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[NEUROPATOLOGÍA: DIAGNÓSTICO CON BIOLOGÍA MOLECULAR - Dr. Facundo Las Heras MD PhD y col.]

INTRODUCCIÓN

Las neoplasias del sistema nervioso central (SNC) consti-

tuyen menos del 2% de la totalidad de los tumores en el ser

humano. Sin embargo, suelen afectar a niños y personas en

edad productiva, a veces con consecuencias devastadoras (1).

Desde su origen en 1979, la organización mundial de la salud

(OMS) ha editado 4 textos conocidos como el

“libro azul”

para

clasificar los tumores del SNC (2). Hasta el año 2014, estos

tumores se diagnosticaban sólo con técnicas histopatológicas

de rutina (tinción de hematoxilina/eosina) e inmunohistoquí-

mica, conservando así cierto criterio de subjetividad del obser-

vador. En el año 2016 la OMS publica la nueva clasificación de

los tumores del SNC, incorporando estudios de biología mole-

cular en el diagnóstico anatomo-patológico de los tumores

primarios del SNC, algo impensado tan solo años atrás (3).

Historia de los tumores gliales

Los gliomas son los tumores primarios más frecuentes del SNC

y forman un grupo heterogéneo de neoplasias con múltiples

tipos histológicos y grados de malignidad (4). Se originan

a partir de células progenitoras de la glía, cuyo desarrollo

asemeja en la mayoría de los casos una estirpe astrocitaria

u oligodendroglial (5). Dichos tumores pueden infiltrar difu-

samente el parénquima cerebral o situarse solo focalmente,

habiendo una correlación genética con su comportamiento

biológico en cada escenario (3).

Desde 1884, año en que se diagnosticó y trató quirúrgica-

mente el primer glioma, estas neoplasias han demostrado un

pronóstico pobre, con un crecimiento agresivo y una sobre-

vida que en el mejor de los casos alcanza los 2 años para

lesiones de grado mayor (6).

Las limitaciones de la neurocirugía de inicios del siglo XX

hacían que el tratamiento quirúrgico de estos tumores en

ciertos casos fuese peor que la evolución natural de la enfer-

medad. Sin embargo, era éste el único tratamiento posible,

incluyendo extensas lobectomías e incluso hemisferecto-

mías, las que además de generar graves secuelas motoras no

aportaban mayor sobrevida (6).

Con el advenimiento de nuevas tecnologías, los escenarios

quirúrgicos han cambiado, logrando procedimientos cada

vez más efectivos y con mejores resultados funcionales

postoperatorios. Entre estos cambios se incluyen la moni-

torización córtico-subcortical, el uso de anestésicos más

seguros, la cirugía vigil (tumores ubicados cerca del área del

lenguaje) y cuidados post-operatorios en modernas unidades

de cuidados intensivos. Además los avances en el entendi-

miento biológico de estas neoplasias han generado nuevas

herramientas terapéuticas, con la creación del término poli-

terapia, que incluye cirugía, radioterapia y quimioterapia (6).

Biología Molecular en Gliomas

Quizás uno de los descubrimientos más importantes en la

biología molecular de los gliomas se produce en el año 2010

con la identificación de mutaciones en el gen de la isoci-

trato deshidrogenasa IDH 1 y 2, ubicados en el codón 132

y 172 respectivamente. La mutación de este gen es posi-

tiva en la gran mayoría de los gliomas infiltrativos difusos

(astrocitomas y oligodendrogliomas) así como en un 10%

de los glioblastomas (7,8). Múltiples estudios relacionan la

presencia de dicha mutación con un comportamiento menos

agresivo de estos tumores, diferenciándolos además de otras

lesiones con similar histopatología (9-11). Un ejemplo de

este hecho es la diferenciación entre gliosis, que es la reac-

ción de las células de la glía ante cualquier noxa al tejido

nervioso, versus un astrocitoma difuso grado II (12). En la

figura 1 se muestra la expresión de la mutación IDH en un

astrocitoma y la ausencia de expresión en gliosis inespecífica

(11,12).

Otro problema frecuente para el neuropatólogo avezado es

definir si un glioma infiltrativo se asemeja a la estirpe astro-

citaria u oligodendroglial. Gracias al aporte de la biología

molecular, se ha identificado co-deleción de los brazos de

los cromosomas 1p y 19q en neoplasias oligodendrogliales,

con implicancias terapéuticas y pronósticas. Por otra parte,

la ausencia de la co-deleción favorece el diagnóstico de

astrocitoma (14). Además, la presencia de la co-deleción 1p

19q tiene implicancias clínicas. Trabajos prospectivos rando-

mizados demostraron mejor respuesta en el tratamiento con

poliquimioterapia conocida como PCV (procarbazina/lomus-

tina/vincristina) versus el uso de radioterapia únicamente,

con una media de seguimiento de 10 años (13,14).

En pacientes con glioblastomas, avances tecnológicos en

terapias “

target

” han mejorado la sobrevida en algunos casos.

La presencia de metilación del gen MGMT se ha asociado a

mayores beneficios en la terapia específica con el uso de

Temozolamida, versus aquellos tumores con ausencia de la

metilación, demostrado en estudios prospectivos randomi-

zados en concomitancia al uso de radioterapia post-opera-

toria (15,16).

Importancia del problema

Los tumores del SNC representan aproximadamente un 1.4%

de todas las neoplasias, causando un 2.4% de muertes por

cáncer al año en los

EE.UU

. (1). Los casos nuevos en

EE.UU

.

en el año 2016 son 23770, con un número estimado de

muertes de 16050 muertes/año (1).