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superior e inferior de la o las curvas y un sistema que permita, ya
sea elongaciones repetidas -generalmente cada seis meses- o bien el
deslizamiento longitudinal de las barras unidas mediante un conector
que guía el movimiento sin impedirlo.
El atractivo de estos sistemas se opaca por los siguientes hechos
importantes: existe la necesidad de reintervenciones para elongaciones
repetidas; se producen frecuentes dislocaciones de los puntos de
fijación que se explican por la concentración de los ciclos de trabajo
en un número menor de puntos de fijación y, finalmente, se necesita,
una vez que completado el crecimiento o en cuanto se confirme que la
escoliosis se está agravando pese a tener un “tutor interno” implantado,
reemplazar el sistema crecedor por una corrección definitiva con puntos
de fijación múltiple y artrodesis.
Por este motivo, el uso de sistemas crecedores se justifica exclusivamente
cuando el riesgo mencionado arriba de desproporción de tronco es
importante. Una aproximación es el aporte de tablas de crecimiento
vertebral que predicen el efecto de una artrodesis temprana (6).
Las formas no-idiopáticas de escoliosis tienen elementos marcadamente
diferentes a las idiopáticas y se expresan tanto en los objetivos como
en la modalidad de la cirugía. Las escoliosis congénitas presentan
frecuentemente desafíos técnicos importantes, las neuromusculares
suelen exponer a un niño ya frágil por su capacidad respiratoria y
nivel nutricional a la necesidad de una cirugía de gran envergadura
y las sindromáticas pueden agregar dificultades generales y/o locales
asociadas a su condición de base.
6. Escoliosis congénitas
Las posibles alteraciones vertebrales congénitas resultan en una variedad
de presentaciones. En oportunidades la anomalía está restringida
sólo a una vértebra y será relativamente simple predecir su evolución
natural. Otras veces, la anomalía incluye múltiples segmentos y éstos
presentan además una morfología muy variada. En esta situación, suele
ser razonable controlar la evolución intentando descifrar el curso de la
deformidad y cuáles segmentos están resultando en los “motores” de
progresión. Si bien estos son casos que requieren de análisis individual,
existen algunas reglas generales aplicables a la mayoría de los casos:
•
Si se muestra un curso progresivo, se debe actuar y no permitir que
continúe el agravamiento
•
Todo niño con escoliosis congénita requiere descartar anomalías
intracanal raquídeo, idealmente con Resonancia Magnética, previo a
una cirugía
•
Se debe limitar a lo mínimo posible la extensión de la cirugía para
evitar una restricción importante del crecimiento del tronco
En casos de hemivértebras aisladas, esto último suele ser relativamente
simple, pero con anomalías múltiples resulta difícil y estos niños suelen
ser candidatos al uso de sistemas crecedores, con sus problemas
inherentes. Un ejemplo de esto, es el desarrollo reciente de un sistema
de fijación costal, el VEPTR, surgido de la necesidad de evitar el deterioro
inexorable de la función respiratoria de pacientes con malformaciones
vertebrales congénitas asociadas a malformaciones costales; el
Síndrome de Insuficiencia Torácica asociado a la progresión muchas
veces agresiva de esta displasia costovertebral (7). El método permite
corregir o contener la progresión de la escoliosis de manera indirecta
apoyándose en las costillas, evitando la artrodesis vertebral. Este sistema
crecedor específico ha resultado en un aporte importante para estos
casos, pero su tasa de complicaciones locales es significativa.
Los niños con hemivértebras aisladas que determinan curvas progresivas
se manejarán en cambio, con resección de la hemivértebra y fijación
Corrección mediante fijación posterior de escoliosis en una paciente de 12 años.
Autorizado por paciente para publicación de fotos.
Figura 7. Radiografías pre y post
operatorias
[Escoliosis en niños y adolescentes - Dr. Samuel Pantoja t. y col.]