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INTRODUCCIÓN
La Medicina Materno Fetal (MMF), ha emergido como un
área de desarrollo específico dentro de la obstetricia, cuyo
propósito es implementar estrategias de predicción, diag-
nóstico y tratamiento de un conjunto de condiciones que
afectan el embarazo y que ponen en riesgo la salud de
la madre, el feto o de ambos. En la mayoría de los países
constituye una subespecialidad y se accede a través de un
programa formativo, posterior al ciclo de especialización
en Obstetricia y Ginecología, que ocupa entre dos y tres
años. La MMF incorpora conocimientos, técnicas diag-
nósticas, procedimientos y terapéuticas avanzadas para el
manejo de condiciones médicas, quirúrgicas, obstétricas,
fetales y genéticas complejas. La capacidad para evaluar
malos resultados obstétricos previos y proyectar estrate-
gias tendientes a minimizar nuevos eventos adversos, es
una tarea central de esta subespecialidad que fue recono-
cida como tal en Chile a partir del año 2014. Sin embargo,
el trabajo médico encargado de proveer cuidados en estas
condiciones, ha existido siempre y se ha denominado en
nuestro medio con distintos apelativos, como Alto Riesgo
Obstétrico, Embarazo Patológico, o Perinatología. Recién
en los últimos años se ha convertido en una área profesional
definida, que se inserta dentro de un trabajo colaborativo y
complementario con todos los profesionales involucrados
en el cuidado de la salud de la mujer gestante y su feto,
interrelacionándose obstetras, matronas, neonatólogos,
médicos familiares y generales y variadas otras especiali-
dades que concurren en la resolución de problemas espe-
cíficos que afectan la salud del binomio madre- hijo.
La manera cómo se implemente ese trabajo colaborativo
multi profesional, da lugar a variadas formas de orga-
nización con sus distintos niveles de complejidad, para
dar respuesta a las necesidades de las diferentes comu-
nidades, con acento en la comunicación efectiva de los
profesionales y de estos con los pacientes y sus familias.
Niveles de complejidad del cuidado prenatal
La primera gran tarea de los cuidados de la salud durante
el embarazo, es proveer el acceso precoz y efectivo de
toda la población gestante a los programas de cuidado
prenatal, los cuales se organizan en distintos niveles de
complejidad. Esta tarea se ve estimulada por el trabajo
colaborativo de especialistas, sub especialistas, médicos
familiares, enfermeras y matronas, que desde distintas
vertientes del cuidado médico en hospitales y princi-
palmente desde la atención primaria, pueden reconocer
grupos de mujeres expuestas a embarazos con caracterís-
ticas particulares y promover consejerías pre concepcio-
nales, prenatales y post natales.
El primer nivel de complejidad está definido por lo que
se ha denominado el control prenatal rutinario, estructu-
rado en nuestro medio bajo la red de cuidados en centros
de salud de baja complejidad en la Atención Primaria de
Salud (APS). Este es el núcleo del sistema de salud de un
país y forma parte integral del desarrollo socioeconómico
de una comunidad. Es el primer nivel de contacto de los
individuos, familias y las comunidades con el sistema de
salud (1). Algunas de sus tareas son captar y controlar
a todo el universo de gestantes, orientar y educar a la
mujer y a su familia sobre los cuidados básicos durante
el embarazo, realizar exámenes de laboratorio de rutina
y ultrasonido básico, seguimiento de la evolución del
embarazo, reconocimiento de factores de riesgo y refe-
rencia hacia los otros niveles de cuidado de salud de la
mujer gestante. Esta tarea esencial en Chile, es desarro-
llada por las matronas o enfermeras matronas, nutricio-
nistas y lamentablemente, solo de manera aislada, por
obstetras.
El segundo nivel, está estructurado en torno a los Policlí-
nicos de Alto Riesgo Obstétrico, generalmente adosados a
los hospitales de referencia de las distintas zonas geográ-
ficas, lo cual implica el traslado físico de las mujeres a
centros distantes de sus lugares de residencia. Aquí los
profesionales a cargo de estas tareas están conformados
por equipos de nutricionistas, matronas y obstetras con
experiencia en materias de alto riesgo obstétrico. Lamen-
tablemente, los médicos materno fetales no superan
los 55 en el país y la mayoría de los servicios públicos
y muchos privados de este nivel de complejidad, no
cuentan con estos profesionales. Las tareas más funda-
mentales a este nivel, son evaluar gestantes con factores
de riesgo detectados en la atención primaria, o manejar
complicaciones médicas u obstétricas ya diagnosticadas.
Igualmente se realizan exámenes de ultrasonido de
mediana complejidad y existen estrategias de referencia,
consultorías y hospitalizaciones si así se requiere.
El tercer nivel de complejidad se encuentra representado
por los hospitales base, que igualmente tienen varia-
ciones significativas en cuanto a dotación de profesio-
nales y recursos técnicos, de una zona geográfica a otra.
Básicamente constituidos por maternidades y unidades
de neonatología, permite la vigilancia estricta de condi-
ciones complejas de salud de las madres o sus fetos, diag-
nóstico y terapia fetal avanzados, laboratorios y recursos
de genética, interrelación con sub especialistas como
hematólogos, neurólogos, cardiólogos, cirujanos infan-
tiles y neonatólogos. En este nivel debiera concentrarse
la actividad de médicos materno fetales, sin embargo en
nuestro medio, dista mucho de ser un realidad (2).
[Organización y desarrollo de una Unidad de Medicina Perinatal - Dr. Carlos Barrera]