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INTRODUCCIÓN

La utilización del Ultrasonido (US) en medicina, data de unos

60 años. Inicialmente se practicó con inmensas máquinas

confinadas a laboratorios de imágenes y su uso estuvo reser-

vado a radiólogos, cardiólogos y obstetras.

Debido al desarrollo tecnológico y al diseño y comerciali-

zación de máquinas más baratas y portátiles, su práctica se

fue extendiendo desde la consulta del especialista -ya sea

radiólogo o cardiólogo- a la evaluación del paciente en sala

tanto de UCI como de Emergencia por médicos intensivistas

y de urgencia con el fin de resolver interrogantes concretas

y tomar decisiones inmediatas en el manejo agudo.

Las razones de por qué su uso se ha extendido más que

otros métodos de imagen han sido porque es seguro (no

hay efectos colaterales descritos dañinos para el paciente),

es fácil de usar, es portátil y rápido. Básicamente provee

imágenes en tiempo real, que pueden ser interpretadas

incluso online, con impacto inmediato en la terapia.

Hay evidencia que apoya la superioridad del US a través

de la evaluación dirigida a metas concretas por sobre

el examen físico y la clínica tanto para diagnóstico como

apoyo en procedimientos como la instalación de una vía

venosa central (1).

Surge el concepto de

“point of care ultrasonography”

,

es decir un examen mediante el US hecho e interpretado

por el operador en tiempo real y en el lugar donde se

encuentra el paciente. Esta evaluación puede estar enfo-

cada a algún aspecto en concreto por ejemplo volemia y

puede ser repetido según el curso clínicos.

ANESTESIA Y ULTRASONOGRAFÍA

El acercamiento de los anestesiólogos al US ha sido dife-

rente al de los médicos de UCI y de urgencia. Se inicia

con la compleja evaluación en la sala de operaciones

mediante el estudio Ecocardiográfico Trans-esofágico

(ETE) de los anestesistas cardio-vasculares en los años 90,

hasta el desarrollo de la anestesia regional y punciones

vasculares guiada por US durante los últimos 15 años. La

extensión del estudio con US a un nivel más básico y diri-

gido a un enfoque sistémico hecha por anestesistas con

foco en corazón, pulmones y abdomen no lleva más de

10 años.

Este cambio en la manera de usar el US en situaciones de

descompensación aguda ha hecho que los médicos de UCI

como los anestesiólogos lo hayan incorporado en su práctica

clínica (2).

¿Por qué anestesiólogos e intensivistas deberían

dominar el US?

Aunque anestesiólogos y médicos de UCI pueden no ser

expertos en US tienen la ventaja, mediante un examen diri-

gido, de incorporar de inmediato los hallazgos al diagnóstico

y manejo del paciente.

¿Qué tipo de entrenamiento debería ser implemen-

tado?

Ya que no se pretende hacer el examen completo como el

del laboratorio de ecocardiografía, el grado de competencia

promedio de los operadores debe estar claramente defi-

nido así como las situaciones en que este debe llamar por

ayuda a un cardiólogo especialista. Diversas experiencias en

diferentes centros han mostrado niveles de competencia y

entrenamiento con bastante sustento en la literatura (3).

¿Qué beneficio obtiene el paciente?

Una vez definido el entrenamiento y los objetivos de compe-

tencia, se establece tipo de protocolo y dónde se va a poner el

énfasis, es decir en que situaciones clínicas y de qué manera.

Por ejemplo, en estudios trans-torácicos de pacientes en

shock

hay que descartar tamponamiento, falla de bomba,

dilatación de cámaras o hipovolemia (4, 5).

Este enfoque ha llevado a tomar medidas más precoces y proba-

damente con mayor certeza que con la sola evaluación clínica.

Hay protocolos abreviados (

Focus Cardiac Ultrasound

) reali-

zados por médicos no cardiólogos cuya utilidad ha sido

mostrada para ciertas entidades y en ciertas ocasiones y

sobre lo cual ya existe una pronunciación de la Sociedad

Americana de Cardiología (6).

Existe un importante número de publicaciones al respecto

con metodología variada, diferentes grados de preparación

de los operadores, variedad de poblaciones de estudio y dife-

rente tipo de máquinas. Aún así con probada consistencia en

la detección de disfunción sistólica de ventrículo izquierdo

(VI), dilatación e hipertrofia de VI, dilatación de aurícula

izquierda (AI), dilatación de ventrículo derecho (VD), derrame

pericárdico y medición de la vena cava inferior (VCI)(7-9).

En la práctica anestésica se puede hacer evaluaciones ecocar-

diográficas en el preoperatorio, por ejemplo para evaluar

volemia en el paciente de urgencia que va a ser intervenido y

también se pueden evaluar pacientes hipotensos en el pabe-

llón y posoperatorio cuando no hay respuesta esperada a las

medidas habituales.

Revisar este último aspecto de la utilización del ultrasonido

es el foco de revisión bibliográfica.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(5) 727-737]