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[HISTORIA DEL ECMO (OXIGENACIÓN POR MEMBRANA EXTRACORPÓREA O SOPORTE VITAL EXTRACORPÓREO) - Dr. Rodrigo Díaz y cols.]

FIGURA 1. GRADO DE APOYO EXTRACORPÓREO

AVCOR2R: Extracción de CO

2

con membrana arteriovenosa sin bomba. ECCO2R: ECMO de bajo flujo (<30% débito cardiaco). VV ECMO: Conectado al

lado derecho de la circulación sistémica, con al menos un 60% del gasto cardiaco del paciente. ECMO VA: Conectado en paralelo a la circulación nativa,

se caracteriza por dar apoyo hemodinámico e intercambio de gases.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS QUE DIERON LUGAR AL

ECMO

En la segunda mitad del siglo XVII, el médico Jean Baptiste

Denis hizo la primera transfusión con fines terapéuticos

(ya había sido utilizada con fines experimentales) a un ser

humano. Esto inició un largo periodo de experimentación en

transfusiones de animales a humanos, cuyos malos resultados

llevaron a la prescripción de esta práctica por más de un

siglo, hasta 1818, en que James Blandwell realizó la primera

transfusión de humano a humano (1). En 1860 el británico

Sir Benjamin Ward Richardson reportó experimentos en que

logró oxigenar sangre en un modelo animal y en 1895 el

doctor Johann Jacobi, logró diseñar un aparato para perfu-

sión renal, que oxigenaba sangre mediante infusión directa

de aire (2).

El descubrimiento de la heparina, el primer anticoagulante

de uso clínico, está asignado universalmente a Jay McLean

(1916) siendo estudiante de medicina, en la Universidad

Johns Hopkins, mientras investigaba con extractos de

hígado y corazón de perros para purificar sustancias procoa-

gulantes. Después de que McLean dejara Johns Hopkins, su

profesor, William Howell, se dedicó a estudiar este fenó-

meno, y en 1918 con otro alumno llamado Emmett Holt

Jr (que posteriormente fuera un eminente pediatra) extrajo

otra sustancia, también liposoluble, del hígado del perro,

pero diferente a la de McLean, y que Howell denominó

heparina, y que en sus primeros años se utilizó solo como

un reactivo de laboratorio para prevenir la coagulación de

las muestras de sangre. Chargaff y Olsson en 1937 descu-

brieron la protamina, convirtiendo así a la heparina en el

único anticoagulante con antídoto. En 1935, tras los estu-

dios moleculares de Erik Jorpes del Karolinska Institute

en Estocolmo, la compañía sueca VitrumAB logra fabricar

heparina para uso intravenoso. Posteriormente al resolver

problemas con la extracción a gran escala y purificación de

la materia activa, su uso terapéutico se extendió. Así, cada

año, se producen unas 100 toneladas de heparina, que son

extraídas del intestino de unos 300 millones de cerdos (3).

El científico ruso Sergei Brukhonenko logró en 1929 la

perfusión de órganos, partes o cuerpos enteros de animales

manteniéndolos vivos por horas. Famosas son sus imágenes

de cabezas caninas que se mantienen con vitalidad conec-

tadas a perfusión extracorpórea.

A comienzo de los años treinta un joven médico, John

Gibbon vió morir a una joven por una embolia pulmonar y

nace la idea de que si hubiese tenido algún artefacto que

pudiera bombear y oxigenar sangre, posiblemente habría

tenido tiempo para solucionar el problema a la paciente. Los

siguientes 23 años los dedicó al desarrollo de la máquina

corazón pulmón con el soporte técnico de IBM y la ayuda de

su esposa Mary, enfermera y de hecho la primigenia perfu-

sionista. Así el 6 de mayo de 1953, el doctor Gibbon realiza

la primera cirugía a corazón abierto con circulación extracor-

pórea en el

Jefferson Medical School

de Philadelphia.

Varios son los pioneros de la cirugía cardiaca que en los 50’s

lograron consolidar la circulación extracorpórea, William