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en especial teniendo en consideración su madurez socioemocional y la
capacidad de establecer y mantener vinculaciones sanas, constructivas
y contenedoras. Esto supone capacidad de empatía, compromiso e
involucramiento con el alumno y el grupo curso.
Uno de los grandes problemas que sostiene el
bullying
es la dificultad,
temor o falta de voluntad de los propios docentes y formadores con
respecto a sus capacidades para gestionar conflictos e involucrarse en
los procesos interpersonales que ocurren entre los alumnos. El interés
de los docentes por atender y responder a lo que están viviendo los
alumnos más allá de lo evidente, la disposición a acoger, a interesarse
por escuchar e intentar ayudarlos a encontrar soluciones a sus problemas
interpersonales, marca una enorme diferencia en las dinámicas de los
cursos.
Es necesario que el docente comprenda que es parte de su rol involucrarse
en mejorar y conducir constructivamente las interrelaciones entre los
alumnos. Esto supone acciones intencionales a nivel metodológico que
promuevan la colaboración entre los estudiantes, el conocimiento y respeto
mutuo, la aceptación de las diferencias y la identificación de unos con otros.
Junto con lo anterior, es muy importante crear una cultura de resolución
constructiva de conflictos. Para apoyar a los niños objeto de acoso escolar,
que son rechazados por los pares, es necesario que los adultos se involucren
activamente en las dinámicas interpersonales de los jóvenes, organizando
actividades y favoreciendo experiencias de logro, conexión con otros,
desempeño de habilidades al servicio del grupo y trabajo cooperativo, para
reducir la imagen estereotipada que se ha levantado sobre ellos.
Se ha visto quemodelos centrados en la competitividad y el individualismo
contribuyen a generar interacciones hostiles y desvinculadas entre los
estudiantes, en una dinámica en la que el logro personal se instala como
una meta cuyo logro pasa por superar a otros, o más aún, conseguir que
los demás no logren alcanzar sus propias metas, mediante actitudes de
descalificación, intimidación o comparación. Los modelos competitivos
e individualistas crean inseguridad (39).
Intervenciones escolares
Las intervenciones escolares deben ser de carácter multidisciplinario,
incluyen la participación de profesores, directivos, psicólogos
y eventualmente trabajadores sociales. Se actúa a nivel de
políticas educativas, reglamentos, formación, orientación escolar,
acompañamiento, trabajo con los padres, modelos curriculares y
campañas comunicacionales orientadas al desarrollo de actitudes, en
especial para garantizar que el colegio sea un espacio seguro y libre de
acoso escolar.
Como problemática sistémica que es, para abordar situaciones de
acoso escolar se debe actuar en diferentes niveles con distintos
actores: estudiantes, profesores, padres, autoridades escolares.
Uno de los programas más conocidos y famosos es el Programa de
Prevención de
Bullying
de Olweus, que es un ejemplo de esta estrategia
multidisciplinaria y sistémica. Se trata de una intervención que involucra
todo el sistema escolar. Supone entrenamiento para los profesores,
registro audiovisual de clases y otros espacios, unidades de enseñanza
para padres y alumnos. La evaluación de este programa mostró que era
efectivo para manejar el acoso escolar, logrando un decrecimiento de la
victimización. El Programa de Olweus aborda cuatro dimensiones:
a) La cultura escolar acerca del
bullying
b) Estrategias y medidas dentro del colegio
c) Estrategias y medidas dentro de la sala de clases
d) Estrategias y medidas individuales
La evaluación sobre la efectividad del Programa de Prevención del
Bullying
de Olweus, mostró una reducción del acoso escolar, victimización del 10
al 3,6%, la perpetración del 7,6 al 3,6%, efectividad que permanecía a
los cinco años de seguimiento entre 2001 y 2006. Otros programas en
Noruega y Estados Unidos han mostrado algo similar (4).
Un metaanálisis de programas de intervención para manejar el
bullying
realizado en 2009 por Farrington DP y Ttofi MM en 44
colegios de Estados Unidos, concluyó una serie de elementos que se
asocian con una disminución de la victimización (4). Entre los factores
que mostraban contribuir a la efectividad se cuentan la intervención
mediante programas basados en el modelo de intervención de
Olweus; actividades que involucren a los padres; programas de
intervención prolongados y; la inclusión de múltiples componentes
dentro de la intervención. Entre estos componentes se encuentran
el trabajo con los padres; métodos disciplinarios firmes; utilización
de registros audiovisuales; entrenamiento de profesores en manejo
de clases y de situaciones de hostigamiento; desarrollo de reglas
de curso; tratar el tema del
bullying
por medio de charlas y; como
contenido formativo (derechos del niño), una política
antibullying
dentro del colegio (40).
En el trabajo directo con el alumno intimidado es importante tener
algunas premisas y prioridades:
•
Para lograr aplicar estas premisas se debe escuchar muy bien
al joven, con una actitud no enjuiciadora y sin entregar consejos
apresurados. Se debe intentar entender lo más objetivamente
posible la situación, buscando que se sienta escuchado, contenido
y reasegurado, reflexionando en conjunto sobre las situaciones
que ha experimentado, sus sentimientos, sus creencias acerca de
ella, temores y consecuencias
•
El alumno tiene derecho a estudiar en un contexto seguro y debe
tomar consciencia de ello. De esta manera entiende que el problema
no está en él y que el hostigamiento no es su culpa
•
El siguiente paso es desarrollar una estrategia efectiva para
garantizar la seguridad del alumno, es decir, evitar que la intimidación
ocurra otra vez
•
Es importante involucrar a los alumnos en la búsqueda de alternativas
de afrontamiento y estrategias para detener el hostigamiento y
devolverle la seguridad al joven afectado
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(1) 14-23]