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[Plan Nacional de Demencias: antecedentes globales y síntesis de la estrategia chilena - Jean Gajardo J. y col.]

INTRODUCCIÓN

En Chile se estima que cerca de 200.000 personas viven

actualmente con demencia y se proyecta un aumento

progresivo en las próximas décadas. En la 5ª y más

reciente versión del Manual Diagnóstico y Estadístico

de los trastornos mentales (DSM-5), la demencia es

nominada como trastorno neurocognitivo mayor. Esta

nueva propuesta se sustenta en el supuesto del elevado

estigma hacia el concepto de demencia, no obstante, se

insta a utilizar ambas nominaciones diagnósticas en el

complejo escenario que representa el diagnóstico de la

condición (1).

El aumento en la prevalencia de demencias se asocia de

gran forma con el envejecimiento de la población, no

obstante, no constituye una condición propia de la edad

avanzada y progresivamente aumenta también el número

de personas más jóvenes con el diagnóstico. El impacto

de la demencia no se limita al individuo, sino que tiene

un alcance económico, sanitario y social. Asimismo, existe

creciente evidencia del impacto de la demencia como

determinante de limitación de acceso a servicios sociales

y sanitarios promoviendo brechas de inequidad (2, 3).

Debido a lo anterior, la demencia se ha transformado en

un problema de salud de interés para las políticas sociales

y sanitarias, y se ha relevado la necesidad de contar con

estrategias para su abordaje a un nivel global y local (4).

El presente manuscrito busca describir elementos que

posicionan la demencia como una condición de salud de

relevancia para las políticas sociosanitarias, incorporando

una síntesis de antecedentes de acciones internacionales

y nacionales, y concluyendo con la descripción de los

principales componentes incorporados en la propuesta

de Plan Nacional de Demencias elaborado para Chile.

La demencia: un problema sociosanitario

global y local

La demencia es una condición que con frecuencia afecta a

las personas mayores de 65 años de edad, no obstante, los

casos de demencia de inicio precoz se diagnostican cada

vez con mayor frecuencia. Contrario a lo que comúnmente

se piensa, la demencia no es una consecuencia normal del

envejecimiento ni propia de la vejez, sino que representa

una condición específica y patológica. Se estima que

alrededor de 46,8 millones de personas en el mundo tienen

hoy algún un tipo de demencia, cifra que se duplica cada

20 años, proyectándose en 131,5 millones al año 2050 (5).

En Chile, 1,06% de la población presentaría algún tipo de

demencia (6), lo que se traduce en que aproximadamente

200 mil personas viven con demencia en el país, con

prevalencias que aumentan con la edad avanzada,

fluctuando entre el 8% y el 35% (7, 8). Los trastornos

cognitivos constituyen el principal factor de discapacidad

y dependencia en la población mayor en Chile con costos

económicos y sociales elevados debido a la carencia de

políticas específicas para su abordaje (7, 9). En relación a

los costos de la demencia en Chile, de acuerdo al estudio

CUIDEME (10), alcanzan los 10.980 dólares anuales

(11.472 si se incluyen los gastos médicos del cuidador).

El 20% de este dinero correspondería a costo directo

(cuidados médicos), 5% a costo social directo (cuidados

formales) y 75% a costo social indirecto, este último debido

principalmente a los cuidados informales. La investigación

advierte una brecha entre estratos socioeconómicos altos

(696 dólares en promedio mensual) y los más bajos (1.021

dólares), mostrando que las demencias son más costosas en

estos últimos (33% mayor). Además, el 25% de la muestra

del estudio refirió que deben dejar de trabajar para cuidar

a su familiar, cuestión que afecta principalmente a las

mujeres.

El apoyo social y el cuidado de las personas con demencia

en Chile son brindados mayormente por el entorno familiar

directo. Se ha reportado que cerca del 80% de quienes

ejercen el principal apoyo diario son mujeres, usualmente

hijas y cónyuges (8, 11). Asimismo, se ha reportado que una

elevada proporción de cuidadores(as) familiares presenta

un nivel de carga severa asociada al cuidado y también alta

morbilidad psiquiátrica asociada, como síntomas depresivos

y ansiosos (10).

Desde la perspectiva de las mismas personas con demencia

y sus cuidadores, se ha referido que las principales

necesidades no cubiertas se relacionan con las siguientes

áreas: funcionamiento inadecuado de la memoria, escaso

repertorio de actividades para realizar durante el día,

deseo de mayor compañía, sentimientos de angustia y

preocupación, y contar con información sobre la demencia

y recursos sociales de apoyo (11, 12); señalando además

que el apoyo recibido por el o la cuidador(a) es el factor

más importante en la satisfacción de necesidades de la

persona con demencia, y por ende, a menor apoyo hacia

quien cuida, la persona con demencia reporta un número

mayor de necesidades no cubiertas.

La demencia es también una condición de salud

altamente estigmatizada, al igual que la vejez y el

proceso de envejecimiento, lo que se traduce en una

mayor complejidad al momento de su diagnóstico y

nominación. Diversa evidencia señala que el estigma

hacia la demencia, comprendido de forma global como un

conjunto de estereotipos e ideas negativas que promueven