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obvia para esta evolución y generalmente se necesita un

centro de trauma por cada 1-1,5 millones de personas (6).

La atención de traumatismos en América Latina probable-

mente progresará más cuando primero se mejore la aten-

ción pre hospitalaria y la de los servicios de urgencias (7,8).

El argumento a favor que fue presentado al gobierno chileno y

al Ministerio de Salud en la década de los 90s para el desarrollo

de la MU incluyó la gran cantidad de visitas a los servicios de

urgencias (SU) a nivel nacional, las largas horas de espera en

los SU en los hospitales públicos y los potenciales beneficios

para la salud pública relacionados con la identificación rápida

y tratamiento de enfermedades no transmisibles (9). Eventual-

mente, este razonamiento fue aceptado y el gobierno acogió

el concepto de medicina de urgencia como una especialidad

y comenzó a financiar cupos de capacitación en el país. Dicho

financiamiento frecuentemente tenía como condición un

compromiso de servicio en un hospital público por 3-5 años

después de haber terminado la residencia. La duración de este

compromiso es un tema delicado para la sobrevivencia de

esta especialidad (10). Por el lado positivo, este compromiso

ayuda a mantener los residentes en MU recién graduados en el

ámbito de los hospitales públicos y esto a su vez aborda la mala

distribución de los médicos como recursos. Por otra parte, si

el “periodo de devolución” es demasiado largo u oneroso, los

estudiantes de medicina graduados tendrán un desincentivo

para considerar la MU como una opción de especialidad. A la

larga, se debería mantener el desarrollo de la MU como una

prioridad para la salud pública en Chile con los promotores

locales, grupos nacionales, transnacionales e internacionales

participando en diálogos activos con los expertos en polí-

ticas de salud publicas chilenos, los economistas de salud y el

Ministerio de Salud para apoyar la comunidad de medicina de

urgencia nueva en Chile (11).

Como se mencionó anteriormente, la capacitación formal

para MU comenzó en la Universidad de Chile en 1994. Unos

pocos años mas tarde, la PUC, Universidad de Santiago y

Clínica Santa María (Universidad San Sebastián), implemen-

taron lugares de capacitación. Los programas de capacitación

basados en Santiago son relativamente fuertes académica-

mente y tienen varios médicos con amplia experiencia en

servicios de urgencias formando parte del cuerpo docente,

la mayoría con un rango académico de Profesor asistente.

Estos programas urbanos en Santiago están diseñados para

4–12 residentes por año con una duración de capacitación

de tres años. Cada uno de los programas de capacitación en

Chile tiene una institución académica primaria y la mayoría

también tienen una institución pública afiliada con la cual

están asociadas. La malla curricular y los contenidos prin-

cipales de estos programas siguen a grandes rasgos, los

contenidos principales norteamericanos con algunas modi-

ficaciones para cumplir con las necesidades, patologías y

epidemiologias chilenas. La transferencia y exportación de

las mallas curriculares ayudó que avanzara rápidamente

estos programas de capacitación en la década de los 90s

ayudando el proceso de desarrollo.

El desarrollo académico de la MU está avanzando en Chile,

pero la mayoría de los programas de capacitación se llevan

a cabo dentro de los Departamentos de Medicina Interna o

Cirugía. En la mayoría de las instituciones aún faltan varios

años para que existan unidades académicas independientes

para medicina de urgencia con autonomía académica. La

mayoría de las divisiones de medicina de urgencia tienen

un reducido cuerpo docente y los sueldos son todavía rela-

tivamente bajos. Muy pocos docentes han progresado más

allá del rango de Profesor Asistente. El desarrollo del cuerpo

docente es fundamental para la viabilidad a largo plazo de la

MU en Chile, pero requiere recursos y tiempo (12). Además,

las horas clínicas para muchos de los docentes de MU son

excesivas y no son compatibles con el desarrollo académico.

Hay “

tiempo protegido

” insuficiente, pocas tutorías docentes

y pocas publicaciones revisadas por pares que permitan una

promoción académica. Como se trata de una especialidad

nueva, esto no es sorprendente, sin embargo, la producti-

vidad académica debe ser considerada como una prioridad

en el futuro. Programas de MU internacionales en los Estados

Unidos y Europa pueden ayudar a estas unidades acadé-

micas con transferencias de mallas curriculares, programas

de capacitación específicos, investigación y publicación, y

material educativo así ahorrando cada unidad académica

nueva la tarea de tener que “reinventar la rueda” (13).

Los nuevos graduados de los programas de capacitación

existentes están siendo integrados exitosamente en el

sistema de salud chileno y muchos son reclutados rápida-

mente por las clínicas privadas de alta calidad y para cargos

académicos. Tomando nota de eso, muy pocos hospitales

tienen un servicio de urgencia atendido exclusivamente

por médicos capacitados en MU. Grupos mixtos de médicos

atienden en los servicios de urgencias nacionales y se

presume que en la medida de que los programas de capa-

citación actuales aumenten la dotación de personal, más

médicos capacitados en MU atenderán en los servicios de

urgencias a futuro. La distribución de estos graduados más

allá de la región metropolitana de Santiago es deseable,

pero aún existen grandes necesidades en Santiago.

Los intercambios internacionales y el apoyo académico longi-

tudinal han tenido roles destacados en el desarrollo de la MU

en Chile y muchas instituciones distintas han estado involu-

cradas a través de los años. Una lista parcial (aquellas cono-

cidas por los autores) incluye:

[TRADUCCIÓN: LA ESPECIALIDAD DE MEDICINA DE URGENCIA EN CHILE: 20 AÑOS DE HISTORIA - Mallon WK MD y cols.]