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[PIE DIABÉTICO: ¿PODEMOS PREVENIRLO? - Dra. Oriana Paiva M. y col.]

espontáneas (Figura 1). La neuropatía motora, por su parte,

podrá manifestarse con atrofia muscular y debilidad, que

puede llevar a alteración en la estabilidad de la marcha.

Producirá traumatismo interno, responsable de la hiperpresión

plantar que se manifiesta por la hiperqueratosis (callos). La

neuropatía autonómica implica pérdida de la función de las

glándulas sudoríparas, lo que lleva a piel seca, predisponiendo

al agrietamiento de la piel e infecciones. También se puede

manifestar con un pie falsamente caliente por pérdida de tono

vascular simpático periférico, que aumenta el flujo arterial distal

y puede conducir a edema, osteopenia y en un grado mayor, a

neuroartropatía de Charcot. A medida que pasa el tiempo, pese

a los tratamientos que son más bien sintomáticos, el paciente

presentará una pérdida notable y progresiva de la sensación de

protección distal. Este problema es irreversible y puede elevar

significativamente el riesgo de pérdida de la extremidad. Los

pacientes llegan a ser incapaces de detectar un traumatismo en

el pie y, por lo tanto, no hay respuesta al dolor. Esto hace que

incluso una pequeña ampolla puede progresar a úlcera crónica

y amputación en corto tiempo si no es pesquisada a tiempo.

Figura 1. Pie neuropático, deformidades del pie

• Enfermedad vascular periférica

La enfermedad arterial periférica oclusiva (EAOC) inducida

por diabetes afecta a los pequeños y grandes vasos de las

extremidades (Figura 2). La reducción del flujo limita el

aporte de sangre distal y exacerba los cambios producidos

por la neuropatía. Las grandes arterias encargadas de otorgar

este flujo distal son la arteria tibial posterior, arteria tibial

anterior y la arteria peronea. La incidencia de EAOC es 4 veces

más frecuente en diabéticos que en no diabéticos, aumenta

con la edad y la duración de la diabetes. La hipertensión, la

dislipidemia y el tabaquismo, factores de riesgo clásicos para

la enfermedad cardiovascular, favorecen aún más el daño.

En la EAOC no sólo se afectan las grandes arterias; los diabéticos

con frecuencia desarrollan enfermedad microarterial. Se

produce lesión endotelial con posterior esclerosis, que lleva

a un capilar limitado, con pérdida en la capacidad de la

función autorregulatoria del tono. La migración de leucocitos

y la difusión de oxígeno se deteriora (6). El aumento

de la derivación arteriovenosa asociado con neuropatía

autonómica, lleva a hiperemia e inflamación, aumento de la

permeabilidad capilar y formación de edema, disminuyendo

la capacidad de respuesta a una lesión. Además, la íntima y la

media de las arterias de diabéticos con frecuencia contienen

un exceso de calcio (esclerosis de Monckeberg), haciéndolas

rígidas y no compresibles. Por todo esto, la intervención

macrovascular exitosa no necesariamente se correlaciona con

una adecuada perfusión del tejido y su microvasculatura. Por

lo tanto, se debe intentar pesquisar el daño en forma precoz,

antes de la formación de úlceras. Se puede observar atrofia

de la piel, piel delgada y brillante, pérdida de vello, piel fría.

La claudicación intermitente no siempre está presente, pero

debe buscarse.

Figura 2. Enfermedad arterial oclusiva distal.

Isquemia aguda

• Daño microvascular en el pie diabético

La hiperglicemia crónica lleva a un aumento en la actividad de

la vía de los polioles, con incremento de sorbitol y posterior a

ello de fructosa, generando estrés oxidativo. Así, aumenta la

producción de superóxidos en la mitocondria que inactivan el

óxido nítrico y contribuyen a disfunción vascular, impidiendo

una correcta reparación y promoción de la angiogénenesis,

migración y proliferación de fibroblastos, células epiteliales,

endoteliales y queratinocitos. Por otro lado, favorece la

acumulación de productos de glicación avanzada (AGEs),

implicados en la patogénesis de las complicaciones diabéticas

incluyendo alteración de la cicatrización de heridas. Estos