2
J.M. González
Santos, M.E. Arnáiz-García
/ Cir Cardiov. 2016;
23(1)
:1–7
revascularización
finalmente
utilizada
y
no
con
la
inicialmente
planificada.
Aunque
la
tasa
de
reconversiones
es menor
del
3%
entre
los cirujanos experimentados, supera el 8% entre
los usuarios
ocasionales
y
es
probable
que
la
tasa
real
sea
incluso
superior.
Si
bien
es
también
posible
tener
que
convertir
de
cirugía
con
CEC
a
sin
CEC,
esta
eventualidad
es mucho menos
frecuente
y,
general-
mente, viene condicionada por el hallazgo
imprevisto de una aorta
ascendente
no
susceptible
de
pinzamiento.
La
conversión
de
la
técnica
de
revascularización
está
claramente
relacionada
con
un
peor
pronóstico
inmediato
y
a
largo
plazo,
especialmente
cuando
es necesario hacerlo de manera emergent
e 5 .La comparación de ambas técnicas se ha
llevado a cabomediante
diferentes
tipos
de
estudios.
Los
primeros
estudios
observaciona-
les
se
llevaron
a
cabo
en
centros
altamente
comprometidos
con
la
DAC
sin
CEC
y
en
ocasiones
recogen
la
experiencia
de
un
único
cirujano,
lo
que
dificultaba
la
extrapolación
de
sus
resultados
a
otros
entornos.
Además,
en muchos
de
estos
estudios
había
un
sesgo
en
la
selección
de
los
pacientes,
de
forma
que
aquellos
con
arterias
fácilmente
accesibles
o
que
requerían menos
anastomo-
sis
eran
intervenidos
sin
CEC,
aumentando
la
probabilidad
de
un
resultado
clínico más
favorable.
También
es
posible
que
los
bue-
nos
resultados de
la
cirugía
sin CEC
se hayan
sobreestimado por
la
tendencia
a
no
publicar
resultados
poco
favorables.
Con
el
fin
de
obviar
estos
inconvenientes,
se
han
realizado
otros
tipos
de
estu-
dios
basados
en
registros, metaanálisis
y
otros
realizados
sobre
poblaciones
ajustadas
,
en
poblaciones
de
características
clínicas
y
anatómicas
similares,
seleccionadas mediante
el
propensity
score
.
Cuando
estos
estudios
están
bien
dise˜nados
e
incluyen
suficiente
número de pacientes pueden
reflejar
la población atendida
incluso
mejor
que
los
EPA,
al
eliminar
los
sesgos
que
dictan
los
estrictos
criterios de
inclusión.
Los
EPA
se
dise˜nan
para
saber
si
es
o
no
necesario
cambiar
un
paradigma,
en
este
caso,
la
forma
de
llevar
a
cabo
la
revasculari-
zación quirúrgica del miocardio. Su valor
científico está basado en
la
estandarización
entre
y
dentro
de
las
2
formas
de
tratamiento.
Los
primeros
estudios
de
estas
características,
el Octopu
s 6 , BHA-
CAS 1 y
2 7 , SMAR
T 8 , BB
S 9 yMASH
II
I 10 , se
llevaron a
cabo a finales
de
los
a˜nos
90
y
en
la
primera mitad
de
la
primera
década
de
este
siglo.
En
general,
reflejaban
la
actividad
de
un
único
centro
e
incluían un número
limitado de pacientes. Más
recientemente, se
han publicado
los resultados de 4 EPA bien dise˜nados, que han com-
parado
los resultados de
la DAC con y sin CEC en poblacionesmucho
más
numerosas,
con mayor
riesgo
quirúrgico
e
intervenidas
en
diferentes
instituciones
y países:
los
estudios ROOB
Y 11 , DOOR
S 12 ,CORONAR
Y 13 yGOOPCAB
E 14 .El
primero
de
ellos,
el
ROOBY,
ha
sido
criticado
por
permitir
la
participación
de
cirujanos
con
poca
experiencia
en
la
DAC
sin
CEC,
circunstancia
que
podría
haber
condicionado
los
resultado
s 15 . También
se
ha
cuestionado
que
el
proceso de selección de
los pacientes
limitó
la
inclusión de aquellos
conun riesgo quirúrgico elevado. Para evitar esta crítica, en los otros
3
EPA
se
ha
exigido
que
los
cirujanos
participantes
tuvieran
una
experiencia contrastada y similar en ambas técnicas, se han incluido
poblaciones de riesgo y se han restringido
los criterios de exclusión
para que
las
conclusiones puedan aplicarse a
la población
real.
La
comparación
de
la
cirugía
coronaria
con
y
sin
CEC
debe
hacerse en términos de seguridad y de eficacia. Mientras que para
la
primera debe analizarse
lamorbimortalidad relacionada con el pro-
cedimiento, para
la
segunda debemos
centrarnos
en
su
capacidad
para mejorar
la
calidad
y
la
cantidad de
vida de
los pacientes.
Por
último,
conviene
también
evaluar
la
eficiencia
de
ambas
técnicas,
analizando el
coste en
relación
con
los beneficios obtenidos.
