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una influencia saludable y se preocupó de difundir esta idea.
Junto con W. J. Holsboer levantó un balneario terapéutico, el
Kuranstalt Spengler-Holsboer en 1868.
La construcción de una línea ferroviaria fue determinante
para que surgieran en Davos hoteles, sanatorios y villas que
acogían a pacientes tuberculosos acaudalados y a entusiastas
del esquí. Además, en pensiones y casas particulares se ofrecía
hospedaje a precios inferiores. Así Robert Louis Stevenson, que
padecía de tuberculosis, por indicación médica se trasladó a
Davos, donde permaneció desde 1880 hasta 1882, período en
que escribió la mayor parte de “La isla del tesoro” (19). Arthur
Conan Doyle, el autor de las novelas de Sherlock Holmes, vivió
en Davos desde 1893, debido a la grave afección pulmonar
de su esposa, a quien le habían pronosticado pocos meses
de vida; allí su salud experimentó cierta mejoría, y en 1897
regresaron a Inglaterra.
El arribo de pacientes de distintas partes del mundo para
someterse al régimen de reposo y respirar el aire glacial
fortalecía la economía de la región, donde los enfermos
llegaron a ser más numerosos que los habitantes sanos.
Alrededor de 1930 se estimaba que en Davos había doce mil
pacientes al año (20).
Thomas Mann visitó el Waldsanatorium de Davos durante
cuatro semanas desde el 15 de mayo al 12 de junio de 1912,
con ocasión de la enfermedad de su esposa Katya, quien
permaneció seis meses en el establecimiento. Él volvería por
unos pocos días en 1921. La experiencia impulsó a Mann a
escribir la notable novela “La montaña mágica”, publicada en
1924. En ella se describe la vida de un sanatorio en Davos:
el régimen del establecimiento, la evolución clínica de los
pacientes, sus relaciones y sentimientos. A través de los
pensamientos y diálogos de sus personajes, el autor analiza
latamente los problemas políticos e intelectuales que sacudían
a Europa a comienzos del siglo XX.
Entre los pacientes que llegaron a Davos en busca de trata-
miento, cabe mencionar a tres que provenían de Chile:
El Dr. Sótero del Río se recibió de médico en 1922 y trabajó en
el Servicio de Medicina del Hospital del Salvador en Santiago.
En 1924 fue enviado a estudiar Anatomía Patológica en
Europa: entre otras, hizo una estadía en el Instituto del
profesor Pierre Masson en Estrasburgo, donde conoció a Luisa
Schäfer, con quien tiempo después contraería matrimonio. Al
volver a Chile, una tos pertinaz y el compromiso del estado
general revelaron que estaba afectado por una tuberculosis
pulmonar. Se dirigió a Davos, donde se internó en la
Pensión Rosenhügel. Se recuperó rápidamente y durante
su convalecencia concurrió al Sanatorio Clavadel, vecino a
Davos, donde actuó como médico asistente y se especializó
en Tisiología. A su regreso, fue uno de los creadores de
dicha especialidad en Chile, ministro de Estado e impulsor
de distintas instituciones de importancia decisiva para la
medicina social en el país (21).
El doctor Rodolfo Rencoret, llegó a ser profesor de Anatomía
y de Cirugía y Decano de la Facultad de Medicina de la
Pontificia Universidad Católica de Chile. Se tituló de médico
en 1925; al año siguiente enfermó de tuberculosis pulmonar,
y se trasladó a Davos para una cura sanatorial; ignoramos en
qué establecimiento estuvo internado. Restablecido de su
enfermedad, volvió a Chile en 1928 (22).
Manuel Peña relata la entrevista que sostuvo en Davos en 1991
con el profesor Hartmut Schoefer, que investigaba acerca de las
personas hospedadas en el Waldsanatorium, cuando Thomas
Mann llegó a visitar a su esposa. La hipótesis de su trabajo
consistía en que Mann se inspiró en algunos huéspedes para
crear personajes de su obra. Schoefer había encontrado que
el mismo día en que firmó el novelista el libro de registros, se
inscribía un paciente de 27 años procedente de Valparaíso,
Chile. Según las indagaciones ulteriores de Peña, se trataba de
Juan Gosch, que permaneció un año en el establecimiento, para
después volver a Chile a hacerse cargo de los negocios de su
padre. Su hija refirió que el joven había trabado amistad con
el escritor, con el que solía compartir caminatas alrededor del
sanatorio (23).
Régimen sanatorial
En general, las condiciones de los sanatorios y su régimen
interno se ceñían a las orientaciones básicas emanadas de la
experiencia de Brehmer y Dettweiler. Sin embargo, como ya se ha
anticipado, en diferentes tipos de institución se daban diversos
énfasis a algunos aspectos. Por ejemplo, la importancia de la
ubicación del establecimiento (en altura, en clima frío, en clima
templado, en regiones costeras o campestres), la intensidad
de los planes de ejercicio, la estrictez en el cumplimiento de
un programa, que variaba desde una simple internación con
el compromiso de una vida sana en algunos sanatorios, hasta
una comunidad con normas rígidas que debían cumplirse al
pie de la letra. Algunas instituciones favorecían actividades de
terapia laboral; otras –en general pertenecientes a agrupaciones
benéficas con atención gratuita– contaban con que los pacientes
cuya condición física lo permitiera desempeñaran trabajos de
índole doméstica o jardinería, con el objeto de disminuir los
costos de mantención. En el caso de las curas de reposo al aire
libre, también había variaciones: la prescripción extrema no
permitía poner los brazos detrás de la cabeza, ni leer, ni oír radio:
en Saranac, convertida en una verdadera ciudad sanatorio, la
radioemisora enmudecía entre las 2 y las 4 de la tarde.
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(3) 409-418]