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que correspondía a lo que en ese momento definió como

neumonía atípica (3). Fue Chanock en 1963 quien cultivó

exitosamente este microorganismo, lo clasificó como una

bacteria del género

Mycoplasma

y más tarde recibió su

nombre completo,

Mycoplasma pneumoniae

(4).

Los avances en las técnicas de diagnóstico microbiológico

y de biología molecular han permitido mejorar la descrip-

ción del cuadro clínico y aislar otros agentes infecciosos

capaces de provocar una neumonía con presentación

clínica similar.

ETIOLOGÍA

Los microorganismos atípicos representan hasta un tercio de

las NAC (5, 6).

Mycoplasma pneumoniae

es la principal causa

de neumonía atípica (7), le sigue en frecuencia

Chlamydophila

pneumoniae

(8) y en forma casi anecdótica

Legionella

pneumophila

que tiene mayor incidencia en Europa. Los virus

respiratorios y otros agentes infrecuentes como la

Coxiella

burnetii

(Fiebre Q) escapan a esta revisión.

MYCOPLASMA PNEUMONIAE

Microbiología-Epidemiología

Mycoplasma pneumoniae

es una bacteria pequeña, con DNA

de doble hebra, pleomórfica, sin pared celular y agente intra-

celular obligado. Causa entre el 10 y el 40% de las neumonías

adquiridas en la comunidad en niños (9), encontrándose en

el grupo de mayores de 5 años, las frecuencias más elevadas

(cercanas al 40%). La infección ocurre durante todos los meses

del año, observándose cierto aumento en otoño y primavera

cuando los virus respiratorios han disminuido. Se observan

brotes epidémicos cada 4 a 7 años que se han atribuido a la

disminución de la inmunidad de rebaño y a la introducción de

nuevos subtipos en la población (10).

La incidencia de infección es 4 por 1000 niños por año, siendo

mayor en poblaciones cerradas o en familias numerosas (11).

La infección del tracto respiratorio inferior es más común

comenzando la edad escolar (5 años), pero está siendo cada

vez más reconocida en niños pequeños. Un estudio realizado

en Italia entre octubre 2005 y agosto 2006, en 866 niños

con diagnóstico de infección del tracto respiratorio inferior,

detectó -mediante PCR en muestra faríngea- 102 casos posi-

tivos para

Mycoplasma pneumoniae

. De ellos, un 38% corres-

pondía a menores de 5 años, incluyendo 8 lactantes menores

de 8 meses de edad (12).

Las reinfecciones por

Mycoplasma pneumoniae

pueden

ocurrir, sin embargo estos episodios habitualmente son

de menor gravedad que la primoinfección. Se ha descrito

además que tras un primer cuadro grave, las reinfecciones

son menos probables (11).

Patogenia

La evolución clínica dependerá de la virulencia del agente

y de la respuesta inmune del huésped. El mecanismo de

contagio por

Mycoplasma

pneumoniae

ocurre de persona a

persona mediante transmisión por gotitas, con un período de

incubación de 2 a 3 semanas. Figura 1.

Una vez inhalado se une al epitelio respiratorio donde

progresivamente desencadena un proceso inflamatorio (13).

La bacteria se adhiere a la mucosa a través de un organelo

especializado, la ausencia de pared celular del

Mycoplama

pneumoniae

facilita el contacto estrecho con la célula

huésped garantizando el intercambio de los componentes

necesarios para su crecimiento y proliferación, luego

radicales peróxido y superóxido producen stress oxida-

tivo celular. Una ADP-ribosiltransferasa conocida como

toxina del síndrome de distress respiratorio adquirido en

la comunidad (CARDS) se une a la proteína A del surfac-

tante y penetra en la célula huésped por endocitosis. Esta

toxina produce ciliostasis, fragmentación nuclear y esti-

mula la producción de citoquinas y una reacción inflama-

toria celular aguda produciendo daño en la vía aérea. La

cantidad de toxina producida se correlaciona con la seve-

ridad de la enfermedad (10).

Otro importante factor de virulencia del

Mycoplasma

pneumoniae

es la presencia de lipoproteínas con potentes

propiedades inflamatorias: MALP-2, P48 y M161Ag. Estas lipo-

proteínas modulan la respuesta inmune del huésped vía recep-

tores tipo Toll, cuya estimulación se relaciona con la producción

de citoquinas que promueven la migración de linfocitos y

neutrófilos y la inflamación en el tejido pulmonar (14).

Mycoplasma pneumoniae

también puede estimular linfocitos B

y T e inducir la formación de autoanticuerpos que reaccionan

con variados tejidos del huésped. La bacteria puede ser opso-

nizada por el complemento o anticuerpos. Los macrófagos

activados migran hacia el sitio de la infección. Neutrófilos,

linfocitos T CD4+, linfocitos B y células plasmáticas infiltran

el pulmón y una intensa respuesta inmune humoral produce

anticuerpos contra varias proteínas y lípidos inmunogé-

nicos. La producción de anticuerpos puede estar ausente en

pacientes inmunocomprometidos (10).

La localización intracelular del

Mycoplasma

pneumoniae

puede ser responsable de la protección de la bacteria frente a

anticuerpos y antibióticos, lo que sumado a la inmunomodu-

lación del huésped, permite que se establezcan infecciones

persistentes y fenómenos autoinmunes (15).

[NEUMONÍA POR AGENTES ATÍPICOS EN NIÑOS - Dra. Erika Inostroza y col.]