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Incidencia, prevalencia y causas

Cifras de la misma OMS estiman que 360 millones de

personas en el mundo viven con hipoacusia que les genera

algún tipo de discapacidad (hipoacusia en rango mode-

rado), siendo el 91% de estos casos en adultos y 56% en

hombres. Esto representa el 5.3% de la población mundial

(5). Sin embargo, se estima que hasta el 15% de la pobla-

ción adulta del mundo tiene hipoacusia en cualquier

rango, lo que se eleva a un tercio de la población mayor

de 65 años (6). El porcentaje de crecimiento en el número

de personas de 65 años o más será de entre 18% a 50% en

el período 2010-2020 en todas las regiones del mundo.

Por este motivo, el número de personas con pérdida de

audición, en consecuencia, crecerá en proporciones simi-

lares, en paralelo con estos cambios demográficos (5,7,8).

En adultos mayores, según la Organización Panamericana

de Salud, la prevalencia de hipoacusia fluctúa entre un

30% en mayores de 65 años hasta un 60% en mayores de

85 años (7). En adultos mayores chilenos, la prevalencia se

estima en 52.4% en personas de 65 años o más de acuerdo

a la Encuesta Nacional de Salud 2009-2010 (9), que se

eleva a 91.1% en mayores de 80 años de acuerdo a datos

de la Encuesta Nacional de Salud 2003 (10), cifra que no

es posible desprender de la Encuesta 2009-2010 debido

a que no informan ese grupo etáreo, aunque estas estima-

ciones no se realizaron con métodos objetivos de evalua-

ción auditiva. Actualmente, un 80% de la población con

discapacidad auditiva pertenece a países en desarrollo, de

bajos y medianos ingresos. Sin duda alguna la hipoacusia

representa un verdadero desafío para la salud pública,

ubicándola como el déficit sensorial más frecuente en

poblaciones humanas (11-13).

Se aprecia que con el transcurso de los años el número

de personas estimadas con discapacidad auditiva ha ido

en aumento, esta creciente incidencia se explica por el

envejecimiento de la población y a su vez por la mejora

en el diagnóstico precoz con la implementación del tami-

zaje auditivo neonatal, una mejor detección de casos y la

pérdida de audición inducida por ruido (5,7).

Se considera hipoacusia cuando el promedio tonal puro

auditivo excede los 20 decibeles (dB) para cada oído

para las frecuencias 0.5-1-2-4KiloHertz (KHz) (5,11).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la

pérdida de audición en distintos niveles de severidad.

Estos niveles comprenden leve entre 26-40dB, mode-

rada 41-60dB, severa 61-80dB y profunda 81dB o

mayor (6). La nueva clasificación creada por Globalburden

(www.globalburden.org

) en la que la OMS está involu-

crada, define pérdida de audición leve, tanto en niños

como en adultos, como 20-34.9dB HL. También define seis

niveles de severidad de la pérdida de audición, cada una

definida por un rango de 15dB en el nivel de audición en

el mejor oído. El uso de esta nueva clasificación daría lugar

a un aumento sustancial en el número de personas en todo

el mundo que se considera que tienen discapacidad audi-

tiva. El nuevo cálculo, con el uso de estos nuevos puntos

de corte, aumenta la prevalencia global de la hipoacusia

moderada y severa. Se debe enfatizar que la nueva clasi-

ficación aún no ha sido aceptada oficialmente por la OMS

(5).

Por pérdida de audición discapacitante se entiende

una pérdida de audición superior a 40dB en el oído con

mejor audición en los adultos y superior a 30dB para los

niños. El rango de frecuencia crítica de la conversación es

audible entre las frecuencias 0.5 a 4KHz11, y se estima

que después de los 60 años de edad, la audición disminuye

en promedio 1dB por año, con una mayor pérdida obser-

vada en hombres que en mujeres (14). La hipoacusia puede

tener diferentes orígenes, reconocer su causa se vuelve

fundamental para el abordaje y tratamiento del paciente.

Causas Hipoacusia

•Congénita

•Hereditaria

•Sindrómica

•Infecciosa

•Ototóxicos

•Ruido

•Presbiacusia

Dependiendo de la gravedad, las frecuencias afectadas

y la etapa de vida en que se manifieste, la hipoacusia

puede causar un daño profundo al desarrollo del habla,

el lenguaje y las habilidades cognitivas, especialmente

si comienza en niños en etapa prelocutiva (15). Diversos

estudios en líneas generales concuerdan en que 1-2 de

cada 1000 recién nacidos tienen una discapacidad audi-

tiva severa a profunda. Actualmente los equipos de encar-

gados de tamizaje auditivo neonatal se han concentrado

en la detección de tales deficiencias auditivas lo más

temprano posible (4). El déficit auditivo afecta el progreso

del niño en la escuela y, más tarde, su capacidad para

obtener, mantener y llevar a cabo una ocupación. Para

todas las edades y para ambos sexos, la pérdida de la audi-

ción provoca dificultades en la comunicación interpersonal

y conduce a problemas sociales individuales significa-

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(6) 731-739]