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VIRUS ONCOLÍTICOS

El uso de virus que producen lisis celular con tropismo selec-

tivo para las células gliomatosas produciría su efecto antitu-

moral no sólo por destrucción directa de las células tumorales

sino también por una activación del sistema inmune al exponer

antígenos intracelulares previamente ocultos y combinarlos con

antígenos virales favoreciendo su inmunogenicidad. La impor-

tancia de esta inmunoestimulación es tanto o más relevante

que la destrucción directa por lisis de las células tumorales. La

principal desventaja de este enfoque es que se requiere inyectar

los virus directamente en el tumor mediante una intervención

quirúrgica.

Los virus utilizados para este fin son agentes modificados por

ingeniería genética para que mantengan su capacidad de repli-

cación e infección pero que lo hagan en forma selectiva para

las células tumorales, respetando a las células normales. Un

ejemplo de esto es el virus polio modificado PVSRIPO que ha

mostrado resultados promisorios en estudios preliminares (30).

El receptor celular para virus PVSRIPO corresponde a CD155,

también llamada nectl-5, una molécula de adhesión que está

sobre-expresada en tumores neuroectodérmicos especial-

mente en sus células troncales tumorales (

“tumor stem cells

”).

Por otro lado, el virus ha sido modificado alterando un segmento

de su genoma que es crítico para iniciar la traducción de sus

proteínas en las células eucarióticas normales (se ha reempla-

zado su IRES (

internal ribosome entry site

) por el de un rinovirus);

como resultado, el virus es incapaz de replicarse en neuronas

normales y no es patogénico; sin embargo, el virus mantiene

su capacidad de multiplicación y de lisis en las células neoplá-

sicas porque en ellas está alterada la regulación de la traducción

de las proteínas virales y entonces ésta continúa ocurriendo a

pesar de la modificación del IRES (31). Otros virus oncolíticos

que están siendo estudiados clínicamente corresponden a virus

modificados genéticamente del tipo herpes simplex, parvovirus

y adenovirus (32-34).

TERAPIA GENÉTICA

La terapia genética antineoplásica consiste en introducir

genes en el tejido tumoral para así obtener el efecto deseado.

Podemos clasificar las diversas estrategias usadas para este fin

en tres tipos:

1. introducción de genes suicidas.

2. introducción de genes que potencien la respuesta inmune

antitumoral.

3. Introducción de genes supresores de tumores que restauren

el control de la multiplicación celular y la apoptosis.

Para la introducción de estos genes se requiere inyectarlos

directamente en el tumor mediante un procedimiento quirúr-

gico y para introducir el DNA a las células se usa habitualmente

un vector, como por ejemplo un virus replicación-deficiente con

tropismo selectivo o preferencial por las células tumorales.

Dentro de los

genes suicidas,

el más conocido es el caso

de la

Timidina Kinasa de Herpes Simplex

, enzima que

no existe en las células humanas y que hace que este virus

sea sensible al ganciclovir porque lo transforma en ganci-

clovir trifosfato que es el verdadero metabolito tóxico para las

células que estén sintetizando DNA. La estrategia consiste en

introducir este gen a las células tumorales y luego administrar

ganciclovir, produciendo así la muerte de las células que están

en proceso de replicación; esto tiene además un efecto

“espec-

tador inocente”

consistente en la destrucción de células tumo-

rales adyacentes que no han sido infectadas por el gen. Este

efecto “espectador inocente” es probablemente mediado por la

incorporación de ganciclovir trifosfato liberado desde las células

tumorales infectadas y ya destruidas y también por una activa-

ción del sistema inmune. Un estudio de fase III que usó ganci-

clovir y que se hizo previo a la era de la radio/quimioterapia de

Stupp

, no mostró beneficios de esta terapia al compararla contra

un grupo control; ambos grupos solo recibían cirugía y radiote-

rapia (35). Este fracaso se atribuye, al menos parcialmente, a la

baja eficiencia de la infección, dado que se logró introducir el

gen a sólo un muy bajo porcentaje del total de células tumo-

rales. Para superar este problema se está estudiando múltiples

estrategias: desarrollo de vectores más eficientes, co-infección

con otros genes terapéuticos adicionales mediante vectores

cargados con múltiples genes y la combinación de la terapia

genética con otras estrategias antitumorales (por ejemplo

agregar quimioterapia con temozolomida y/o inmunoterapia).

Existen varios tipos de vectores utilizables para introducir genes

terapéuticos, entre los cuales destaca el uso de retrovirus y de

adenovirus, el uso de sistemas sintéticos como liposomas o

nanopartículas y el uso de células portadoras de genes terapéu-

ticos, especialmente de células de tipo troncal las cuales tienen

especial capacidad migratoria y tropismo por las células glioma-

tosas. Dentro de este tipo de células portadoras se encuentran

las células troncales neuronales y las células troncales mesen-

quimáticas.

Otro de los genes terapéuticos del tipo suicida que están siendo

ensayados, además del de Timidina Kinasa Herpética, está el

de

Citosina Deaminasa

que convierte a la 5-flúorcitocina en

5-fluouracilo. Dentro de los genes terapéuticos potenciadores

de la respuesta inmune destaca el uso de los genes para inter-

ferón B y para Interleuquina 2. Entre los genes supresores tumo-

rales destaca p53 y p16 (INK4a) (36).

Es muy posible que, en pocos años más, la tecnología para este

tipo de tratamiento esté mucho más desarrollada y entonces

se logre superar las dificultades técnicas que hasta ahora han

impedido traducir los interesantes resultados de modelos expe-

rimentales en terapias clínicamente exitosas.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(3) 401-408]