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La ASBH define la consultoría ética como un servicio, prestado

por una o un grupo de personas, en respuesta a las inquietudes

del paciente, su familia, el subrogante o alguno de los miembros

del equipo de salud frente incertezas o a un conflicto de valores

en torno a una decisión concerniente su manejo de salud.

El objetivo de la consultoría es mejorar la calidad de la atención

en salud identificando, analizando y proponiendo cursos de acción

posibles para enfrentar los problemas éticos que puedan asociarse

a esa situación clínica en particular. La consultoría ética, como cual-

quier otra interconsulta, responde a un problema específico y su

foco puede estar en cualquiera de los aspectos ya señalados.

A continuación, se describen los principales conocimientos,

habilidades y atributos requeridos para un consultor ético:

A. Conocimientos:

• Teoría ética general

• Modelos de razonamiento moral

• Conceptos y aspectos de bioética

• Información sobre política y sistema sanitario local

• Consensos clínicos relativos a los principales problemas

ético-clínicos

• Códigos de ética

• Legislación sanitaria vigente

B. Habilidades

1. Habilidades de evaluación y análisis

- Identificar y analizar los valores en conflicto.

- Identificar la información relevante, los valores, creencias y

prejuicios.

- Aplicar conocimientos bioéticos.

2. Habilidades de procesamiento

- Decantar la pregunta y ajustar expectativas.

- Organizar y facilitar encuentros entre los distintos actores

(paciente, familia y equipo tratante).

- Reconocer las creencias y tensiones implícitas que subyacen al

problema.

3. Habilidades interpersonales

- Escuchar y facilitar la expresión de ideas, temores o creencias.

- Comunicación respetuosa, comprensiva y empática.

- Permitir la expresión de los puntos de vista morales involu-

crados.

- Permitir una comunicación efectiva

C. Atributos

- Tolerancia, paciencia y compasión.

- Honestidad, trasparencia y autoconocimiento.

- Coraje.

- Prudencia y humildad.

- Liderazgo.

- Integridad.

La consultoría ética debe quedar registrada en la ficha clínica, ser

conocida y estar disponible para todo el equipo tratante. Existen

distintos modelos de consultoría y muchas veces el consultor

puede actuar adicionalmente como un mediador o facilitador

entre las distintas partes involucradas en un conflicto para decidir.

Como señala Beca (14) entre los objetivos de la consultoría está

el que permite identificar y analizar los problemas éticos de los

casos indicados, anticipar o resolver conflictos, ayudar a manejar

y disminuir el estrés moral de profesionales, cuidadores y fami-

liares y orientar mediante las resoluciones propuestas.

Entre sus principales ventajas la consultoría aporta rapidez y

eficiencia a la resolución de problemas ético-clínicos, permite

identificar y anticipar dificultades cuando el consultor es inte-

grado de manera rutinaria a las visitas generales del servicio y

va progresivamente educando a su entorno en las materias que

le competen, así como también puede ir recibiendo elementos

que le ayuden en la identificación de posibles problemas en la

evolución de aquellos pacientes.

En aquellos centros en que se cuenta con más de un consultor

estos pueden incluso ofrecer cobertura amplia y permanente

mediante un sistema de turnos.

Entre las principales críticas que se hacen al modelo de consul-

toría en oposición al de los CEA es que al ser solo un consultor

estas recomendaciones son “observador dependiente” y están

por tanto influidas por el estilo y la especialidad del consultor

(15), así como también pueden carecer de una adecuada deli-

beración propia del trabajo de los CEA.

Los modelos de aproximación clínica de cada consultor pueden

revisarse en la literatura especializada y están definidos ya sea

por sus objetivos, su método o los estilos del consultor e incluyen

roles como facilitador en la toma de decisiones, defensor del

paciente, experto moral, y mediación entre el paciente y su

entorno clínico o familiar o entre estos últimos. (16) En París,

Fournier y su grupo defienden una postura llamada de compro-

miso y que implica el seguimiento y la continuidad en la aten-

ción del paciente desde el momento en que el consultor es

llamado hasta el egreso o incluso la evolución y el fallecimiento

del paciente pasando a ser uno más del equipo tratante (17).

En ciertos aspectos este rol es muy parecido al de la psiquiatría

de enlace.

Está claro que este nivel de exposición debe incluir una adecuada

capacidad de distanciamiento y límites que protejan la salud del

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 949-955]