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o aplicación de evaluaciones orales. Un aspecto que se debe priorizar es

tener en cuenta los sentimientos de autoestima y de autocompetencia;

el refuerzo positivo a los esfuerzos y logros es una herramienta de alta

eficacia y sin embargo, no siempre utilizada por los profesores. Por otra

parte es relevante la identificación de áreas de competencia, por ejemplo,

en actividades extracurriculares, que brinden al niño las experiencias de

gratificación que en otras áreas le cuesta lograr (17).

b. Trastorno específico de lenguaje (TEL)

Es un trastorno específico del desarrollo caracterizado por un desempeño

menor a lo esperado en las funciones del lenguaje, en ausencia

de deficiencia mental, problemas emocionales, pérdida auditiva y

deprivación psicosocial. En Chile se estima una prevalencia de 4% en

niños entre 3-7 años, con predominio en varones. Si bien se manifiestan

precozmente y se reconocen en la etapa preescolar por la baja

producción de lenguaje, su reconocimiento es más difícil en el período

escolar porque las manifestaciones se hacen menos evidentes con la

edad. Su fuerte asociación con TAp, que afectan áreas relacionadas a

lenguaje (lectura y escritura) y la persistencia incluso hasta la vida adulta

de dificultades fonológico-sintácticas e incluso semántico-pragmáticas,

deben hacer sospechar el diagnóstico de TEL. La sospecha clínica se

complementará adecuadamente con una evaluación fonoaudiológica

por un especialista con experiencia en niños.

En el DSM-5 se funden las categorías de Trastorno Expresivo de Lenguaje

y Trastorno Mixto Receptivo-Expresivo, aludiendo a la presencia de un

continuo entre estas condiciones, que está más de acuerdo con lo

observado en la realidad.

Se recomienda la intervención específica temprana, dirigida a

preescolares en riesgo. Para este efecto se crearon en Chile las escuelas

de lenguaje para niños de entre tres y cinco años, con diagnósticos

de TEL expresivo y TEL mixto, cuya misión es

“entregar los apoyos

necesarios para que los estudiantes superen sus dificultades e ingresen

a la educación regular (Parvularia y Básica) preparados para enfrentar

con éxito el desafío de los procesos educativos posteriores”

(20).

c. Trastorno por déficit de atención (TDAH)

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es la

condición neurobiológica más prevalente en niños y adolescentes

(5,9-7,1%), asociada a importante impacto funcional, personal,

familiar y social. Su diagnóstico es clínico y se fundamenta en una

cuidadosa historia personal y familiar, en un detallado examen físico,

mental y neurológico y en la realización de estudios y evaluaciones

complementarias que apoyan el diagnóstico. Los criterios de diagnóstico

se basan en la identificación de niveles de atención, actividad e

impulsividad inapropiados para la edad de desarrollo y que interfieren en

forma significativa en el desempeño escolar, funcionamiento cognitivo,

habilidades sociales o desempeño ocupacional, durante al menos seis

meses y que se haya iniciado antes de los 12 años de vida. Se incluyen

tres síntomas cardinales distribuidos en dos dominios: inatención e

hiperactividad/impulsividad. Se requiere la presencia de al menos seis

de los nueve síntomas de cada dominio o una combinación de ambos

(inatención-hiperactividad/impulsividad), pero solamente cinco de

nueve síntomas para el diagnóstico en adolescentes y adultos (21). En

el DSM5 se describen especificadores, antes denominados subtipos, que

son: predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo-

impulsivo y combinado.

Un buen proceso de diagnóstico diferencial es fundamental en el

diagnóstico de TDAH.Adicionalmente a la exclusión de patología general

o psicológica que explique las dificultades atencionales, es necesario

identificar la comorbilidad cuyo abordaje deberá incluirse para el buen

éxito de un plan de tratamiento. Asociaciones frecuentes son los TAp,

trastornos de la coordinación motora, trastornos de lenguaje, trastornos

de ansiedad,

tics

y epilepsia. En la sala de clases, tanto inatención como

hiperactividad/impulsividad se manifiestan en disrupciones, ensoñación,

dificultades para el seguimiento de instrucciones y para seguir el ritmo de

las actividades; asimismo es frecuente el impacto en el funcionamiento

social. El tratamiento primario de TDAH es farmacológico, sin embargo,

la aplicación de algunas medidas de apoyo especial en el aula, como

ubicación preferencial, tiempo extra en las evaluaciones o asignación

de par-tutor, pueden ser de gran ayuda. El apoyo coordinado familia-

colegio-profesionales especialistas, al desarrollo de funciones ejecutivas,

aumenta las posibilidades de adquirir estrategias compensatorias

útiles en el presente y en el futuro. La psicoeducación dirigida al niño/

adolescente, a su familia y a los educadores, es un factor protector de

la salud mental.

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE NECESIDADES EDUCATIVAS

ESPECIALES (NEE)

A fines de la década de los 80, junto con producirse cambios

democráticos en buena parte de los países latinoamericanos, se inició

un gran debate en torno al sistema de formación de los recursos

humanos necesarios para las transformaciones estructurales, políticas

y económicas. Se definió que toda la población debe estar capacitada

para manejar los códigos culturales básicos de la modernidad (22).

Las conferencias mundiales sobre Educación para Todos realizadas en

1990 (23) y sobre Necesidades Educativas Especiales desarrolladas en

1994 (24), en conjunto con el Marco de Acción Dakar de 2000 (25),

establecieron las bases para la incorporación del concepto NEE en

las políticas educativas. La Declaración de Salamanca (24) reafirma el

derecho fundamental de los niños/as al acceso a la educación y reconoce

que cada uno de ellos

“posee características, intereses, capacidades y

necesidades de aprendizajes que le son propios”.

Es por ello que:

“Los sistemas educativos deben ser diseñados y los programas

aplicados de modo que tengan en cuenta toda la gama de esas

diferentes características y necesidades.

Las personas con necesidades educativas especiales deben tener

acceso a las escuelas ordinarias, que deberán integrarlos en una

pedagogía centrada en el niño, capaz de satisfacer esas necesidades.

Las escuelas ordinarias con esta orientación integradora representan

[NIÑOS Y ADOLESCENTES CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES - Dra. Isabel Margarita López S. y col.]