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Discusión
El año 2007 se promulgó el Decreto Supremo Nº57 del Ministerio
de Salud, a través del cual se incorporó en el Reglamento Sanitario,
la obligatoriedad de incluir etiquetas con el fin de informar a los
consumidores el aporte energético (Kcal), contenido de proteínas
(g), grasas (g), hidratos de carbono (g) y sodio (mg) en los alimentos
envasados. El fabricante debe indicar además, cuál es la porción de
consumo habitual, expresada en gramos, miligramos, mililitros, etc.,
también como unidades caseras o unidades que estima son consumidas
por porción y el número de porciones que contiene cada envase.
El estudio en discusión se refiere al contenido de sodio de los alimentos
etiquetados. Esto es de especial interés, debido a la relación directa
entre una alimentación rica en sodio con hipertensión arterial, con
mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular o coronaria (15).
Este estudio se diseñó con el fin de conocer si los consumidores
encuestados al azar obtienen información del contenido de sodio
de los alimentos procesados. Llama la atención que sólo el 39,8%
de los encuestados reconoció leer regularmente las etiquetas con la
información nutricional. Más de la mitad sólo recurrió a ellas en forma
ocasional y por lo tanto, podríamos deducir que no es claro que utilicen
la información para elegir alimentos más saludables.
Si bien, las personas encuestadas manifestaron una preocupación
generalizada por una alimentación sana, el porcentaje de quienes se
interesan por conocer el contenido de sodio de los alimentos procesados
leyendo las etiquetas, es bajo.
La relevancia de la información entregada por el etiquetado debe
ser clara y precisa, lo que queda de manifiesto por las diferencias en
cuanto a comprensión del etiquetado, valoración de la alimentación
sana y conocimiento del contenido de sodio de los alimentos entre los
grupos que leen, leen a veces y no leen las etiquetas. Queda entonces
en evidencia, la importancia del etiquetado y por lo tanto, la necesidad
de motivar a la población para su lectura.
El sodio se utiliza en muchos alimentos como preservante, por ejemplo,
en los alimentos enlatados, embutidos y precocinados. La mayoría de
los encuestados, según reconocieron, saben la diferencia entre sodio y
sal, pero como no conocen la cantidad máxima de sal sugerida para el
consumo diario, parece dudoso que puedan utilizar la información de
las etiquetas para tener una aproximación de la ingesta adecuada de
sal. Este es un punto relevante, porque la población chilena consume
aproximadamente el doble de lo sugerido por la OMS (3,4).
El estudio muestra la necesidad de impulsar campañas de información
para la lectura y comprensión del etiquetado. También es necesario
estimular a los profesionales de la salud para recomendar a los pacientes
alimentos con un bajo contenido de sodio, ya que más de la mitad de
los encuestados respondió no recibir información en la consulta médica
al respecto. Es importante para la mejor comprensión revisar el tipo y
diseño de las etiquetas, lo que en algunas publicaciones ha reportado
ser útil (16,18).
conclusión
El estudio mostró que la mayoría de los encuestados manifestó su
interés por una alimentación sana. Sin embargo, sólo una minoría,
correspondiente a un tercio de las personas, refirió leer regularmente
las etiquetas de los alimentos envasados. Si bien la mayoría reconoció
la diferencia entre sodio y sal, desconoce la cantidad máxima de
sal para el consumo diario y por último, más de la mitad de los
participantes en el estudio, refirió no haber recibido información
acerca de la importancia de disminuir el consumo de sodio por parte
de su médico.
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(1) 113-118]