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Los Adenomas Hipofisiarios (AH) corresponden a lesiones

tumorales primarias del parénquima de la glándula hipofi-

siaria.

EPIDEMIOLOGÍA

Analizados desde el punto de vista epidemiológico, en las

últimas décadas se ha observado un aumento de la preva-

lencia de estas lesiones, dado principalmente por el aumento

de los estudios con imágenes – especialmente la Resonancia

Nuclear Magnética (RM)- y el consecuente diagnóstico de

lesiones en estadío subclínico (2–4).

La prevalencia estimada en un meta-análisis reciente fue

de 16.7%, que fluctuó entre 14.4 y 22.5%, dependiendo si el

análisis fue realizado en series

post-mortem

o de imágenes (4).

PATOGENIA

En su patogénesis, los adenomas hipofisiarios corresponden a

neoplasias benignas originadas por proliferación monoclonal,

que se originan en una célula del parénquima de la adeno-hi-

pófisis. Del punto de vista de la tumorogénesis, el oncogen

gsp es el más relevante. Existe una lista de oncogenes y genes

supresores de tumores que se han demostrado influir en el

proceso de génesis tumoral (AIP, MEN1, p53, PRKAR1A, etc.)

(5).

En forma ocasional, 4-5% de los casos, los adenomas hipo-

fisiarios pueden presentarse en un contexto de enfer-

medad familiar. Los síndromes clínicos más reconocidos

son la Neoplasia endocrina múltiples tipo I (NEM-1),

Complejo de Carney y los Adenomas Pituitarios Familiares

Aislados (FIPA) (5).

Existen diferentes formas de clasificar los adenomas hipo-

fisiarios. La primera tiene su origen en la característica

sui generis

de estos tumores de secretar hormonas. Por lo

tanto la primera forma de dividirlos es en

funcionantes

y

no funcionantes.

El término de adenoma funcionante

se refiere a la producción en exceso de hormonas hipo-

fisiarias que producen los Síndromes de Hipersecreción.

Los clínicamente más frecuentes son el Síndrome de

amenorrea-galactorrea, la acromegalia y la Enfermedad de

Cushing. Otros síndromes menos frecuentes son el hiper-

tiroidismo secundario y el hipergonadismo secundario

(excepcional). El otro grupo de tumores se catalogan como

no funcionante o no secretores. En estricto rigor, eso no

es tan cierto, ya que la mayoría de estos tumores secretan

hormonas, pero que del punto de vista molecular, son

biológicamente inactivas por lo que no se expresan clíni-

camente (1).

Otra forma de clasificar estos tumores es por su tamaño.

El término

microadenomas

se refiere a los tumores cuyo

tamaño es menor a 10mm, y los

macroadenomas

aquellos

cuyo tamaño es mayor a 10mm (1).

Muy recientemente, la Sociedad Americana de Neurocirugía

(Congress of Neurological Surgeons

), publicó en la revista

Neurosurgery las guías de manejo de los adenomas no

funcionantes, basadas en una revisión de la literatura según

los criterios de medicina basada en la evidencia. Algunas

de las recomendaciones son de nivel II y la mayoría de

nivel III (6), correspondiendo a un Grado de Recomenda-

ción C. Se procederá a comentar los diferentes aspectos

del manejo de esta patología basado en la práctica del

autor (7) y se incluirán las recomendaciones entregadas

por estas guías (4).

PRESENTACIÓN CLÍNICA

La presentación clínica de los adenomas hipofisiarios es muy

variable y va a depender del tamaño de la lesión, su configu-

ración y si es o no secretor de hormonas hipofisiarias.

En el caso de los adenomas no funcionantes, muchas

veces estas lesiones son asintomáticas y se pesquisan en el

contexto de un estudio por imágenes de cefalea o de trauma

craneal (8,9). A medida que el tumor crece, los síntomas

están relacionados con el efecto de masa del tumor sobre

las estructuras vecinas. La cefalea es un síntoma frecuente

de presentación, sin embargo, no siempre existe corre-

lato entre el tamaño del tumor y la magnitud de la cefalea.

Posteriormente, al crecer, el tumor comprime la glán-

dula hipofisiaria, tallo hipofisiario, el quiasma óptico y las

estructuras del seno cavernoso. Al comprimir la glándula

hipofisiaria, produce hipofunción de las hormonas que esta

secreta. La alteración es progresiva, y hay un relativo orden

de vulnerabilidad de los diferentes ejes. De esta forma, en

orden creciente, los ejes que se afectan son el somatotropo,

gonadal, tiroideo y finalmente adrenal (1). El eje mamo-

tropo es el único que se estimula con el crecimiento del

tumor, ya que al comprimirse el tallo hipofisiario, se suprime

la inhibición hipotalámica de los prolactotropos, con un

aumento secundario de la prolactina (efecto tallo). En este

caso, cuando la compresión del tallo es por un macroade-

noma no funcionante, la hiperprolactinemia no supera los

200ng/dl. Por lo tanto, los síntomas de compresión y rela-

cionado con la disminución de las hormonas son: amenorrea

en las mujeres, baja de la líbido, cansancio, fatigabilidad,

intolerancia al frío. En el caso de la hiperprolactinemia, el

efecto es amenorrea y galactorrea en las mujeres y en lo

hombres produce hipogonadismo debido a la inhibición de

la liberación de la GnRH en el hipotálamo.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(3) 409-419]