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7 AM
Levantada
7:30 AM
Desayuno: Café o cacao, pan con
mantequilla, uno o dos vasos de leche,
o uno o dos huevos crudos, o dos
huevos batidos en un vaso de leche o
jugo de carne.
8 AM
Ducha, Paseo.
9:15 a 10:15 AM
Cura de aire.
10:30
Almuerzo: carne asada, pan con
mantequilla, dos o tres huevos, uno o
dos vasos de leche, queso, compotas,
etc.
Paseo
11:30 AM a 12 M
Cura de aire.
1 PM
Comida: sopa, pescado, carne asada,
compotas, pudding, galletas, queso,
una botella de cerveza o agua de Seltz.
2 PM a 4 PM
Cura de aire.
4 PM
Merienda: uno o dos vasos de leche, o
uno o tres huevos crudos, pudiendo los
huevos tomarse batidos en un vaso de
leche o jugo de carne.
Paseo
5:30 a 6:30 PM
Cura de aire.
7 PM
Cena: carnes calientes o frías, legum-
bres, pan y mantequilla, queso y uno o
dos vasos de leche.
Cura de aire
9 PM
Un vaso de leche.
Acostada.
Se obtiene una idea general acerca del horario de actividades y
comidas diarias en la siguiente norma del Sanatorio de Bligny,
en Francia, publicada en Chile en 1910 (24).
Perspectivas de los pacientes internados
Basada en numerosos diarios y cartas de pacientes y ex
pacientes de sanatorios en Estados Unidos, Sheila Rothman
ha descrito las experiencias y sentimientos de los individuos
internados, como parte de un retrato de los aspectos sociales
de la consunción en la comunidad (25). Un primer aspecto que
destaca es la sorpresa con que algunos enfermos recibían el
diagnóstico de tuberculosis y la prescripción de internarse en
un sanatorio, aun cuando su sintomatología hacía altamente
probable que sufrieran de tisis. El segundo hecho destacable
era la sensación de ser enviados a un exilio, indicación agravada
por el desconocimiento de cuánto se prolongaría su internación,
que podía durar meses, años o todo el resto de su vida.
Debido a la tisiofobia que se desarrolló hacia fines del siglo XIX
y en el primer tercio del siglo XX, contraer la tuberculosis era
tan estigmatizante, que los enfermos a menudo intentaban
aminorar u ocultar ante sus familiares o amigos la causa de
su internación en un sanatorio, explicando que tenían “una
amenaza de tuberculosis”, o que se iban en viaje de placer o
a un merecido período de descanso. A su vez, los parientes
conocedores del motivo del viaje de los pacientes se esmeraban
en ocultárselo a otras personas, aduciendo pretextos tales como
trasladarse a una universidad lejana o ir a someterse a una
operación de hemorroides.
Las sensaciones y sentimientos de los pacientes al ingresar al
sanatorio dependían de variables como sus características
personales, su nivel socioeconómico y cultural, las instalaciones
y normas del establecimiento y el tiempo de permanencia en él.
Probablemente para todos era un alivio liberarse del ambiente
tisiofóbico del lugar en que vivían. Para algunos, especialmente
los más pobres, constituía una especie de oasis que les permitía
sustraerse a cargas como las abrumadoras responsabilidades
familiares, la explotación en el trabajo, el hacinamiento en
viviendas sórdidas y la esperanza de dejar la afición al alcohol.
Entre las perspectivas de orden positivo que implicaba para los
enfermos la estadía en el sanatorio se pueden mencionar las
siguientes: la esperanza de curación, la sensación de sentirse
apoyados al alternar con otros individuos en su misma situación,
el templar el carácter al sobrellevar con éxito la disciplina de la
institución. Algunos aprovechaban el mucho tiempo disponible
para estudiar, adquirir destrezas laborales o artísticas y redefinir
metas personales (26).
Para algún paciente proveniente de un medio social limitado,
las condiciones de vida en el sanatorio y las relaciones con
individuos de variados orígenes, educación y costumbres, la
experiencia del sanatorio constituyó el período más feliz de su
vida, le “abrió los ojos al mundo”, de tal modo que al ser dado de
alta se sintió “muy desgraciado al tener que volver a la realidad”
(27).
Por otra parte, una serie de elementos aportaba efectos
negativos que minaban el ánimo de los pacientes. En primer
lugar, la sensación de sentirse prisioneros en lugares apartados,
separados de sus familias y amigos. Los trámites de ingreso al
sanatorio, que muchas veces incluían baño, corte de pelo y
lectura del reglamento, acentuaban la impresión de entrar
a una cárcel. Con el correr del tiempo tendía a producirse un
distanciamiento y a menudo tirantez en las relaciones con el
personal, que debía hacer cumplir reglas estrictas en una rutina
de meses y aun años. La indefinición de la fecha en que se les
permitiría abandonar el sanatorio era una fuente de angustia
para los individuos que periódicamente veían irse de alta a
Horario de actividades y comidas diarias
[VIÑETA HISTÓRICA]
AM