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La polifarmacia aumenta en forma progresiva con la edad,
probablemente en relación a la mayor carga de enfer-
medad de los adultos mayores (20). Datos latinoameri-
canos del estudio SABE muestran una prevalencia de un
36% de polifarmacia en el adulto mayor (21).
La polifarmacia es clínicamente relevante pues se asocia
con un mayor riesgo de desarrollar síndromes geriátricos
entre los que destacan caídas,
delirium
, deterioro cogni-
tivo, incontinencia, entre otros eventos adversos, los que
repercuten en la pérdida de funcionalidad y menor calidad
de vida (20). También se ha descrito que la polifarmacia
disminuye la adherencia a las terapias y se asocia a mayores
errores de medicación (11). Por otro lado se asocia a un
fenómeno conocido como “la cascada de la prescripción”,
donde la mala o falta de interpretación de las reacciones
asociadas a medicamentos (RAM) asociadas a un fármaco,
llevan a la prescripción de un segundo fármaco (22).
La polipatología es una condición frecuente en adultos
mayores y da cuenta de un mayor riesgo de desarrollar RAM.
Datos obtenidos a partir de beneficiarios de Medicare mues-
tran que dos tercios de las personas de edad avanzada tienen
dos o más comorbilidades crónicas y que el 14% de los que
tienen seis o más condiciones, representan el 49% del total del
gasto de Medicare. Entre los estadounidenses mayores de 65
años, tres de cada cuatro personas tienen múltiples enferme-
dades crónicas (23). Esta alta tasa de pluripatología lleva, por
un lado, al uso de más medicamentos y, por otro, a una mayor
probabilidad de desarrollar fallas en órganos relevantes para
los procesos farmacocinéticos como, por ejemplo, el empeo-
ramiento de la función hepática y/o renal, y, por ende, los
procesos de metabolismo y excreción, respectivamente. De
esta manera la polipatología del adulto mayor incide directa-
mente en una mayor probabilidad de riesgo de interacciones,
a causa del mayor uso de medicamentos, entre ellos, los que
se consideran como potencialmente inapropiados (19).
MEDICAMENTOS POTENCIALMENTE INAPROPIADOS
(MPI)
Existe un grupo de medicamentos conocidos como
potencialmente inapropiados (MPI), que dan cuenta de
un conjunto de fármacos que además de tener un riesgo
aumentado para el desarrollo de RAM, tienen insuficiente
evidencia de sus beneficios y se consideran menos seguros
para determinadas condiciones de salud al ser contras-
tados con otras alternativas terapéuticas farmacológicas y
no farmacológicas (24).
Para su identificación, existen criterios basados en listados
de fármacos considerados como MPI, basados en revi-
siones sistemáticas de la literatura, realizadas por paneles
multidisciplinarios de expertos en farmacología geriátrica.
Estos registros han sido utilizados con el fin de identificar,
reconocer, evitar y reducir la prescripción de este tipo de
medicamentos, estos son los criterios de Beers y STOPP
(25,10). En estas guías se describen fármacos de múltiples
grupos terapéuticos, algunos de ellos de uso muy amplio
en la práctica clínica habitual.
Un grupo importante de MPI, corresponde a los fármacos
anticolinérgicos. Estos son utilizados con gran frecuencia, a
pesar de la múltiple evidencia que los asocia con aumento
de morbilidad, institucionalización, declive funcional,
deterioro cognitivo, y mortalidad (26). Frente a esta situa-
ción, los criterios de MPI han enfatizado en clasificar a los
fármacos con potencial de generar efectos adversos anti-
colinérgicos con el fin de evitar su utilización crónica en
AM (Tabla 2) (25, 10).
Por otro lado, el dolor crónico (persistencia
>
3 meses)
en las personas mayores afecta el desempeño en las
actividades de la vida diaria, la deambulación y puede
generar complicaciones asociadas como síntomas
depresivos, mayor utilización de fármacos y deterioro
cognitivo (27). En relación al tratamiento farmacológico
de esta condición, existe concordancia entre ambos
criterios de MPI para establecer que los AM no deberían
utilizar AINEs para el manejo crónico del dolor (Tabla 3),
debido a que la utilización de este tipo de medica-
mentos ha sido relacionado a mayor riesgo de reapa-
rición de enfermedad ulcerosa o hemorragia digestiva,
empeoramiento de enfermedades cardiovasculares,
interacciones con fármacos de estrecho margen tera-
péutico como anticoagulantes cumarínicos e incluso
hiponatremia (25,10,28).
Una tercera familia de MPI de alto uso son los hipnóticos.
Existe un amplio consenso en ambos criterios de MPI de
evitar el uso crónico (
>
1mes) de benzodiazepinas (BZD) de
vida media larga, salvo en condiciones como trastornos
convulsivos, dependencia a otras BZD, dependencia alco-
hólica, trastorno de ansiedad severo generalizado y proce-
dimientos peri-anestésicos y de BZD de vida media corta e
intermedia debido a los cambios farmacocinéticos-farma-
codinámicos discutidos anteriormente, lo que expone a los
AM a riesgo aumentado de deterioro cognitivo, delirium,
caídas, fracturas y accidentes asociados a la maniobra de
vehículos (Tabla 4) (25). Además, cabe destacar que los
hipnóticos no benzodiazepínicos, presentan un perfil de
seguridad similar al de las BZD, por lo que su uso crónico
tampoco está recomendado por estas guías de prescrip-
ción inapropiada (25,10).
[EPIDEMIOLOGÍA DEL USO DE MEDICAMENTOS EN EL ADULTO MAYOR - Dr. Felipe Salech PhD y cols.]