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una realidad alarmante: La elevada mortalidad asociada a
errores médicos no intencionales. El reporte refiere que
se producen entre 44.000 a 98.000 muertes anuales,
con implicancias económicas estimadas entre $17 a $29
billones de dólares por año en hospitales norteamericanos
(1). Este reporte marcó un hito en la historia de los están-
dares de calidad en salud. Puso en evidencia la necesidad
de desarrollar una cultura de seguridad, que debía invo-
lucrar a organismos gubernamentales, proveedores de la
salud, industrias, empresas de tecnologías de la informa-
ción y a los consumidores en la generación y aplicación de
estrategias de prevención.
Dentro de los eventos adversos asociados a la atención de
salud, los
errores en el proceso de administración de
medicamentos (EPAM)
son los más frecuentes. De acuerdo
al
National Coordinating Council for Medication Error Reporting
and Prevention (NCC MERP) se definen como: “Cualquier inci-
dente prevenible que pueda causar daño al paciente o de lugar
a una utilización inapropiada de los medicamentos, cuando
éstos están bajo el control de los profesionales sanitarios o del
paciente o consumidor”.
Los EPAM representan un 19% del
total de eventos, provocando más de 7000 muertes anuales
en Estados Unidos (2, 3). Estudios posteriores estiman que
ocurre un EPAM por paciente por día en ese país (4).
Las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), tienen una
mayor incidencia de EPAM, los que además suelen ser más
graves que en otras unidades de hospitalización, presen-
tando un gran desafío en términos de seguridad (5,6).
Los EPAM pueden ocurrir en cualquier etapa del proceso,
desde la indicación del fármaco hasta la monitorización
de su efecto en el paciente. Las estrategias de mejora
continua de la calidad y seguridad, deben ir enfocadas a
evitar los principales riesgos en cada una de las etapas del
proceso (1,7,8). Sin embargo, es en la etapa de adminis-
tración donde se genera el mayor número de errores (9), lo
que involucra directamente al profesional de enfermería.
Las estrategias de prevención de EPAM en UCI son diversas
por los múltiples factores de riesgo que deben ser abor-
dados. Es importante conocer la forma en la que se han
implementado en la realidad local, las dificultades que se
presentan en el proceso y los desafíos pendientes.
En este artículo se presentan estrategias de prevención de
EPAM, que han sido implementadas en la UCI de Clínica Las
Condes, enfocadas principalmente a la etapa de adminis-
tración, donde el rol de enfermería intensiva cobra mayor
relevancia, en la búsqueda continua de una atención
segura y de calidad.
EPAM EN UNIDADES DE CUIDADOS INTENSIVOS
Los EPAM se estiman en un 78% del total de eventos
adversos en UCI, con 1.75 errores por paciente por día, los
que tienden a ser más graves y causar mayor daño que en
otras áreas de hospitalización (9,10). En nuestro país, no
existen estudios multicéntricos sobre el tema ni estadís-
ticas que muestren la realidad local de este tipo de eventos
adversos. Sin embargo, un estudio realizado en la unidad
de cuidados intensivos del Hospital Clínico de la Univer-
sidad de Chile, describe un 34% de EPAM por droga pres-
crita, lo que se correlaciona con los resultados de estudios
internacionales (11).
Las causas que pueden conducir a un EPAM en UCI son
múltiples:
El aporte que puede hacer el paciente en términos de
proporcionar una barrera frente a errores,
se encuentra
parcial o totalmente anulado por sedación o alteración de
conciencia.
La dinámica propia de la UCI,
con múltiples procedi-
mientos en forma simultánea; interrupciones frecuentes
y emergencias que requieren de acciones terapéuticas
inmediatas, dificultan una pausa de seguridad frente al
proceso de medicación.
La terapia farmacológica que requiere el paciente crítico es
especialmente compleja por diversos factores:
Polifarmacia:
La terapia del paciente crítico incluye un
gran número de drogas, destinadas a tratar el cuadro
actual, estabilizar las comorbilidades previas y prevenir
eventos asociados a la condición crítica (úlceras por estrés;
trombosis venosa profunda, infección, entre otros.)
La farmacocinética en pacientes críticos se encuentra
frecuentemente alterada
por disfunción hepática y/o
renal, cambios en la distribución de volumen, SIRS, y
problemas de absorción, entre otros.
La vía parenteral es la vía de elección en pacientes
críticos
y con frecuencia las drogas se administran en
infusiones continuas lo que supone un riesgo aún mayor
(12).
Los tratamientos involucran el uso de drogas de alto
riesgo
(vasoactivos, inótropos, antiarritmicos; sedantes;
bloqueadores neuromusculares, electrolitos anticoagu-
lantes, entre otros.), los que se administran en su mayoría
en microdosis por su alta potencia, requiriendo dilución,
ajuste de acuerdo al peso y/o un cálculo previo a la admi-
nistración.
[IMPLEMENTACIÓN DE ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN DE ERRORES EN EL PROCESO DE ADMINISTRACIÓN DE MEDICAMENTOS... - EU Inés Barbagelata]