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El principal problema actual es la falta de evidencia clínica para

el amplio uso de este tipo de terapia, a la fecha hay más de

120 ensayos clínicos registrados en el sitio web del Instituto

Nacional de Salud Norteamericano (clinicaltrials.gov) y muchas

instituciones académicas, privadas y hospitales se encuentran

realizando estudios con ASCs (21). Es cierto que ya existen

protocolos de procesamiento de acuerdo a las guías de buenas

prácticas de manufactura (GMP) (22), pero aún faltan estudios

aleatorizados con resultados contundentes y además no hay

un pronunciamiento favorable de las diferentes sociedades

científicas en nivel mundial respecto al tema clínico.

Las regulaciones respecto el uso clínico de ASCs varían

dependiendo del país. En Estados Unidos pueden ser consideradas

como “producto tisular” o como “producto celular”. Los productos

tisulares deben cumplir normas estrictas de preparación,

almacenamiento y transporte para ser utilizados, mientras que los

productos celulares caen dentro de la categoría “droga biológica”

y debe ser testeada su eficacia en estudios de fase 1, 2 y 3. Por

lo tanto, el debate actual se centra en si la digestión enzimática

y uso clínico de la SVF constituye mínima manipulación del

tejido o se pasa a la categoría de droga biológica. En la última

actualización de la FDA al respecto consideran la digestión

enzimática y disrupción mecánica más que mínima manipulación

de tejido, ya que se eliminan componentes estructurales

de soporte, alterando las características originales del tejido

(http://www.fda.gov/BiologicsBloodVaccinesGuidanceCompliance

RegulatoryInformation/Guidances/Tissue/ucm427795.htm).

Sobrevida del tejido adiposo injertado

La teoría clásica de “sobrevida celular” sostiene que el tejido

adiposo trasplantado se mantiene vivo en tejido receptor si recibe

una adecuada nutrición (23). Por otro lado, existe la teoría de

“reemplazo celular” que sostiene que gran parte de los adipocitos

mueren y son subsecuentemente reemplazados por una nueva

generación durante los primeros tres meses. Esta novedosa teoría

propuesta por Kotaro Yoshimura evidencia como las ASCs trabajan

en respuesta a los cambios microambientales, tales como la

isquemia y las fuerzas mecánicas (24, 25).

El tejido adiposo no es sólo un órgano almacenador de

energía, también es un órgano endocrino, que libera múltiples

hormonas como leptina y adiponectina, regulando homeos-

tasis. Se compone de adipocitos, ASCs, células vasculares, peri-

citos, fibroblastos, macrófagos, linfocitos y tejido conectivo. El

tamaño de un adipocito es entre 50 y 150 µm y vive aproxi-

madamente 10 años en humanos. Las ASCs se localizan alre-

dedor de los capilares, responden ante la isquemia liberando

factor de crecimiento vascular y se diferencian en adipocitos y

células endoteliales (26). Los adipocitos muy grandes de indi-

viduos obesos mueren de isquemia relativa y son rodeados por

los macrófagos inflamatorios M1.

La remodelación del tejido adiposo es un balance entre la

apotosis/necrosis y la adipogénesis mediada por las ASCs. En

los tejido deficientes de células, como irradiados o crónica-

mente inflamados, cualquier tipo de remodelación del tejido

adiposo o cicatrización se ven limitada; por lo que el injerto

graso permitiría fertilizar este territorio y sería teóricamente

la solución correcta (27). La atrofia adiposa de la edad sería un

desbalance de este reemplazo celular.

Dentro de los componentes del tejido adiposo, los adipocitos

son más susceptibles de morir en condiciones isquémicas. En

contraste, las ASCs pueden permanecer vivas hasta tres días

y se pueden activar por señales de las células moribundas,

contribuyendo a la adipogénesis y angiogénesis (24, 25).

Luego del injerto graso, el tejido es sometido a isquemia y se

nutre por difusión plasmática proveniente del tejido receptor

por unos pocos días hasta la revascularización. Esto resulta en

muerte de muchos adipocitos en las primeras 24 horas y libe-

ración de múltiples factores procedentes tanto del tejido mori-

bundo como del tejido receptor. El tejido se infiltra de células

inflamatorias y luego de 72 horas las ASCs son activadas y tratan

de reparar el daño en conjunto con otras células (24, 28).

En los primeros tres meses luego del injerto existe un período

de remodelación sin adipogénesis. El injerto es categorizado

en tres zonas de la periferia al centro (1).

Sobrevida

(superfi-

cial),

regeneración

(intermedia), y

necrosis

(central) (figura 4).

La demarcación de la zona de sobrevida (100-300 µm de

grosor) de la zona de regeneración se define a la semana,

mientras que la demarcación entre la zona de regeneración y

la de necrosis ocurre entre la 2 y la 4 semana. La muerte de los

adipocitos ocurre desde las 24 horas de injerto y los adipocitos

muertos son rodeado por macrófagos M1 para fagocitosis,

sin embargo, el proceso de reabsorción toma meses. Por lo

tanto, el injerto puede mantener su volumen en las primeras 4

semanas aún existiendo necrosis. Los nuevos y pequeños prea-

dipocitos aparecen alrededor de los adipocitos muertos, sepa-

rados por una capa de macrófagos entre la 1º y 2° semana,

en la zona de regeneración y reemplazan a los muertos total-

mente a los tres meses. Mientras tanto, no se observa rege-

neración en la zona de necrosis. El radio de las 3 zonas puede

variar, dependiendo de la vacularidad del tejido receptor y de

los cuidados postoperatorios(24).

Aunque el

peak

del proceso de regeneración ocurre a 4

semanas, se completa a los 3 meses. La estabilización persiste

por varios meses y la reducción del volumen se puede apre-

ciar hasta el año. Los remanentes oleosos pequeños son

absorbidos por los macrófagos, mientras que las gotas de

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(1) 93-106]