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vidades de sus investigadores. En él aparecía una cristalografía
del ADN realizada por Rosalind, en una muestra de ADN que
contenía más agua que otras preparaciones en las que había
trabajado anteriormente, en la que aparecía la doble hélice tal
como ellos la habían construido en su modelo. Eso fue lo que
les dio el espaldarazo final. El problema fue que no le contaron a
ella que habían visto sus investigaciones antes de hacer público
su modelo y tal vez nunca lo supo.
Una semana antes de publicar su ya famoso artículo invitaron
a Rosalind a Cavendish para que viera el modelo y lo criticara.
Bastó que ella lo mirara para saber que estaba de acuerdo con lo
propuesto. Y así se publicó. El resto es historia
2
.
Rosalind Franklin falleció en 1958 a la edad de 37 años de
bronconeumonía asociada a una carcinomatosis por cáncer de
ovario, probablemente relacionado con las altas exposiciones a
rayos x a las que estuvo expuesta durante sus investigaciones.
Controversias.
Luego de trabajar en King’s College, Rosalind tuvo una fructí-
fera labor en la investigación del Virus del Mosaico del Tabaco a
través de los métodos de difracción de rayos x, en la universidad
de Londres, en Birkbeck College. Trabajó con investigadores de
nivel mundial, guió tesis de doctorados y mantuvo muy buenas
relaciones con otros científicos. Incluso luego de una cirugía
abdominal, estuvo en el periodo de convalecencia en la casa de
Crick. Entonces… ¿Cuándo aparecieron las controversias?
El año 1962 se entregó el Premio Nobel de Medicina a Francis
Crick, James Watson y Maurice Wilkins y cito: “por sus descu-
brimientos en relación a la estructura molecular de los ácidos
nucleicos y su importancia para la transferencia de información
en material vivo”. Esta aseveración molestó a algunos familiares
y conocidos de Rosalind, ya que no se hizo ninguna mención
especial a su aporte. Sin sus estudios cristalográficos no se
habría podido dar la base teórica que confirmara la validez del
modelo creado por Watson y Crick. Es más, sus más acérrimas
partidarias sostienen que solo faltaron dos semanas para que
ella llegara a la misma conclusión que Watson y Crick. Alegan
además que nunca se le dijo que habían conocido su trabajo, a
sus espaldas, por una infidencia de Maurice Wilkins.
Sucedió además otra cosa que también produjo más de un
escozor. En 1968 Watson publicó su historia personal del descu-
brimiento de la estructura del ADN. El libro en cuestión se llamó
“The Double Helix”. En él relata, desde una perspectiva estric-
tamente personal, su experiencia en esos días de 1950 a 1953.
Como toda expresión subjetiva, el autor destaca lo que le inte-
resa y oscurece lo que le disgusta. En ese sentido, claramente
nunca se llevó bien con Rosalind ya que la retrata como una
mujer dura, terca, malhumorada, no preocupada de su imagen
personal e incluso físicamente agresiva. Esto aunque en el final
del libro reconozca la validez de su aporte a este gran descubri-
miento. El problema fue que este libro ha sido uno de los más
vendidos en Estados Unidos en el grupo de libros de divulgación
científica, lo que contribuyó a difundir una imagen distorsio-
nada de Rosalind por las percepciones de Watson, de una mujer
oscura, incluso apodándola “Rosy”, cosa que siempre fue consi-
derado como poco respetuosa por las personas cercanas a ella.
Dadas estas situaciones, las controversias en los años siguientes a
la publicación de
The Double Helix,
solo aumentaron. Anne Sayre,
una amiga de Rosalind escribió un libro para dar a conocer su
verdad sobre Rosalind (R
osalind Franklin and the DNA
, en 1975),
y algunos colaboradores de ella también lo han hecho. Muchas
personas opinaron y opinan sobre el tema. Algunas incluso públi-
camente especularon que el Nobel no se debería haber dado a
Maurice Wilkins sino a Rosalind Franklin. Pero dado que Rosa-
lind había fallecido, tuvieron la suerte de evitarse problemas.
Algunos grupos feministas la han enarbolado también como
ejemplo de discriminación femenina y la citan frecuentemente
como una mujer atrapada por un universo de maldad masculina.
Se han escrito más de diez libros sobre la situación e incluso en
los diarios, cada cierto tiempo, aparece una referencia a ella y la
injusticia que vivió. La última publicación es una biografía titu-
lada “
Rosalind Franklin: The dark lady of the DNA
”.
En suma…
En suma, la historia oficial casi siempre no nos devela los porme-
nores, la historia mínima de los personajes involucrados.
En este caso eso no ocurrió. En un descubrimiento tan trascen-
dental, el interés de todo el mundo por conocer las alturas de la
bondad compite también por el de conocer las mezquindades
de los mismos héroes.
¿Qué habría hecho Rosalind ante todo esto? Nadie lo puede
saber ahora. Sin embargo, uno podría suponer que quizás no le
habría dado tanta importancia, que la ciencia exponga el vere-
dicto final, y habría vuelto a su laboratorio.
Al fin y al cabo los grandes hombres y mujeres son también eso,
hombres y mujeres de carne y hueso.
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(4) 544-549]