-218.
4 Resolución A/68/95 de 2013. Disponible en
http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/68/95.
5 Los ODM, acordados por la comunidad internacional en el año 2000 y avalados por 189 países, son un conjunto unificado de
objetivos de desarrollo que contemplan las necesidades de las personas más pobres y marginadas del mundo. Una actualización
de los mismos se realizó en 2015.
[la importancia de la detección temprana de la HIPOACUSIA - Dra. Patricia Faletty MSc]
Conclusiones del Programa, el tamizaje auditivo universal
es la única alternativa real y efectiva en la detección de
Hipoacusia congénita.
La intervención antes de los seis meses de edad permite a
los menores con hipoacusia un desarrollo del habla y del
lenguaje similar al de sus pares oyentes.
La Academia Americana de Pediatría recomienda el tamiz
auditivo con el propósito de realizar el diagnóstico antes
de los tres meses de edad y la intervención y habilitación
auditiva antes de los seis.
Las cifras de relevadas de tratamientos implementados
(especialmente de implantes cocleares no parecen estar en
relación a la magnitud del programa, parece un valor bajo
en relación a los diagnósticos realizados).