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Este artículo tiene como objetivo entregar a los profesionales de
la salud que atienden adolescentes, una serie de conocimientos y
recomendaciones que les permitan abordar la prevención y el manejo
de la obesidad minimizando los riesgos.
¿POR QUÉ PREOCUPARSE DE LA PREVENCIÓN DE LOS
TRASTORNOS ALIMENTARIOS EN LA ERA DE LA OBESIDAD?
EPIDEMIOLOGÍA Y ENTRECRUZAMIENTO
a) Epidemiología de la obesidad en la adolescencia y su
consecuencias
En la medida que Chile se ha desarrollado, también ha aumentado la
prevalencia de obesidad y sedentarismo en niños y adultos, llegando
a cifras cercanas a las de países desarrollados como Estados Unidos,
donde el porcentaje de adolescentes obesos entre 12 y 19 años
aumentó del 5% a casi el 21% entre 1980 y 2012 (1,2). En nuestro
país la prevalencia de obesidad en este grupo etario es de 9% en
mujeres y 13% en hombres. Sin embargo, al considerar el sobrepeso, la
prevalencia asciende a cerca de un 40% (3).
Estas cifras son preocupantes dadas las consecuencias de la obesidad,
tanto inmediatas como a largo plazo, en la salud y en el bienestar
general del adolescente. En el corto plazo, los jóvenes obesos tienen
más posibilidades de presentar factores de riesgo de alguna enfermedad
cardiovascular, como hipertensión arterial e hipercolesterolemia. En
una muestra de población de niños y adolescentes entre 5 y 17 años,
un 70% de los jóvenes obesos presentó al menos un factor de riesgo
para enfermedad cardiovascular (4). Además, los adolescentes obesos
tienen mayor probabilidad de desarrollar resistencia insulínica, diabetes
mellitus
tipo II, problemas a nivel osteoarticular, apnea del sueño y
síndrome de ovario poliquístico, entre otros (5,6). Finalmente, una de
las consecuencias más importantes en los jóvenes con obesidad es la
presencia de problemas psicológicos y sociales, como baja autoestima
y estigmatización (6). A largo plazo tienen mayor probabilidad de ser
adultos obesos, llegando esta cifra a ser tan alta como un 80% (7,8)
y presentar un mayor riesgo de problemas de salud como enfermedad
cardíaca, diabetes
mellitus
tipo II, cánceres, osteoartritis y menor
expectativa de vida, entre otras (9).
De este modo, la evidencia de las preocupantes consecuencias de la
malnutrición por exceso y su alta prevalencia, remarcan la necesidad de
prevenir y tratar esta condición.
b. Epidemiología de los trastornos alimentarios en la
adolescencia y sus consecuencias
Los TA, al igual que la obesidad, han experimentado un incremento
progresivo (10,11). Estas son enfermedades de salud mental serias
que afectan principalmente a mujeres adolescentes y jóvenes (12).
Sin embargo, el perfil de quienes los presentan se ha ido ampliando,
incluyendo hoy en día a personas de sexo masculino, diverso nivel
socioeconómico, distintas etnias, cada vez menores y de diferente peso,
tamaño y forma corporal (10,13-15).
A nivel internacional, la prevalencia reportada de TA en jóvenes oscilaba
entre 0,5 y 1% para Anorexia Nervosa (AN) (10,12,14) y entre 1-2 y
4% para Bulimia Nervosa (BN) (10-12,14), llegando hasta un 14%
en el caso de los Trastornos Alimentarios No Especificados (TANE),
una categoría residual (10). La publicación de la Quinta Edición del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)
(16), introdujo cambios que se han traducido en una reducción de la
frecuencia de esta última categoría, debido a la disminución del umbral
para el diagnóstico de AN y BN; y a la adición del Trastorno por Atracón
como un diagnóstico específico (17).
Hasta donde alcanza el conocimiento de las autoras, a nivel nacional se
ha publicado sólo un estudio que evidencia, entre otras, la prevalencia
de estas patologías en la población infanto-juvenil. Vicente y cols.
(18), mediante la aplicación de la Entrevista Diagnóstica para Niños
Versión IV (DISC-IV), encontró una prevalencia de TA de 0,3 % en
el último año, entre jóvenes de ambos sexos de 12 a 18 años de
edad, en una muestra nacional representativa obtenida en cuatro
provincias (Santiago, Concepción, Iquique y Cautín). La baja cantidad
hallada podría explicarse, entre otras cosas, a que el instrumento
empleado consideró solamente AN y BN, y no otros TA. El resto de
las publicaciones de la última década que dan luces acerca de la
prevalencia de TA en la población adolescente chilena, corresponden
a estudios sobre el riesgo de tener o desarrollar estos trastornos,
realizados mediante cuestionarios de
screening
. Éstos han encontrado
cifras de prevalencia de riesgo de TA en adolescentes escolarizados
que oscilan entre 7,4 y 12%, siendo mayores entre las mujeres (8,3
a 23%) (19-21).
El impacto actual de los TA en la salud de los adolescentes está dado
no sólo por el aumento de su prevalencia, sino también porque son
patologías que se asocian a una significativa morbilidad y mortalidad
médica y psiquiátrica (13,22). En cuanto a la morbilidad médica, los
TA pueden comprometer prácticamente todos los órganos y sistemas
corporales; y en el caso de los niños y adolescentes, afectar también
su crecimiento y desarrollo (15). Las complicaciones pueden ocurrir
en pacientes con cualquier estado nutricional (15) y algunas son
potencialmente irreversibles (compromiso de la talla, disminución de
la mineralización ósea y atrofia cerebral) (10,14,23). Incluso pueden
llevar a la muerte, como la prolongación y aumento de la dispersión del
intervalo QT, alteraciones que se asocian a arritmias cardíacas letales
(10,24). Por otra parte, la comorbilidad psiquiátrica es común en los
TA, especialmente los síntomas depresivos, los trastornos ansiosos y
el trastorno obsesivo-compulsivo (15,25). Los TA se asocian también
a trastornos de la personalidad, abuso de sustancias y conductas
autoagresivas (15,25). La conducta suicida contribuye de manera
importante a la mortalidad relacionada con estas enfermedades (13). Es
necesario destacar que la AN es el trastorno psiquiátrico que se asocia
a mayor mortalidad (13,15).
[Prevención de los trastornos de conducta alimentaria en la era de la obesidad: rol del clínico - ps. carolina lópez C. y cols.]