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cada persona, social centrada en la justicia, las condiciones de

vida de las personas y los derechos humanos, civil en busca de

bases mínimas que sustenten la convivencia entre personas y la

bioética clínica, centro del presente artículo.

Tradicionalmente se señalan los juicios de Nuremberg, tras la

Segunda Guerra Mundial, como el inicio de una nueva época en

relación a los derechos de los pacientes mediante la elaboración

de una serie de reglas y principios para lo que llamamos hoy el

consentimiento informado así como también en orientaciones

y normas éticas recogidas por la Asociación Médica Mundial (1)

Es a fines de los años sesenta y comienzos de los setenta cuando,

dado el avance tecnológico y la creación de nuevas realidades

clínicas, la judicialización de la actividad y los errores médicos,

en paralelo a la creciente fuerza de los movimientos sociales en

favor de los derechos civiles, hacen necesario replantear la rela-

ción médico-paciente tradicional, asimétrica y paternalista en

busca de una más colaborativa y respetuosa de los derechos de

las personas.

Es en ese contexto que surgen iniciativas como las de Daniel

Callahan quien funda el

Hastings Center

en 1969 sentando las

bases para el estudio sistemático de temas éticos en la prác-

tica médica y el establecimiento de una disciplina que, más

adelante, Potter (2) llamaría Bioética en 1971 y que André

Heeleger y su grupo enriquecerían con los aportes de una

mirada católica y universitaria a través de la creación del

Kennedy Institute of Ethics

en la Universidad de Georgetown y

que Tom L. Beauchamp y James F. Childress cristalizan en su

obra

Principles of Biomedical Ethics

en 1979 proponiendo el

sistema de los cuatro principios básicos de autonomía, bene-

ficencia, no maleficencia y justicia como ejes centrales del

análisis de los problemas éticos en medicina (3).

Los cuatro principios pueden resumirse del siguiente modo:

1. Autonomía:

Se trata de conocer siempre y respetar la

voluntad del paciente cuando ésta existe o inferirla con sus

familiares y cercanos cuando este no pueda manifestarla, así

como respetarla en caso que el paciente se encuentre transi-

toria o definitivamente impedido de emitirla. En psiquiatría

esto es particularmente relevante y da origen frecuente a temas

relativos a evaluación de competencia o capacidad en la toma

de decisiones.

2. Beneficencia:

Buscar siempre lo mejor para el enfermo en

esa situación y ese momento determinado a la luz de sus creen-

cias, sistema de valores, balance costo versus beneficio, expec-

tativas realistas, características y pronóstico de la patología y

buscando mejorar cuando esto es posible, cuidar y contener si

la curación no es posible. Así entendido, dejar de hacer algo,

puede también ser una forma de beneficencia.

3. No maleficencia:

No dañar directa ni indirectamente al

paciente mediante aquella acción u omisión de un procedi-

miento o tratamiento que no esté adecuadamente respaldado

en el beneficio potencial que lo justifica.

4. Justicia:

Se trata de dar a cada quien lo necesario de acuerdo

a los principios de la llamada justicia distributiva que busca

precisamente la equitativa distribución de cargas y beneficios

en la sociedad de manera tal que los bienes sociales se reparten,

pero también las responsabilidades. En salud esto adquiere

particular relevancia con el uso de los recursos económicos

siempre escasos.

El mayor valor de la propuesta de Beauchamp y Childress es que

sus principios, que se enmarcan en la llamada filosofía prác-

tica, buscan establecer acuerdos racionales entre personas muy

diversas, con sistemas valóricos y creencias distintas propias de

una sociedad plural como la que hoy vivimos.

La bioética permite entonces el cambio desde un sistema

normativo y deontológico propio de los códigos de ética profe-

sional médicos a una perspectiva más inclusiva y dialogante no

solo del ámbito médico sino interdisciplinar y más acorde con la

diversidad de sistemas valóricos y perspectivas de cada época

y cultura.

Lo anterior en busca de un cierto acuerdo moral entre los distintos

actores mediante la fuerza y ponderación de cada uno de los argu-

mentos orientados hacia la toma de decisiones en salud.

COMITÉS DE ÉTICA ASISTENCIAL

Tradicionalmente los aspectos éticos en salud se trabajan al inte-

rior de las instituciones y hospitales en los llamados

Comités de

Ética Asistencial (CEA)

y los relativos a innovación e investiga-

ción en aquellos dedicados a la

Ética de la Investigación.

En los últimos años y como complemento de la actividad de los

CEA surgen los sistemas de Consultoría en Bioética cuyas carac-

terísticas también analizaremos más adelante (4).

En el caso de los CEA estos son definidos por la UNESCO

como aquel grupo de personas que “

aborda sistemática-

mente las dimensiones éticas de las ciencias de la salud, las

ciencias biomédicas, las políticas de salud y los casos clínicos

complejos”

Según la legislación chilena vigente los CEA

”son órganos cole-

giados de deliberación de carácter consultivo e interdisciplinario,

creados para analizar y asesorar sobre los conflictos éticos que se

susciten como consecuencia de la atención de salud, para contri-

buir a mejorar la calidad de la atención y proteger los derechos de

las personas en torno a ella”

(5).

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 949-955]