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uno que también incorpore las variables psicológicas y sociales.
Si bien la aceptación de este marco conceptual y clínico ha
tenido grandes avances en las últimas décadas, la mirada que
interrelaciona el acontecer mental y el corporal,
psique
y
soma
,
tiñe toda la historia de la medicina; encontrándose evidencia
de esto en la cultura egipcia, china y en la sistematización de
las enfermedades propuesta por Hipócrates, por mencionar
algunos ejemplos (1).
La historia más reciente del cuidado psiquiátrico y psicológico
de los pacientes con un padecimiento físico avanza de forma
veloz y sin detenerse durante el siglo recién pasado: desde el
crecimiento exponencial de los avances científicos relacionados
a la etiopatogenia y tratamiento de diversos padecimientos
hasta las consideraciones éticas que trajo consigo el periodo
de la post guerra, impactan en el reconocimiento de las nece-
sidades relativas a la salud mental en el hospital general, lo
que trae consigo la creación de iniciativas que incorporan al
psiquiatra en el quehacer de la medicina clásicamente somática
en un relativo paralelo en distintos lugares del mundo.
DESARROLLO
Uno de los problemas de esta área de interés de la psiquiatría en
la actualidad, es la falta de unanimidad en cómo llamar a este
campo de la especialidad que pone en su centro de atención
al paciente
médicamente complejo
. Es difícil intentar encontrar
el origen preciso del término
psicosomático
, pero se atribuye el
acuñarlo a Johann Heinroth en 1818 (2). Posterior a esto, sería
Felix Deutsch, en los 1920s, a quién se atribuye primer uso de
la combinación
medicina psicosomática
(3). En el caso del título
de
psiquiatría de enlace
, este puede ser seguido hasta el servicio
de psiquiatría del Hospital General de Colorado, en Estados
Unidos (4). Argumentos para el uso de una forma de llamar a la
especialidad por sobre la otra han sido defendidos por distintas
agrupaciones, siendo todas de amplios fundamentos prácticos y
teóricos. Estos pueden ser resumidos en que quienes defienden
la utilización de Psiquiatría de Enlace, ven que la psicosomá-
tica estaría muy próxima a modelos teóricos de causalidad
mental-física ya sobrepasada. Por el otro lado; sus detractores
arguyen que otras especialidades médicas no “enlazan” a las de
sus colegas, trayendo implícitamente un dejo de autoestigma
a nuestra especialidad (5). De forma más práctica, se propone
que la
psiquiatría de enlace
haría referencia a las habilidades y
conocimientos requeridos para tratar la aparición de sintoma-
tología mental referidos desde
settings
médicos y quirúrgicos.
Conocimiento utilizado en evaluar y tratar las condiciones
emocionales y conductuales en pacientes que son referidos
desde estos servicios. Por otro lado, la
medicina psicosomática
la
definimos como el estudio de la relación mente cuerpo dentro
de la medicina (1). Área del conocimiento que abarca no sólo a
la medicina, sino que incorpora a las ciencias sociales. En ésta, es
altamente relevante la evaluación de factores psicosociales que
afectan la vulnerabilidad, curso y pronóstico de cualquier condi-
ción médica que implica la consideración integral del paciente
enfermo y su cuidado, las estrategias psicológicas de preven-
ción, su tratamiento y rehabilitación.
Estas perspectivas nos dan fundamento para integrar todos
estos conceptos, lo que resulta ser suficientemente abarcador
y explicativo a la hora de llamar a esta subespecialidad como
Psiquiatría de Enlace y Medicina Psicosomática.
La creciente necesidad de que los psiquiatras generales
adquieran habilidades específicas para poder manejar al paciente
médicamente enfermo, que van desde el ámbito ambulatorio
hasta el Hospital General, ha abierto la necesidad de generar
una sub-especialidad que garantice la apropiada formación en
esta área del conocimiento.
La Psiquiatría de Enlace y Medi-
cina Psicosomática (PEMP)
, una sub-especialidad cada vez
más relevante para la práctica de la medicina e imprescindible
en la concepción de sistemas de salud con capacidad de reso-
lución de problemas complejos propios del nivel de desarrollo
más avanzados. Integrándose inicialmente en unidades de alta
complejidad como unidades de manejo de SIDA, Oncología,
Trasplantes, Medicina Interna, Neurología, Perinatología, entre
otras para insertarse en el accionar de los equipos de salud en
los distintos niveles de acción. Por lo tanto, nos encontramos
ante un gran desarrollo de ésta en las últimas décadas, como
lo manifiesta la creación del Grupo de Interés en Psiquiatría de
Enlace del
Royal College of Psychiatrysts
del Reino Unido desde
la década de los 80, del siglo recién pasado (6), así como en la
mayoría de los países con sistemas de salud desarrollados. Como
sub-especialidad, ha sido reconocida el año 2003 en Estados
Unidos de América por el órgano rector de las especialidades
de dicho país (
The American Board of Medical Specialties
) (7),
situación que se está replicando en otros países, con distintas
nominaciones y raíces evolutivas. Un ejemplo de ello es que en
la Unión Europea se ha llegado a generar un amplio consenso en
cuanto a la necesidad de contar con planes de entrenamiento
formal para psiquiatras especialistas en el área.
La conjunción de diversas experiencias, así como los aportes
desde las ciencias biomédicas y sociales dan el sustento para
el actuar de esta subespecialidad, que toma las herramientas
de la psiquiatría general; entrevista clínica y detallada psicopa-
tología, para ser puestas al servicio del paciente médicamente
complejo. Algunas habilidades de la psiquiatría clásica, susten-
tadas en la Medicina Basada en la Evidencia quedan a dispo-
sición del exigente medio del paciente somático, para ayudar
a equipos tratantes en la toma de decisiones, pero no limitán-
dose a este único campo de acción. El psiquiatra subespecialista
en PEMP aborda los aspectos psicológicos de la enfermedad
orgánica así como las manifestaciones somáticas de entidades
[PSIQUIATRÍA DE ENLACE Y MEDICINA DE ENLACE, NUEVOS ALCANCES - Matías González, MD, PhD y col.]