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Ante estos adelantos que se estaban dando en el mundo, el

Dr. Mamerto Cádiz creó el

Servicio de vacunación anti-

rábica

en Santiago de Chile el año 1896, bajo la dirección

técnica del

Dr. Teodoro Muhm Agüero

. El Dr. Muhm trajo

desde Argentina el virus atenuado y la metodología para

fabricar la vacuna en conejos con el método de Pasteur. Vacunó

a las primeras cinco personas en los primeros meses de 1896,

de los cuales uno falleció por recibir el tratamiento 13 días

después de haber sido mordido por un perro rabioso. Así se

inició la terapia antirrábica en Chile.

La vacuna antirrábica

Hasta antes de la creación de la vacuna antirrábica por Louis

Pasteur la mortalidad de la rabia era prácticamente de un

100% tanto en animales como en humanos. Pero el químico

francés creó un método para tratarla.

El método de Pasteur se basaba en todos los conocimientos

previos, pero agregaba otros descubiertos por él. Él estudió la

rabia en conejos y logró, tras laboriosos experimentos, un virus

con virulencia fija (a diferencia de los virus que se encuentran

de manera natral, que tienen una virulencia variable).

Además se dio cuenta de que la médula espinal disecada de

conejos muertos por rabia, si se exponía durante un tiempo a

aire seco y estéril, perdía virulencia. Una vez establecido este

punto, Pasteur pudo crear suspensiones de médula espinal

con distinto grado de virulencia. Mientras más tiempo estu-

viera la médula expuesta al aire seco, menos virulencia tenía

la muestra.

Diseñó entonces un sistema de vacunación con esta suspen-

sión de médula de conejo en el que se inyectaba, de manera

subcutánea y diaria, una dosis que era cada día de mayor viru-

lencia (es decir, tenía menos días de exposición al aire que la

dosis anterior) y que permitía una exposición gradual al agente

de la rabia por parte del vacunado.

Con este método logró tener perros inmunes a la rabia. En

este estado de sus experimentos se encontraba cuando realizó

la primera vacunación de seres humanos en 1885. Un año y

medio después se habían vacunado con este sistema casi 2500

personas.

Sin embargo, con el uso de la vacuna aparecieron también

sus complicaciones: los llamados accidentes

neuroparalí-

ticos

. Estos accidentes mortales que aparecieron luego de

la masificación de la inmunización antirrábica, fueron el gran

problema de este tratamiento. Clínicamente se expresaban

como meningoencefalitis, meningoencefalomielitis, encefa-

litis, mielitis y polirradiculoneuritis. La causa de muerte de los

que presentaban estas complicaciones se asociaba frecuente-

mente a complicaciones respiratorias secundarias.

Luego de muchas investigaciones, en la década de 1920 se

llegó a la conclusión de que la frecuencia de aparición de estos

accidentes estaba relacionada con la cantidad de tejido cere-

bral de conejo presente en la suspensión inyectada y se trató

de disminuir la masa cerebral en las vacunas. En los años 40 se

descubrió que al utilizar cerebros de ratones lactantes de menos

de 10 días no se producían accidentes paralíticos. Se propuso

además que el mecanismo que explicaba estos accidentes era

una respuesta inmunológica del paciente frente a uno de los

componentes de la solución utilizada para la inmunización.

Posteriormente se descubriría a la

mielina

como su causante.

En este momento de la historia es cuando aparece Eduardo

Fuenzalida.

Eduardo Fuenzalida Loyola

Nació en la ciudad de Curicó, el 18 de octubre de 1911, del

matrimonio formado por don Luis Fuenzalida y doña Laura

Loyola. Su padre era un agricultor que, aunque estaba domici-

liado en la ciudad de Curicó, pasaba la mayor parte del tiempo

en una hacienda llamada “Potrero Grande” realizando los

trabajos propios de la administración agropecuaria. Eduardo

Fuenzalida estudió inicialmente en su ciudad de Nacimiento,

pero las humanidades las hizo en Santiago. Primero en el Liceo

Barros Arana, como alumno externo, y luego en el Liceo de

Aplicación. En Santiago vivió con un tío materno, don Pedro

León Loyola Leyton (1889-1978) quien fuera un destacado

filósofo chileno y rector de la Universidad de Chile.

En 1931, a los 20 años, ingresó a estudiar Medicina Veterinaria

en la Universidad de Chile. Los que lo conocieron durante esta

período de su vida concuerdan en que era un hombre afable,

alegre y amigo de sus amigos. Pero también con un pensa-

miento crítico muy desarrollado y orientado a la investigación.

Se tituló de Médico Veterinario en 1935 con su tesis “Diagnós-

tico Precoz del embarazo de la yegua mediante la reacción de

Friedman” (La técnica de la reacción de Friedman-Brouha es

una técnica de diagnóstico biológico de embarazo en la que se

inyectan intravenosamente 15 a 20 ml de orina de una mujer

embarazada a un conejo hembra que se sacrifica 24 a 48 horas

después. Al examinar sus ovarios se evidencian folículos hemo-

rrágicos, lo que confirma el embarazo).

Una vez graduado, fue contratado por el Ejército de Chile como

oficial (Teniente, Médico veterinario) y destinado a la Escuela

de Infantería de San Bernardo y se desempeñó también como

docente de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Univer-

sidad de Chile.

[VIÑETA HISTÓRICA-

Dr. Juan Pablo Álvarez A.

]