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[MANEJO DE LOS TUMORES CEREBRALES ASTROCÍTICOS Y OLIGODENDROGLIALES - Dr. Enrique Concha y cols.]
Las lesiones primarias del sistema nervioso central fueron
clasificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
siendo la versión más reciente la de 2016. Esta clasificación
de importancia pronóstica, gradúa las lesiones en 4 grupos.
Se analizará el tratamiento de los tumores astrocíticos y
oligodendrogliales del cerebro, seleccionando aquellos que
son más frecuentes. Los tumores menos frecuentes y aque-
llos que serán tratados como problemas especiales como los
relacionados a epilepsia, serán presentados en un artículo
separado.
TUMORES DE BAJO GRADO
CIRUGÍA
Tumores Astrocíticos Grado I OMS
Astrocitoma pilocítico. Son frecuentes en edad pediátrica
aunque pueden encontrarse en adultos jóvenes. Tienden
a ser sólido-quísticos y se localizan preferentemente en
el cerebelo, pero también pueden estar presentes en el
tercer ventrículo y en los nervios ópticos.
Cuando pueden ser extirpados en forma segura y sin causar
un déficit neurológico, la extirpación en bloque de la lesión
sólida debería ser curativa. Esto es válido fundamental-
mente para las lesiones localizadas en el cerebelo, que es
un órgano con gran potencial de recuperación funcional.
En el otro extremo, la extirpación en bloque de una lesión
localizada en la vía óptica, con alta probabilidad producirá
un déficit del campo visual. Por su lento crecimiento, una
alternativa es el seguimiento clínico, con campo visual y
resonancia magnética.
Tumores Astrocíticos y oligodendrogliales Grado II
OMS
Son tumores astrocíticos y oligodendrogliales G II OMS el
astrocitoma difuso y el oligodendroglioma.
Astrocitoma difuso
Existen numerosos artículos con análisis volumétrico
que reportan que la resección extensa de estas lesiones
prolongaría las expectativas de vida (1,2).
Por otra parte se ha reportado que estas lesiones tienden
a aumentar su grado y se malignizan a través del tiempo
(3,4). Estos argumentos justifican que en aquellos
pacientes en que se diagnostica un astrocitoma difuso
se debería intentar una resección lo más amplia posible,
evitando producir un déficit neurológico irreversible.
Para alcanzar esta meta, es preciso establecer la relación
del tumor con zonas corticales y profundas de impor-
tancia funcional. La Resonancia Magnética funcional nos
permite tener un acercamiento al área motora, lenguaje
expresivo y lenguaje comprensivo, información que es
usada en la planificación operatoria. La neurofisiología
intraoperatoria permite establecer la ubicación del área
cortical motora, de lenguaje expresivo, comprensivo y
área visual. La estimulación profunda permite establecer
vías de importancia funcional. El reconocimiento de estas
estructuras durante la intervención quirúrgica permite
preservar función neurológica y realizar resecciones más
amplias. La instalación de un nuevo déficit es posible
cuando se trabaja en el margen de un área funcional del
cerebro, no obstante gracias al fenómeno de plasticidad
neuronal y a una sobrevida prolongada, estos déficits
tienden a ser recuperables. Las imágenes intraoperato-
rias también ayudan a lograr un mayor grado de resec-
ción. Nuestro grupo usa rutinariamente la Ultrasonografía
Intraoperatoria y la Resonancia Magnética inmediata con
el objetivo de completar una resección incompleta, si es
necesario.
Oligodendroglioma
Cirugía.
Como en el astrocitoma difuso, la mayor resec-
ción posible, evitando generar un déficit permanente, es
el objetivo del tratamiento. El grado de resección nueva-
mente se correlaciona con las expectativas de vida y el
periodo libre de enfermedad, entendido como el lapso
sin un nuevo déficit o sin progresión del tumor. Las consi-
deraciones conceptuales y prácticas en relación con la
identificación y preservación de funciones cerebrales son
similares.
TERAPIAS SISTÉMICAS
La quimioterapia se ha empleado en astrocitomas difusos
grado II, oligodendrogliomas y oligoastrocitomas, en caso
de resección incompleta o en el momento de una recu-
rrencia.
Los tumores con componente de oligodendrogliomas
tienen mayor respuesta a la quimioterapia. El tratamiento
clásico ha sido la combinación de procarbazine, CCNU y
vincristina (PCV) con la cual se logran respuestas de 60
a 70% con mediana de tiempo a progresión de 12 a 18
meses (5).
En pacientes con enfermedad recurrente en una serie de
sólo 46 enfermos se reportaron respuestas en el 61% con
temozolamida y en el 35% se logró una estabilización de
la enfermedad lo que eleva el control clínico a 96%. La
mediana de duración de la ausencia de progresión fue de
22 meses y a los 12 meses el 76% estaba sin progresión.
La toxicidad, especialmente hematológica fue muy baja
(6).