Seguridad
En
los primeros estudios observacionales ya
se
se˜nalaban como
ventajas
de
la
DAC
sin
CEC
la menor
duración
de
la
ventilación
asistida
y
la
estancia
en
las
unidades
de
cuidados
postopera-
torios
(UCP),
el menor
consumo
de
hemoderivados
y
la menor
morbimortalida
d 3,16,17 . En general, este
tipo de estudios, que care-
cían
de
suficiente
potencia
estadística
para
detectar
diferencias
significativas
en
los
eventos
clínicos mayores,
sugerían
un mayor
beneficio
de
la
cirugía
sin
CEC
en
los
pacientes
de mayor
riesgo.
También
la mayoría
de
los
estudios
sobre
poblaciones
ajustadas
realizados
hasta
la
fecha
han
se˜nalado
una menor mortalidad
y
prevalencia
de
determinadas
complicaciones
mayores,
como
el
accidente
cerebrovascular
(ACV),
el
fracaso
renal
o
la
infección de
la herida
quirúrgica
en
los
pacientes
intervenidos
sin
CE
C 17,18 . En
general,
los
efectos
beneficiosos
de
la
cirugía
sin
CEC
fueron más
evidentes en
los pacientes de mayor
riesgo.
Ninguno
de
los
primeros
EPA
demostró
diferencias
significati-
vas en
la mortalidad precoz ni en
la prevalencia de complicaciones
postoperatorias mayores
entre
los pacientes
intervenidos
con una
u
otra
técnic
a 8,10,19 .Solo
el
análisis
combinado
de
los
estudios
BHACAS 1
y
2 20 encontró una
reducción
significativa de
la morbi-
mortalidad precoz con
la cirugía sin CEC. Esta ausencia de beneficio
en
la
seguridad
con
la
DAC
sin
CEC
se
ha mantenido
en
los
EPA
más
recientes, en
los que no
se han encontrado diferencias
signifi-
cativas
en
la mortalidad
ni
en
la
prevalencia
aislada
o
combinada
de ninguno de
los
componentes de
los
objetivos primarios
11,13,21 .Únicamente
en
el
estudio GOOPCAB
E 14 los pacientes
intervenidos
sin
CEC
necesitaron
ser
transfundidos
o
reintervenidos
por
san-
grado con menor
frecuencia. Por contra,
la necesidad de una nueva
revascularización, aunque excepcional,
fue significativamente más
frecuente
con
esta
técnica.
Además,
tampoco
en
un metaanálisis
de 26 EPA en el que
se
incluyó a más de 6.800 pacientes
se encon-
traron
diferencias
en
la mortalidad
a
30
días
entre
los
pacientes
intervenidos
con y
sin CE
C 22 .Una
ventaja
incuestionable
de
la
cirugía
coronaria
sin
CEC
es
que
los pacientes sangran menos y necesitan ser
transfundidos con
menos
frecuencia,
hallazgo
que
ya
se
confirmó
en
los
primeros
EP
A 8,10,16 . En
general,
esta
ventaja ha
sido
también
constatada
en
los
EPA más
reciente
s 11,14,23 . No
obstante,
en
el
estudio DOOR
S 21 ,en
el
que
la
pauta
de
heparinización
intraoperatoria
fue
idéntica
con
ambas
técnicas,
la pérdida de
sangre
en
las primeras 24 h
fue
mayor
en
los
pacientes
intervenidos
sin
CEC
y
no
se
registraron
diferencias
significativas en el uso de hemoderivados.
Especial
interés
tiene
el
análisis
individualizado de determina-
das
complicaciones
de mayor
trascendencia
clínica,
como
son
las
que
afectan
al
cerebro,
al
ri˜nón
y
al propio
corazón.
Las
complica-
ciones neurológicas
ocurrieron
con una prevalencia muy
baja
con
ambas técnicas. Así, en el estudio CORONAR
Y 13 laincidencia de ACV
fue de
tan solo el 1% en
los 2 grupos, probablemente por
la decisión
de reconvertir el procedimiento a uno sin CEC enmás 100 pacientes
asignados
a DAC
convencional
en
los que
se descubrió
ateromato-
sis
aórtica
importante.
Sin
embargo,
en un metaanálisis de 27 EPA
en
el que
se
analizó
este
aspecto
en
7.200 pacientes,
la
incidencia
de ACV
fue un 30%
inferior
(1,4% vs. 2,1%) en aquellos
intervenidos
sin CE
C 22 . Otros estudios han utilizado criterios de valoración
indi-
rectos para valorar el da˜no cerebral, como
la
liberación del péptido
S100,
la
cuantificación de
las
se˜nales de
alta
intensidad en el Dop-
pler
transcraneal y
la valoración de
la perfusión
cerebral mediante
resonancia magnética y gammagrafía con
radioisótopos. Aunque
la
mayoría de estos
test han encontrado que
la magnitud de
las
alte-
raciones
es menor
en
la
cirugía
sin
CEC,
ello
no
se
ha
traducido
en
una
disminución
de
los
accidentes
neurológicos
clínicamente
significativo
s 16 .El
hecho
de
eliminar
la
CEC
y mantener
un
flujo
pulsátil
tam-
poco resulta necesariamente en una mejor protección de
la
función
renal. Así, en ninguno de
los EPA se ha demostrado que
la necesidad
de
recurrir
a
la
depuración
extrarrenal
sea
diferente
con
ninguna
de
las 2
técnicas. La fisiopatología del da˜no
renal perioperatorio es
multifactorial
y no depende únicamente del uso o no de
la CEC. El