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dades importantes como la hipertensión arterial, diabetes

tipo II, cardiopatía coronaria, ciertas neoplasias malignas

como el cáncer colorrectal y trastornos musculoesquelé-

ticos (4).

Existen diversos tratamientos para la obesidad que van

desde manejo dietético y ejercicio hasta la cirugía bariátrica,

con mejores resultados a largo plazo. Esto ha provocado un

aumento en el número de procedimientos realizados (5),

lo que se traduce en una mayor cantidad de pacientes que

presentan bajas de peso masivas con excedentes cutáneos que

se transforman en un nuevo problema una vez se ha alcanzado

el peso deseado.

La cirugía de contorno corporal generalmente es excisional, es

decir extirpa el tejido redundante, lo que facilita el desarrollo

de las actividades de la vida diaria, la higiene personal (7, 8) y

lleva a mejoría significativa de la autoestima y la percepción

de la imagen corporal. La cirugía de contorno corporal invo-

lucra operaciones de todo el ámbito de la cirugía estética.

Las operaciones que se realizan con frecuencia son abdomi-

noplastía (anterior y circunferencial), mamoplastía reductiva

y mastopexia, paniculectomía, braquioplastía y

lifting

de

muslos.

Historia

La búsqueda de la operación ideal para bajar de peso

comenzó hace más de 60 años, siendo la primera, el bypass

yeyunoileal en 1950, con graves complicaciones. En 1970

se describe la gastroplastía y en 1994 se realiza la primera

serie de casos laparoscópicos, con baja tasa de complica-

ciones y buenos resultados a largo plazo (9) (Figura 1).

La cirugía de contorno corporal también ha ido evolucio-

nando, con la introducción de la liposucción y la acepta-

ción de procedimientos resectivos más agresivos. Se inicia

hace más de cien años, cuando el Dr. Kelly en 1899 realizó

la primera paniculectomía resecando un espécimen de

7450 grs. Posteriormente, en 1967 Dr. Pitanguy publica su

serie de 300 lipectomías abdominales (10, 11).

Las intervenciones en los brazos de los pacientes con baja

de peso se inician en la década de 1920 con Thorek (12).

Las extremidades inferiores también sufren los efectos de

la baja de peso y la fuerza de gravedad, a inicios del siglo

20 los Drs. Kelly y Noel realizan resecciones locales de piel

de los muslos en conjunto con la lipectomía abdominal. En

cuanto a los cambios conformacionales mamarios, tanto en

hombres como mujeres con baja de peso, desde la década

de 1960 distintos autores comienzan a describir técnicas

utilizadas hasta hoy en día (13-15).

Figura 1. Bypass gástrico en Y-Roux

Schauer P, Brethauer S. Weight loss surgery: state of the art. Rubin P,

Matarasso A. Aesthetic Surgery After Massive Weight Loss. 1ed. Philadel-

phia, PA. USA. Saunders, Elsevier. 2007. Cap 1, pág 3.

Dujarrier introduce en Francia en 1921 la idea de la lipoas-

piración, que inicialmente se realizó con un instrumento de

curetaje uterino, con complicaciones graves. En la misma

década Pierre Fournier desarrolla la lipoescultura y la técnica

de lipoaspiración seca, luego Illouz describe la técnica

húmeda, modificada por Klein en 1987, quien describe la

técnica tumescente, y demuestra su seguridad y eficacia

revolucionando la práctica de la lipoaspiración (16, 17).

Evaluación preoperatoria

Es crucial para determinar el mejor momento para la cirugía

plástica posbariátrica y diseñar una estrategia quirúrgica

que permita resolver en forma adecuada las necesidades de

estos pacientes. En la mayoría de los casos existen varios

segmentos comprometidos y por lo tanto deben priorizarse

las cirugías, ya que en ocasiones son combinables, pero en

otras debe optarse por resoluciones secuenciales.

Historia clínica

Es necesaria una anamnesis completa con un registro

adecuado de la fecha y tipo de cirugía bariátrica realizada,

que orientará al estado nutricional actual y la magnitud de la

baja de peso. Es fundamental conocer la curva de descenso,

definiendo el momento de la estabilización de éste, lo que

permitirá predecir la estabilidad de los resultados de la

eventual cirugía de contorno corporal.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(1) 83-92]