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Figura 5. Radiografía anteroposterior
de una paciente de 13 años
La paciente es portadora de escoliosis idiopática. Se evidencia la rotación
máxima de la vértebra apical, con una asimetría de los pedículos. En la imagen
adjunta, el efecto clínico de la deformidad de la columna vertebral.
Autorizado por paciente para publicación de fotos.
información es clave ya que, como se mencionó anteriormente, este
aspecto junto con el grado de severidad de la curva, son los principales
determinantes del riesgo de agravamiento.
Los controles radiológicos serán más frecuentes según mayor sea el
riesgo de progresión. Deben realizarse cada seis a ocho meses en curvas
moderadas en pacientes alejadas de la fase de crecimiento rápido, pero
se realizarán cada cuatro meses en curvas de igual magnitud, pero en
pacientes durante el
peak
de crecimiento. No se justifican controles
radiográficos con mayor frecuencia que cuatro meses, dado que es
improbable observar cambios significativos y supone un aumento en la
irradiación de los pacientes.
La escoliosis “genuina” o estructural presenta por lo menos una curva
primaria y una o más curvas compensatoria(s) que resultan del intento
reflejo de reposicionar la cabeza sobre el sacro para lograr el balance
coronal. Ocasionalmente, la curva compensatoria es igual de severa y
rígida que la primaria y, por lo tanto, indistinguible de ésta por lo que
se denomina doble curva. Así también, existen las triples curvas que son
aún menos frecuentes.
La escoliosis se denomina de acuerdo a la lateralidad en la convexidad
de su curva principal y a la ubicación de su vértebra apical o ápice
(vértebra más alejada de la línea media). Por ejemplo, una escoliosis
dorsal derecha -forma más frecuente de presentación- es aquella en
que la curva principal tiene su ápice en la región dorsal o torácica
de la columna y su convexidad está del lado derecho del paciente
(figura 5).
Figura 4. grado de
risser
La osificación se produce de lateral a medial cerrándose completamente el
cartílago de crecimiento en el Risser 5.
b. Resonancia Magnética
La Resonancia Magnética será indicada por el especialista toda
vez que se sospeche una patología del canal raquídeo (3,4). Esta
sospecha se basa en hallazgos neurológicos -incluso sutiles- a la
evaluación, curvas de conformación atípica (en particular curvas
torácicas izquierdas, con cifosis dorsal o curva severa de radio corto)
o por riesgo estadístico (paciente menor de 11 años al momento del
diagnóstico).
Siempre debe considerarse en la evaluación de una escoliosis congénita,
por la posible asociación con alteraciones congénitas ocultas del canal
raquídeo. El examen se extiende a lo largo de toda la columna en el
plano sagital y se agregan cortes transversales para detallar la base del
cráneo, unión cérvico-dorsal y cono medular, además de cualquier zona
sospechosa al corte sagital inicial.
Las alteraciones intrarraquídeas más frecuentemente encontradas en
la resonancia son: Malformación de
Arnold-Chiari,
médula anclada,
siringomielia y diastomatomielia. Es importante señalar que cuando
este hallazgo se produce, la escoliosis pasa a ser de tipo neuromuscular
y requerirá además de la evaluación de un neurocirujano.
c. Tomografía Computada
Las curvas muy severas pueden evaluarse mejor con radiografía oblicua
y en caso de curvas congénitas, la Tomografía Computada permite
delinear mejor los detalles de la anomalía vertebral, de importancia en
la planificación quirúrgica (3). Su indicación debe ser restringida debido
a la importante dosis de radiación ionizante asociada.
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(1) 99-108]