Table of Contents Table of Contents
Previous Page  106 / 116 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 106 / 116 Next Page
Page Background

814

todos los mamíferos y clínicamente produce es una encéfalo-

mielitis aguda. Su vía de transmisión puede ser directa (a través

de mordeduras, lamidos o rasguños producidos por el animal

enfermo) o indirecta (inhalación de secreciones o incluso tras-

plante de órganos de individuos enfermos). Este virus tiene

distintos genotipos, siendo el genotipo 1 (Rabia clásica) el más

frecuentemente aislado en América. Sin embargo, existen otros

10 genotipos descritos en el mundo.

Hasta hace 50 años los reservorios de este virus eran princi-

palmente los animales domésticos (perro y gato), pero en las

últimas décadas se ha encontrado un nuevo reservorio en los

quirópteros (murciélagos), los que han sido responsables de los

últimos casos de rabia humana de los que se tiene registro, ya

que ellos portan el virus de manera endémica.

Desde el punto de vista patogénico, el virus ingresa al organismo

a través del contacto de la saliva de un enfermo o portador con

una herida y, a través de los axones de los nervios periféricos

alcanza al sistema nervioso central (SNC). Si el virus se inocula en

el músculo, se multiplica en él y a través de las placas neuromus-

culares, después de un período variable de tiempo, por los axones

de las fibras motoras alcanza también el SNC. Por lo tanto, puede

multiplicarse tanto en fibras motoras como sensitivas.

El periodo de incubación puede ir de 1 a 3 meses, pero puede

oscilar desde una semana hasta más de un año.

Es fácil imaginar que esta enfermedad, que está presente en

todos los continentes, excepto en la Antártida, haya sido un

gran flagelo.

Su letalidad fue antes de la creación de la vacuna, era cercana

al 100%.

La rabia en el mundo, Latinoamérica y en Chile

Se sospecha que la rabia puede haber llegado al nuevo mundo

con la colonización europea a través de los perros que acom-

pañaban a los conquistadores. Según algunos autores la

enfermedad habría aparecido en América del Sur en 1803 y

específicamente en Perú en 1807. Sin embargo, la primera

comunicación clínica sobre la rabia de la que se tiene registro

en nuestra nación fue la hecha por don

Pedro Segundo

Videla Órdenes

el 14 de abril de 1879, en su tesis para optar

al título de licenciado en Medicina. Don Pedro Videla Órdenes

fue cirujano primero de la Armada de Chile y estuvo desti-

nado a la corbeta “Covadonga”, falleciendo el 21 de mayo de

1879 al recibir el buque un cañonazo hecho desde el monitor

“Huáscar” durante el Combate Naval de Iquique. Antes de su

memoria, no existía descripción sobre la rabia. Es más, algunos

galenos la desconocían y otros negaban su existencia en estas

latitudes.

Figura 2. Dr. Teodoro Muhm Agüero.

© 2015 COLECCIÓN MUSEO NACIONAL DE MEDICINA.

Facultad de Medicina Universidad de Chile.

En Europa, en

1804

, Zinke ya había inoculado la rabia de un

perro enfermo a otro, demostrando la transmisibilidad de la

enfermedad. También se había demostrado el poder de trans-

misión de la saliva en los animales enfermos.

Pasteur, en su ya célebre intervención en julio de

1885

, trató

a un niño de ocho años llamado Joseph Meister que había sido

mordido por un perro rabioso. Utilizó 14 inyecciones subcutá-

neas de una suspensión preparada a partir de médula espinal

de conejo infectada y disecada. El niño no enfermó de rabia.

En octubre de ese año volvió a repetir la vacunación, pero esta

vez a un adulto, un pastor llamado Juan Bautista Jupille, quien

tampoco enfermó. Esto demostró que esta enfermedad podía

ser tratada de manera exitosa con un método científicamente

probado: el método Pasteur.

Esta noticia se propagó por el mundo. Argentina también se

interesó y el nuevo tratamiento llegó en 1886 a través de un

médico argentino que estaba tratando de especializarse en

el área pediátrica con el Dr. Joseph Grancher, colaborador de

Pasteur. El Dr. Desiderio Davel trajo el método para fabricar

la vacuna creada por Pasteur y la utilizó prontamente. El

4 de septiembre de 1886 la aplicó en dos niños, hermanos

que llevaron a Buenos Aires desde Montevideo, mordidos por

un perro rabioso. Fue un éxito rotundo. Ambos hermanos se

salvaron y se creó el Instituto Pasteur de Buenos Aires, hoy

Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, dedicado al inicio solamente

al tratamiento y prevención de la rabia y actualmente a todas

las zoonosis.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(6) 813-818]