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Antibióticos
A pesar de que el tratamiento antibiótico no es de primera línea
en la terapia de EII, algunos medicamentos son frecuentemente
usados en EII, especialmente quinolonas y nitro-imidazoles (48).
Estos antibióticos cumplen un rol en el tratamiento de enfer-
medad peri-anal, fístulas y previniendo el recurrencia de la EC en
pacientes sometidos a una resección intestinal (nitro-imidazoles)
(49). Un curso limitado de metronidazol (Flagyl®) es considerado
seguro y no aumenta el riesgo de teratogenicidad. Actualmente,
es un medicamento categoría B (50 – 52). El metronidazol es
detectable en leche de madres recibiendo la droga, y a pesar de
que no se ha encontrado que en el corto plazo pueda ejercer un
efecto en el neonato, no se recomienda la exposición prolongada
debido a que no existen estudios al respecto (53).
Las quinolonas también son frecuentemente usadas en el trata-
miento de la EC. Debido a que tienen una alta afinidad por el
tejido óseo y el cartílago, teóricamente podrían aumentar el
riesgo de artropatías. A pesar de este factor, no existe evidencia
de este riesgo en humanos pero considerando que existen
alternativas más seguras, es recomendable evitar el medica-
mento durante el embarazo (54, 55). Rifaximina (Normix®,
Ribolac®) es otro antibiótico con uso potencial en la EC. Estudios
clínicos han demostrado que es eficaz en el tratamiento de la
EC (56). Debido a que es un medicamento relativamente nuevo,
no existen estudios del impacto que pueda tener en el feto, y
es clasificado dentro de la categoría C. Considerando que actúa
solo en el tracto digestivo (sin ser absorbido) el riesgo debiera
ser nulo.
Corticosteroides
Los corticosteroides han sido extensamente usados en el trata-
miento de la EII. Debido a los múltiples (y a veces severos)
efectos adversos, su uso en el largo plazo es limitado. La mayor
parte de trabajos en humanos, incluido un estudio prospectivo,
han concluido que no aumentan el riesgo de teratogenicidad
(57, 58). Sin embargo, otros trabajos han descrito un aumento
en la incidencia de paladar hendido (59, 60). Es importante
mencionar de que la dosis usada también debe ser conside-
rada al analizar el riesgo de un afecto adverso. Por ejemplo,
un estudio realizado en pacientes con artritis reumatoidea
demostró que la dosis de prednisona (Bersenm®, Cortiprex®,
Procion®) igual o mayor a 15 mg diarios aumentan significati-
vamente el riesgo de infección intra-uterina y parto prematuro
(61). Otra potencial complicación del uso de corticosteroides
durante el embarazo es el efecto supresor que la droga pueda
ejercer sobre el feto, pero esto no se ha observado en la práctica
clínica. Adicionalmente, existe un mayor riesgo de desarrollar
diabetes gestacional (62).
El uso de budesonida (Entocort®, Budenofalk®) en formu-
laciones orales han sido utilizada como alternativas a los
corticoides orales, pero la experiencia en su uso durante el
embarazo es limitada. En un reporte de casos incluyendo ocho
pacientes recibiendo budesonida, no hubo complicaciones
peri-natales. Sin embargo, se necesitan estudios incluyendo a
un mayor número de pacientes es necesario antes de consi-
derar la budesonida segura durante el embarazo (63).
Los corticoides se encuentran dentro de la categoría C, y su
uso debe de ser considerado en cada caso dependiendo de
los riesgos y beneficios. En aquellos casos en que corticoides
deben ser administrados, se debiera usar prednisona, pred-
nisolona o metil-prednisolona ya que su metabolización en
la placenta es mayor que otras formas farmacéuticas. Existen
estudios hechos en madres recibiendo prednisona o predniso-
lona y se ha encontrado que la concentración en leche materna
que estas drogas alcanzan es baja y amamantar durante el
tratamiento con estos fármacos es considerado seguro (64).
Inmunomoduladores
Azatioprina y mercaptopurina
La azatioprina (AZA) (Imuran®), y mercaptopurina (MP) (Puri-
nethol®) han sido utilizadas en el tratamiento de la EII como
monoterapia o en combinación con agentes biológicos. El
metabolismo de estas drogas es bastante complejo ya que el
fármaco es una pro-droga que puede ser metabolizada hacia
distintos metabolitos dependiendo de múltiples factores,
incluyendo variaciones genéticas entre pacientes. La AZA y
MP pertenecen a la categoría D debido a que estudios en
animales recibiendo AZA parenteral encontraron que la expo-
sición a la droga aumenta el riesgo de varias malformaciones,
incluyendo paladar hendido, malformaciones del sistema
óseo, un sub-desarrollo del timo, alteraciones del sistema
límbico, oftalmológico y urológico (65, 66). Sin embargo, es
importante mencionar que en estos estudios se utilizaron
dosis altas del fármaco y fueron administradas parenteral-
mente (intra-peritoneal y subcutáneo). Estudios en humanos
han comprobado que estas drogas no imponen un riesgo para
el feto. Considerando la evidencia en cuanto a la seguridad de
la madre y el feto, y el hecho de que el factor más peligroso
es la reactivación (o empeoramiento) de la EII de la madre. Se
recomienda continuar el medicamento durante el embarazo.
La lactancia durante el uso de tiopurinas es también una
fuente de debate. Un estudio hecho en Dinamarca inclu-
yendo ocho pacientes encontró que la excreción de MP
en la leche materna es extremadamente baja (
<
0.008 mg
por kg de peso en 24 hr) y solo es detectable dentro de las
cuatro primeras horas después de ingerido el medicamento.
Otro estudio realizado en Austria encontró que los hijos
de madres recibiendo AZA no presentaron un aumento de
la incidencia de infecciones (67). En el mismo estudio, los
autores reportaron que el desarrollo infantil y la incidencia
[Fertilidad y embarazo en pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales - Dr. Andrés Yarur U.]