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[FARMACOLOGÍA EN EL PACIENTE NEUROCRÍTICO, FOCO EN LA TERAPIA ANTICONVULSIVANTE - Q.F. Milka Darlic y col.]

profilaxis (9,14). Estas mismas guías, adicionalmente reco-

miendan el uso de nimodipino oral en todos los pacientes

con HSA, debido a la amplia evidencia en la mejora de los

resultados neurológicos (evidencia clase I, nivel A) (9). Este

vasodilatador cerebral, al ser metabolizado vía CYP P450

3A4, se ve afectado en gran medida por inductores fuertes

de estas isoenzimas como la fenitoína, que puede llegar a

disminuir el AUC plasmática de nimodipino hasta en 86%

(15,16). Esta interacción es de alta relevancia clínica en

el tratamiento de la HSA, debido al extenso data uso de

nimodipino con el fin antes mencionado y de fenitoína, que

históricamente ha sido el FAE más utilizado, como profilaxis

anticonvulsiva en esta patología (10,13,17). No obstante, la

evidencia destaca los efectos adversos, la metabolización,

las interacciones y los factores de seguridad en el uso de

fenitoína, en especial, su asociación a deterioro funcional

y cognitivo, dosis-dependiente (17). Es probable que por

esta razón actualmente se ha observado un aumento en el

uso de levetiracetam, incluso por sobre la fenitoína (18,19),

pero sin la evidencia suficiente, que permitiera avalar a uno

por sobre el otro (13,14,17-19).

En el traumatismo encefalocraneano

Uno de los riesgos inminentes del traumatismo encefa-

locraneano (TEC) son las crisis convulsivas post traumá-

ticas (CCPT). Existen las de aparición temprana, que se

presentan los primeros siete días de ocurrido el trauma,

teniendo una incidencia del 2.1 al 16.9% (20). Alrededor

del 25% de los pacientes que presentan estas crisis,

podrían volver a tener en los meses o años siguientes

(21,22). Por otro lado, las CCPT de aparición tardía son

las que se presentan luego de los siete días de ocurrido

el TEC, con una incidencia que va del 1.9 a más del 30%

(20). Aproximadamente, el 80% de los pacientes que

cursa con estas crisis, podría presentar más de una crisis

a lo largo de su vida. Las heridas penetrantes tienen la

mayor incidencia de generar CCPT, pudiéndose presentar

en aproximadamente el 50% de los pacientes (23), mien-

tras que lesiones como la fractura de cráneo, hema-

tomas subdurales (HSD), hematomas intracerebrales

(HIC), representan un incidencia de CCPT del 20 al 25%

(24). Es necesario evitar las crisis convulsivas post trau-

máticas tempranas y tardías. Sin embargo, es también

importante evitar los efectos adversos y neuroconduc-

tuales de los FAEs, en especial, por su potencial toxicidad

e inefectividad previniendo crisis (25). Las guías actuales

del manejo de TEC mencionan que usar FAEs en epilepsia

o crisis convulsivas post traumáticas es necesario, sin

embargo, no recomiendan el uso de estos fármacos para

prevenir las CCPT tardías. Es por esta razón, que iniciar la

profilaxis anticonvulsiva luego de la primera semana de

ocurrido el TEC, no sería conveniente (23,25).

FÁRMACOS ANTIEPILÉPTICOS

Debido a los múltiples efectos adversos asociados a la

farmacocinética de los antiguos FAEs (reacciones idio-

sincráticas, reacciones adversas agudas o crónicas a nivel

del SNC, interacciones farmacocinéticas/farmacodiná-

micas y su potencial teratogenicidad), durante las últimas

décadas, ha habido un impulso sustancial en la introduc-

ción de nuevos FAEs para el tratamiento farmacológico de

la epilepsia y de las CC. Este incremento se evidencia en

la Figura 1, que representa la evolución cronológica de

la incorporación de los FAEs a la práctica clínica, y que

muestra que los primeros nueve FAEs tardaron alrededor

de 70 años en introducirse al mercado, mientras que la

incorporación de los nueve nuevos FAEs tardó sólo 20

años, por la necesidad de brindar mayor seguridad a la

terapia anticonvulsivante (26,27).

Dentro de los FAEs antiguos de mayor relevancia clínica,

por su gran eficacia y extenso uso en el tratamiento de

epilepsia, de estatus epiléptico y de profilaxis anticonvul-

siva, se encuentra la fenitoína, antecedente que se respalda

por la reciente declaración de la ILAE (

International League

Against Epilepsy

) en el 2013, que ha establecido a la fenitoína

dentro de los cuatro FAEs con mayor eficacia clínica, nivel de

evidencia A, en el tratamiento de crisis focales (28). Otros

FAEs antiguos, como el ácido valproico (VPA) y el fenobarbital

(PB), no cuentan con la evidencia y la efectividad necesaria

para su uso en la profilaxis anticonvulsivante (11,18,29,30),

además de asociarse a reacciones adversas características,

tales como hepatotoxicidad, trombocitopenia y neutropenia

en el caso de VPA, y hepatotoxicidad, deterioro cognitivo y

ataxia, asociado al uso de PB (31). Por lo tanto, teniendo en

cuenta estas consideraciones, es que el uso de los antiguos

FAEs como la fenitoína, es controversial, debido a su ciné-

tica característica, que le confiere baja seguridad. Adicio-

nalmente, se ha evidenciado que en unidades de paciente

neurocrítico, alrededor del 43% de los pacientes podría

desarrollar CC refractarias a los FAEs de primera línea (anti-

guos) (32,33). Por esta razón, los nuevos FAEs representan

alternativas de mayor seguridad, presentando cinéticas

lineales, escasas interacciones y efectos adversos. Este es el

caso de levetiracetam, que a pesar de contar con un par de

décadas de uso clínico, también ha sido considerado por la

ILAE dentro de los cuatro FAEs con mayor eficacia clínica, en

el tratamiento de crisis focales (28). De la misma forma, la

lacosamida también representa una nueva alternativa, pero

que aún requiere de experiencia y evidencia clínica para

posicionarse en cuanto a su efectividad (34-36).

Fenitoína

Debido a la eficacia de Fenitoína (FNT) como FAE y anti-

convulsivante, es que ha sido utilizada ampliamente en