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INTRODUCCIÓN

Las crisis convulsivas (CC) son una complicación frecuente

luego de una lesión cerebral aguda o de una patología

que requiera de una intervención neuroquirúrgica, siendo

un ejemplo de estos los tumores, la hemorragia suba-

racnoidea y el traumatismo encefalocraneano. Estas CC,

pueden llevar a un aumento de la presión intracraneana,

hipoxia, e incluso a resangrado posterior a una hemo-

rragia subaracnoidea, pudiendo verse afectado el estado

neurológico del paciente y en última instancia, aumen-

tando la morbi-mortalidad (1). El tratamiento tradicional

y estandarizado de las CC se basa fundamentalmente

en la administración de fármacos antiepilépticos (FAEs)

que incrementen el umbral crítico, tanto en situaciones

agudas como a largo plazo y que de esta forma inhiban

la aparición o impidan la propagación de la CC, sin modi-

ficar el sustrato patológico que genera la susceptibilidad

de base. El tratamiento farmacológico de las CC y de la

epilepsia presenta tres escenarios distintos: prevención

primaria de las crisis convulsivas, tratamiento de las crisis

convulsivas en situaciones agudas y prevención secun-

daria a largo plazo de las crisis epilépticas. A pesar de

que la incidencia de las CC varía en gran medida según el

grado de lesión neurológica, localización de la lesión, y las

intervenciones realizadas, el uso de FAEs en la profilaxis

anticonvulsiva es una práctica común, pero controversial.

Esto, debido a que los FAEs más utilizados corresponden a

los FAEs antiguos (fenitoína, ácido valproico, fenobarbital,

etc.), que a pesar de representar una alternativa efectiva

en el manejo y prevención de las CC, se han asociado a

peores resultados debido a sus características farmacoci-

néticas, que determinan sus interacciones farmacológicas

y hace necesaria la medición de niveles plasmáticos, a su

estrecho margen terapéutico y a sus reacciones adversas

(2,3).

El propósito de este artículo es hacer una revisión de la

literatura y de las directrices actuales, en la profilaxis y el

tratamiento de las crisis convulsivas en el paciente neuro-

crítico y de los fármacos antiepilépticos más utilizados en

este ámbito, con el fin de optimizar su uso.

PROFILAXIS ANTICONVULSIVA

En Tumores

La incidencia de crisis convulsivas asociadas a tumores

supratentoriales, varía entre el 20 al 80% según el tipo

de tumor (Tu Glioneuronales, incidencia del 70-80%, en

especial, en pacientes con lesiones frontotemporales e

insulares; gliomas de bajo grado, 60-75% en lesión fron-

totemporal, insular y superficial; gliomas de alto grado,

25-60% en lesión del lóbulo temporal, superficial y grado

III de la OMS; meningiomas, 20-50%, principalmente por

edema peritumoral; metástasis, 20-35%, asociada a mela-

noma y cáncer de pulmón) (4,5). La literatura y las guías

actuales de tratamiento no recomiendan el uso habitual de

FAEs como profilaxis anticonvulsiva, por la posible incom-

patibilidad con el tratamiento citostático (6) (ciclofosfa-

mida, irinotecan, paclitaxel, etc) (5). En caso que fuese

necesaria la terapia anticonvulsiva, se deben considerar

los factores individuales de cada paciente (edad, sexo,

disfunción de órganos, comorbilidad y terapia concomi-

tante) en la elección del FAE a utilizar. Como regla general,

se debería evitar el uso de inductores fuertes de la CYP3A4

como la carbamazepina, oxcarbazepina, fenitoína y feno-

barbital, debido a que la interacción podría compro-

meter la quimioterapia concurrente (5). Por esta razón, la

evidencia y las guías recomiendan levetiracetam y ácido

valproico como FAEs de elección para las crisis focales,

características en este tipo de paciente. Si la monoterapia

llegara a ser ineficiente, se recomienda la terapia combi-

nada con ambos fármacos, pudiendo ser sinérgica. Otros

FAEs recomendados, pero con menor evidencia reportada,

serían la lacosamida y lamotrigina (4,5,7,8).

En Hemorragia Subaracnoidea por Aneurisma

De las hemorragias subaracnoideas (HSA) espontáneas,

el 75-80% son secundarias a la ruptura de un aneurisma

cerebral, pudiendo ser único en la mayoría de los casos

y múltiple en aproximadamente el 15% de ellos (9,10).

Actualmente, se ha establecido que la incidencia de las CC

después de la HSA se encuentra entre el 6 al 18%, carac-

terizándose las de aparición temprana que pueden ocurrir

incluso previo a la evaluación médica. Estudios retrospec-

tivos han identificado varios factores de riesgo asociados a

la aparición de CC en HSA, incluyendo aneurismas ubicados

en la arteria cerebral media, el diámetro del aneurisma,

presencia de hematoma intracerebral, resangrado, infarto,

bajo grado neurológico e historia de hipertensión (9,11).

Por otra parte, la presencia de CC post HSA, se ha asociado

a mayor probabilidad de resangrado, que es una de las

complicaciones tempranas más importantes de esta pato-

logía, relacionándose a una morbimortalidad aproximada

del 80% (12,13). El uso profilactico de FAEs en HSA, es

controversial, siendo el principal factor de controversia la

seguridad, debido a que está relacionado a peores resul-

tados neurológicos y a prolongación de la hospitalización.

Las guías de la “

American Heart Association/American Stroke

Association

” (AHA/ASA) y de

Messé et al

en el 2009, esta-

blecen que el uso de FAEs profilácticos puede ser consi-

derado en el período post-hemorrágico inmediato o en

los primeros siete días posteriores a la ruptura del aneu-

risma. Sin embargo, no hacen sugerencias respecto a los

antiepilépticos específicos que se pueden utilizar para la

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(5) 671-681]