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para alcanzar el ideal de belleza, desarrollándose insatisfacción corporal

en el 68 y 57% de las jóvenes y los jóvenes respectivamente, la cual

aumenta con la edad (53-55). Según el estudio de Caqueo-Urízar y

cols. (55) la influencia sociocultural más relevante para la aparición de

síntomas de TA es la publicidad para bajar de peso.

3. El rol del

weight/fat talk

(conversaciones sobre el peso y la figura)

Las conversaciones en relación al peso y la figura corporal son conocidas

como

weight talk

o

fat talk.

Específicamente, se refiere a conversaciones

ritualizadas, especialmente entre mujeres, sobre la apariencia física. En

su mayor parte ocurren en grupos (51) e incluyen temas tales como la

autocomparación con ideales de alimentación y hábitos de actividad

física, comparaciones con los hábitos de otros, temor a llegar al

sobrepeso, evaluación y descalificación de la apariencia física de otros

y de sí mismas estrategias o conductas para cambiar la forma corporal,

reemplazar las comidas y desarrollar musculatura (56-58). Ejemplos

de estas conversaciones son: “Estoy tan gorda”, “mis piernas son

enormes”, “debería ir al gimnasio”.

Este tipo de diálogos se ha normalizado en la época actual (59) y existe

suficiente evidencia para establecer una importante relación entre

fat talk

y un incremento de la insatisfacción con la imagen corporal a largo plazo,

a pesar de no haberse podido establecer una relación causal (56,58-60).

Así, no toda persona involucrada en

fat talk

está insatisfecha con su

cuerpo, sin embargo, muchas de ellas sienten la presión a responder en

forma autodescalificatoria por las expectativas del grupo en que se genera

esta conducta, como consecuencia del temor a la evaluación negativa de

los pares, reforzando una baja autoestima (57).

Los efectos del

fat talk

son transgeneracionales. Estudios poblacionales

muestran que las familias donde los padres se involucran en este tipo de

conversaciones, tienen hijos con mayor probabilidad de realizar dietas,

usar conductas no saludables para controlar el peso y presentar más

atracones (61). A veces, los padres sostienen estas conversaciones con

sus hijos, motivados por ayudarlos con problemas de peso. Sin embargo,

aún cuando el foco en estos casos es la preocupación, puede ser

contraproducente en el manejo del peso (35).

A través de los diferentes mecanismos anteriormente enunciados, se

concluye que la exposición al

weight/fat talk

se asocia a insatisfacción

corporal, conductas no saludables para el control del peso y síntomas

de TA. Indirectamente por lo tanto, también conduce a un aumento de

peso en el tiempo.

4. Las burlas o comentarios negativos en relación al peso

Ser víctima de burlas o comentarios negativos sobre el cuerpo es un

fenómeno altamente prevalente entre los niños, adolescentes y jóvenes,

que genera gran sufrimiento. Diferentes estudios señalan que entre un 20

y 50% de los jóvenes ha experimentado burlas en relación al peso (62-64).

Un estudio longitudinal de dos cohortes de adolescentes que se

siguieron durante 10 años (entre 1999 y 2010), mostró que las burlas

sobre el peso son un fenómeno que se mantiene relativamente estable

durante toda la adolescencia y hasta la adultez. Se vieron algunas

diferencias dependiendo del estatus nutricional y sexo de los jóvenes

del estudio. Tanto en mujeres como en varones, la prevalencia de burlas

fue mayor en adolescentes con sobrepeso, quienes fueron expuestos a

esta situación en forma constante a lo largo del tiempo. Entre el 23 y

29% de las mujeres y cerca del 18% de los varones reportaron recibir

comentarios dañinos acerca de su peso.Tanto en hombres como mujeres

la situación se mantuvo estable en la transición desde la adolescencia a

la adultez, salvo en los adolescentes varones tempranos donde hubo un

incremento hacia la adultez joven (63,64). Finalmente, llama la atención

que la prevalencia general de este fenómeno disminuyó desde 1999 a

2010, incluso en el grupo de adolescentes con sobrepeso.

Las burlas o comentarios dañinos en relación al peso tienen

consecuencias importantes en la vida de los jóvenes. Se asocian

con insatisfacción corporal, baja autoestima, vergüenza, síntomas

depresivos y riesgo de conductas alimentarias no saludables para el

control del peso (atracones, conductas restrictivas y purgativas). Estos

efectos son aún mayores en aquellos con sobrepeso u obesidad, por su

mayor exposición a este tipo de comentarios que los adolescentes de

peso promedio (64-66). Los efectos de estos comentarios son mediados

por la relación entre el adolescente que los experimenta y la persona

que los realiza y también por el estatus nutricional. Cuando las burlas

provienen de los padres y pares (incluyendo hermanos), los efectos

negativos son mayores, siendo un fuerte predictor de sobrepeso en el

tiempo y de desarrollo de atracones, tanto en adolescentes varones

como mujeres, situación que empeora en los adolescentes obesos (28,

32,34,36,64).

Dados los antecedentes anteriores se puede concluir que los adolescentes

y jóvenes, particularmente aquellos con problemas de sobrepeso, están

expuestos a una serie de factores de riesgo interrelacionados para

desarrollar TA y otros problemas en relación al peso y alimentación. A

continuación se examinan los efectos de esta interrelación en la práctica

clínica.

b. ¿Es posible que durante el tratamiento de la obesidad

pueda favorecerse un trastorno alimentario?

Una de las preocupaciones de los profesionales de la salud, es que

la participación activa de los adolescentes en programas para bajar

de peso pueda generar que algunos desarrollen un TA. La evidencia

publicada al respecto concluiría que si el tratamiento es realizado por

profesionales ello no ocurriría, pero es escasa y resulta probable que

algunos jóvenes con malnutrición por exceso tengan mayor riesgo de

desarrollar estos trastornos durante este tipo de tratamiento (67).

De hecho, quienes atienden adolescentes con TA reciben con cierta

periodicidad casos que se han desencadenado tras una atención

en la cual el profesional hizo una intervención que creyó favorecería

la disminución de peso, en un paciente cuyo estado nutricional le

preocupaba. No pretendiendo responsabilizar a los clínicos de estos

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(1) 24-33]