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principalmente psiquiátricas, brinda apoyo y acompañamiento
de salud mental en el proceso de enfermar y mantiene un rol
activo en la capacitación hacia el personal de salud en mate-
rias de nuestra experticia; el
enlace
se hace manifiesto en el
trabajo integrado del psiquiatra como una parte indispensable
del equipo del hospital general, distanciándose del limitado rol
de
interconsultor
.
El diálogo de otras especialidades médicas y la psiquiatría
puede resultar en una primera barrera para el subespecia-
lista en PEMP. El estigma hacia el paciente con un diagnóstico
psiquiátrico así como a la propia especialidad puede profun-
dizar la distancia entre el reconocimiento de los requeri-
mientos de salud mental del paciente y la satisfacción de este.
El modelo de enlace, en que el psiquiatra es
un colega más
por sobre un visitante desde el hospital psiquiátrico ayuda a
disminuir las actitudes estigmatizadoras. Este es un proceso
que va de la mano con los cambios de la malla docente en
que progresivamente se incluyen los aspectos psiquiátricos y
psicológicos en la formación de médicos, la que hoy muestra
e importante avance en cuanto a la necesidad de formación
basada en competencias que incorporan variables que van
más allá del desarrollo exclusivo de un médico experto. Esta
compleja construcción de diálogo entre las distintas espe-
cialidades y los psiquiatras, sumado a los cambios en la malla
docente en pre y post grado, ha permitido un cambio cultural
progresivo de la medicina en relación con su acercamiento y
significación de relevancia del quehacer psiquiátrico/psico-
lógico. Esta percepción de cambio queda de manifiesto en
distintos trabajos que evalúan estos aspectos; un ejemplo de
éstos es una encuesta realizada a los médicos no psiquiatras
de un hospital universitario (8). Los resultados muestran que
los médicos le dan cada vez mayor importancia a los aspectos
emocionales de sus pacientes y, por otro lado, tienen una alta
valoración de los equipos PEMP y su capacidad de resolver los
temas psicosociales de los pacientes, lo que representa un
avance en cuanto a la valoración de otros especialistas por la
labor de los profesionales del campo de la salud mental.
Impresiona que, de forma natural, el actuar del psiquiatra se
ha aproximado al quehacer del hospital general. Tenemos la
fortuna de contar con notables experiencias locales; como el
caso del Hospital José Joaquín Aguirre, que en 1952 desa-
rrolla el primer Servicio de Psiquiatría en el Hospital General
en Chile, con su respectiva unidad de psiquiatría de enlace o la
experiencia del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Temuco,
liderada por el Dr. Martín Cordero entre los años 1969 y 1973:
un servicio de psiquiatría en el contexto del hospital general,
con una importante participación de pacientes, miembros de
la comunidad y el respaldo de la dirección del hospital en la
gestión de este servicio (9). Estas experiencias se nutren a su
vez de muchas otras experiencias de psiquiatras que han desa-
rrollado su trabajo acercándose al hospital general en Chile, así
como del virtuoso y pionero sistema público de salud diseñado
en nuestro país en la década de los 60 para dar cuenta de la
atención integral de los pacientes. Este sistema fue progresi-
vamente desarticulado en los años 70 y luego, parcialmente
reemplazado, por un sistema centrado en el mercado como
agente regulador de un bien declarado derecho básico en
nuestra constitución.
Si bien observamos cómo la psiquiatría se acerca a la labor
conjunta con sus pares de otras especialidades, el progresivo
avance y la consiguiente complejidad de la medicina obligan
a estructurar el conocimiento obtenido en estas décadas de
trabajo. Lamentablemente, lo disímil de la formación de post-
grado en psiquiatría en nuestro país también impacta a la
formación de los psiquiatras generales en el área de la Psiquia-
tría de Enlace y Medicina Psicosomática. A modo de ejemplo, en
el año 2003, el Ministerio de Salud Pública el Programa Acadé-
mico Referencial para la Formación de Especialistas en Psiquia-
tría (10), donde la subespecialidad es mencionada dentro de los
contenidos teóricos (clínica psiquiátrica: Psicología de la Salud y
Medicina Psicosomática) así como en las intervenciones (la inter-
consulta: asesoramiento psiquiátrico y psiquiatría de enlace). No
se profundiza en qué contenidos deben ser incluidos en estos
temas y tampoco se incluye una rotación exclusiva dedicada
a la PEMP, salvo la inclusión del “Programa de Interconsulta y
Psiquiatría de Enlace” dentro del programa de hospitalización
psiquiátrica. Aún más, este Programa Académico Referencial es
en ningún caso obligatorio para las casas de estudio que imparte
la especialidad en psiquiatría y no se recoge dentro de los
criterios para la acreditación de especialidades médicas (APICE
2014). Es por esto que parece de suma importancia la sistema-
tización del saber en esta área de la psiquiatría, tanto como una
subespecialidad formal, así como en contenidos mínimos para
la formación de psiquiatras generales. En esta línea nos parece
muy destacable que desde el año 2016 en Chile se cuente con
el primer programa acreditado por una Universidad para la
formación de subespecialistas en el área (11).
La alta relevancia de esta subespecialidad es demostrable
desde variadas razones como la alta morbilidad psiquiátrica en
ingresos al hospital general, con tasas que alcanzan entre el
27.2% (12) y 38.7% de los pacientes (13,14). Se estima que
idealmente debería atenderse al 10% de los pacientes por
parte del equipo PEMP, pero la evaluación en interconsulta
se encontraría por debajo de este: entre el 1.4 y el 3% de los
usuarios ingresados (15) (Figura 1). En un importante estudio
realizado en el Reino Unido se estudiaron las razones con que
eran referidos los pacientes médicamente enfermos a los servi-
cios de Psiquiatría de Enlace y Medicina Psicosomática dentro
de las que aparecen causas como el delirium y la demencia
así como riesgo en intento suicida, trastornos afectivos, abuso
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 944-948]