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En 1936 contrajo matrimonio con María Isabel Ruiz Aldunate
y comenzó una nueva etapa en su vida, tanto personal como
profesional, al tomar un cargo en el Instituto Bacteriológico
de Chile.
Se fue a vivir a una parcela, llamada “San Jorge”, que quedaba
en el camino que en esos años llevaba a Puente Alto. En esta
parcela, que era propiedad del Instituto Bacteriológico,
desarrolló los test de diagnóstico de embarazo que utilizó
en su tesis y con la ayuda de su esposa, trabajó en investi-
gación de manera permanente. En años posteriores se tras-
ladó a vivir más cerca del Instituto, en Ñuñoa, donde siguió
trabajando en temas relacionados con la fiebre aftosa y la
rabia llegando a ocupar el cargo de Jefe del Departamento
de Microbiología del Instituto de Bacteriología. Tuvo tres
hijos: Luis Eduardo, Pedro Carlos y Jorge. De ellos uno fue
médico veterinario.
La vacuna Fuenzalida-Palacios o CRL
Una vez que se tuvo claro que la vacuna antirrábica era efectiva,
la investigación se centró en disminuir sus complicaciones. En
este contexto recordemos que ya se habían demostrado los
siguientes eventos:
- Los accidentes neuroparalíticos disminuían a medida que
disminuía la masa de tejido nervioso de conejo inyectada en
suspensión.
- El cerebro de ratones de menos de 10 días de edad (ratones
lactantes) no producen, o en mucha menor frecuencia, acci-
dentes paralíticos.
- En cerebro de ratón lactante se puede obtener una cantidad
de virus casi cien veces superiores, por gramo de tejido, a lo
que se obtiene en cerebro de conejo adulto.
Por lo tanto, se podía desarrollar una vacuna en ratones, que
tuviese menos complicaciones y sin disminuir su capacidad
inmunizante. Y esa fue la idea que motivó la investigación.
Eduardo Fuenzalida hizo equipo, para esta empresa, con el Dr.
Raúl Palacios Von Helms. El Dr. Palacios trabajaba en el Instituto
de Bacteriología y era virólogo encargado del área de virología
del Instituto. Tenía una gran experiencia en laboratorio clínico.
Incluso estuvo 12 meses en Estados Unidos, financiado por
la fundación Guggenheim (1939-1940), especializándose en
virología y específicamente en el virus de la rabia. ¡Qué mejor
compañero como para realizar este proyecto! Sin embargo,
no fue un proyecto aparatoso ni divulgado. Solo se perseguía
hacer un descubrimiento que ayudara a los semejantes, pero
como parte de las funciones del Instituto.
Uno de sus hijos recuerda ese período como normal, sin
grandes expectativas y a su padre lo recuerda trabajando como
siempre: metódico, ordenado, amigo de sus amigos, pero
siempre dedicado al trabajo del laboratorio. En más de una
oportunidad lo acompañó a los laboratorios los días sábado y
domingo para “cosechar” cerebros de ratones y más de una vez
tuvieron de mascota a algún afortunado roedor que se salvó de
los experimentos. Incluso recuerda cómo utilizaban las cucha-
rillas de curetaje en el laboratorio para extraer el tejido cere-
bral rico en virus de la rabia.
En este ambiente nació la famosa vacuna de cerebro de
ratón lactante, o CRL o como se conoció después,
la vacuna
Fuenzalida-Palacios.
El resultado de los estudios de la vacuna
fue presentado el 18 de octubre de 1954 en la reunión de la
Sociedad Chilena de Salubridad. Inicialmente se utilizó sola-
mente en animales, sin embargo, a medida que los procesos
de producción se fueron estandarizando y la vacuna se fue
probando en más animales de experimentación, se decidió
probarla en humanos. En 1958 el Dr. J.M. Borgoño, epidemió-
logo del Servicio Nacional de Salud junto a Eduardo Fuenzalida
y Raúl Palacios probaron la vacuna en voluntarios del liceo poli-
técnico de San Bernardo. Se vacunaron 31 con la CRL y 33 con la
vacuna Pasteur de cerebro de conejo. El estudio demostró que
la nueva vacuna de cerebro de ratón lactante era 50 a 100 veces
más eficiente en la generación de inmunidad que su predece-
sora.
Ahora sí que el impacto de la vacuna traspasó las fronteras
chilenas. En 1960 el Servicio Nacional de Salud de Chile (SNS)
autorizó el uso de la vacuna en humanos. En 1963 Uruguay auto-
rizó el uso de la vacuna en sus fronteras; en 1964 la adoptaron
Argentina y Perú; en 1965 Brasil y Venezuela. En 1966 lo hizo
Colombia. En 1967 fue adoptada por México y Cuba. En 1969
Ecuador y Guatemala la adoptaron también. Finalmente toda
Latinoamérica la adoptó como terapia contra la rabia. La vacuna
Fuenzalida – Palacios había alcanzado rápidamente su madurez.
Fue un gran avance contra la rabia y por sus cualidades se
utilizó en Chile hasta el 2002. El 2003 fue reemplazada por
otro tipo de vacunas, que se preparan ya no en cerebros de
animales sino en líneas celulares aisladas. Estas nuevas vacunas
generan mayor inmunidad y por su puesto mucho menos
riesgo de accidentes neuroparalizantes.
Después de la vacuna CRL
Don Eduardo siguió trabajando en la vacuna contra la rabia.
Sin embargo, ya era una persona con mucha experiencia en
el rubro. Es por eso y por sus publicaciones e investigaciones,
en 1965 fue contratado por la oficina Panamericana de Salud
(OPS) como investigador y consultor en el tema de la rabia en el
Centro Panamericano de Zoonosis, en Buenos Aires, Argentina.
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(6) 813-818]