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[Malformaciones de la pared abdominal - Dr. Carlos Díaz y cols.]

Onfalocele

Embriológicamente existe un onfalocele fisiológico

hasta las 11 semanas de gestación, luego de lo cual su

persistencia es patológica. Se asocia a cromosomopatías

(Trisomía 18 y 13) (2, 3), siendo este riesgo mayor a menor

edad gestacional (50% a las 12 semanas y 15% a término)

debido a la letalidad de las patologías anteriormente

señaladas. La asociación con otras malformaciones

alcanza el 65% de los casos (3, 4).

La etiología del onfalocele no es del todo conocida,

aunque existen diversas teorías que se han propuesto,

incluyendo la falla en el retorno del intestino medio a

la cavidad abdominal después de las 10-12 semanas,

el fracaso en el cierre de la región mesodérmica lateral

que impide un plegamiento central y la persistencia del

cuerpo tallo más allá de 12 semanas.

Incidencia.

La incidencia del onfalocele es de uno cada

4000 recién nacidos vivos.

Diagnóstico.

El diagnóstico por ultrasonido se

realiza por la persistencia de la herniación umbilical

después de las 12 semanas de gestación. Se observa

la presencia de una herniación central con la inserción

del cordón umbilical en su ápice y está cubierta por

una membrana de peritoneo (5). El contenido puede

ser intestinal (Figura 4 ) y/o hepático (Figura 5). Se

sugiere correlacionar el tamaño del defecto midiendo

la relación del diámetro transversal del onfalocele y el

diámetro transversal del abdomen y en teoría si esta

relación es más del 60% se puede entender que el

hígado está contenido, si es menor el contenido sería

sólo intestinos. El uso de Doppler color ayuda a la

identificación de los vasos hepáticos en el interior del

saco herniario. Cuando el hígado esté contenido en el

saco herniario se considerara grande y en su ausencia

pequeño.

Diagnóstico diferencial:

El diagnóstico diferencial se

debe realizar con otros defectos mayores de la pared

abdominal y/o torácico: Pentalogía de Cantrell (onfalocele

alto, hernia diafragmática anterior, hendidura esternal,

ectopia cordis, defecto cardíaco); extrofia vesical o

cloaca, ano imperforado, atresia colónica y defectos

de las vértebras sacras (6, 7). También se debe pensar

en el Síndrome de Beckwith-Wiedemann (prevalencia

1:14000) si se está en presencia de onfalocele asociado

a macrosomía fetal y macroglosia; estos recién nacidos

presentan hipoglicemia y 5% de ellos desarrollan

nefroblastomas y hepatoblastomas (8).

Es más probable que el onfalocele esté asociado con otras

anomalías e incluso puede tener más relación con otros

síndromes cromosómicos o genéticos, en comparación

con otros defectos de la pared abdominal como la

gastrosquisis. Hasta en un 45-88% se puede asociar con

diferentes anomalías como cardíacas, genitourinario,

gastrointestinal, musculoesqueléticos, del tubo neural

y cuello cabeza defectos. Las anomalías cromosómicas

están presentes en el 40-60% de los fetos con onfalocele

e incluyen trisomías 18, 13 y 21, Turner, Klinefelter y

síndromes con triploidía. En los defectos pequeños las

alteraciones cromosómicas llegan al 60%, en los defectos

grandes solo el 5%.

Figura 4. Onfalocele pequeño

Se observa asas intestinales en saco.

Figura 5. Onfalocele grande

Se observa hígado incluido en el saco del defecto.