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las realizan los normo-videntes, releva el término “participación”
que reconoce el derecho del niño con déficit visual a tener iguales
oportunidades de involucrarse en situaciones de vida normales.
Es fundamental identificar situaciones o condiciones limitantes
frecuentes en niños/ adolescentes con déficit visuales como son: retraso
en desarrollo motor, manerismos típicos o déficit de socialización dados
por menos uso de la sonrisa, o problemas derivados de la no experiencia
de la gestualidad y del lenguaje corporal. La remoción de barreras
discriminatorias favorecerá la participación integral de estos niños en la
escuela y en todas las situaciones de la vida (9).
Déficit Auditivo
es el déficit sensorial más frecuente. Se refiere a
una disminución de la habilidad para detectar, reconocer, discriminar,
percibir y/o comprender la información auditiva. Se clasifica como un
trastorno de la comunicación por su fundamental importancia para un
desarrollo típico de lenguaje. De acuerdo a su severidad se divide en:
•
Limítrofe (16-25 dB HL)
•
Leve (26-40 dB HL)
•
Moderado (41-55 dB HL)
•
Moderado-severo (56-70 dB HL)
•
Severo (71-90 dB HL)
•
Profundo (>90 dB HL)
Los tipos de pérdida auditiva se clasifican en:
•
De conducción,
por alteraciones del oído externo o medio que
disminuyen la eficiencia con que el estímulo es conducido al oído
interno
•
Sensorial,
no se generan impulsos en la cóclea
•
Neural,
los impulsos neurales no llegan al cerebro por alteraciones
del nervio auditivo, tronco cerebral, vías auditivas centrales
•
Mixtas,
por problemas en oído medio e interno
•
Trastorno auditivo central,
por problemas de procesamiento del
sonido en áreas auditivas del cerebro, que afectan procesos auditivos
complejos
Se estima que 1/1.000 RN tienen sordera sensorio-neural severa a
profunda y que 1-3/1.000 nacen con pérdidas auditivas suficientes
para interferir en forma significativa en la adquisición normal de habla
y lenguaje. La prevalencia general aproximada de grados diversos de
pérdida auditiva en niños, es de 6/1.000; cerca del 40% de los niños
y adolescentes se clasifica como severos o profundos. De los 37.828
niños pertenecientes a una cohorte de seguimiento anual en Estados
Unidos, un 24% correspondió a causas genéticas; un 8,8% a causas
relacionadas u ocurridas durante el embarazo; un 10,5% a causas
postnatales y; 57,8% a causas no precisadas (10).
Dada la enorme importancia de la detección e intervención precoz, el
énfasis se ha puesto en la detección universal de pérdida auditiva en el
recién nacido, utilizando Emisiones Oto-Acústicas (EOA); mientras que
en poblaciones de mayor riesgo, Potenciales Evocados Auditivos (PEA).
Esta vigilancia debe continuar durante el desarrollo, recomendándose
repetir las evaluaciones cuando ocurran desviaciones del desarrollo
típico, en especial en las áreas de lenguaje y de desarrollo social (11). La
identificación e intervención temprana, antes de los seis meses de edad,
en niños sordos o con pérdidas auditivas, produce aumentos de 20 a 40
puntos de percentil en los aprendizajes relacionados a lenguaje, ajuste
social y conducta durante los años escolares (12).
c. Discapacidad Motora
Se define como la dificultad que presentan algunas personas para
participar en actividades propias de la vida cotidiana, que surge como
consecuencia de la interacción entre una dificultad específica para
manipular objetos, acceder a diferentes espacios, lugares y actividades
que realizan todas las personas con las barreras presentes en el contexto
en el que se desenvuelve la persona. Así, más allá de sus limitaciones
o dificultades físicas efectivas, las barreras de un entorno hecho por
y para personas sin discapacidad, condicionarán en el niño o la niña,
una percepción alterada de sus posibilidades reales y una dependencia
absoluta de las otras personas. Se trata más bien de una condición que
emerge producto de la interacción de esta dificultad personal con un
contexto ambiental desfavorable (13).
Un amplio y heterogéneo grupo de condiciones neurológicas afectan la
función motora. De modo general pueden dividirse entre aquellas que
comprometen el sistema nervioso central afectando a la motoneurona
superior y las que comprometen al sistema de la motoneurona inferior
(motoneurona del asta anterior, nervio periférico, unión neuromuscular
y músculo). Condiciones tan diversas como parálisis cerebral, espina
bífida, atrofias musculares espinales, neuropatías, miopatías congénitas,
distrofias musculares, daños secuelares postrauma, accidentes
vasculares o anoxia, provocan grados diversos de compromiso, desde
leves en personas que logran la marcha, pero requieren de ciertos apoyos
que faciliten sus funciones, hasta severos en personas que requieren de
ayuda técnica para lograr un desplazamiento independiente. Muchos
de los trastornos que producen discapacidad motora, se acompañan
también de dificultades del habla, afectando conjuntamente las
habilidades comunicacionales (tabla 2).
La condición que con mayor frecuencia produce discapacidad motora es
la parálisis cerebral,que se define como un trastorno predominantemente
motor, no progresivo y secundario a una lesión cerebral en etapas
precoces del desarrollo. Se acompaña con frecuencia de alteraciones
sensoriales, de la percepción, cognición, comunicación, comportamiento,
epilepsia y problemas músculo-esqueléticos secundarios. Es así que
muchos niños con parálisis cerebral reúnen las condiciones para ser
considerados personas con discapacidades múltiples.
Para favorecer la participación y el aprendizaje de los niños y niñas con
NEE asociadas a discapacidad motora es necesario:
1. Preparar el contexto escolar, identificando y reduciendo las barreras
que obstruyen la participación y el aprendizaje. Se debe trabajar
sobre aspectos relacionados con el ambiente escolar, incluyendo la
capacitación de profesores, el establecimiento de una relación positiva y
[NIÑOS Y ADOLESCENTES CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES - Dra. Isabel Margarita López S. y col.]