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[Fertilidad y embarazo en pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales - Dr. Andrés Yarur U.]

de complicaciones en el embarazo en pacientes con CU (16).

En Israel, otro estudio investigó la evolución y desarrollo de

hijos de madres con EII en el largo plazo y los comparó con otro

grupo con madres sin EII (grupo control). El grupo con madres

afectadas con una EII fue observado por una media de 14 años,

mientras que el grupo control fue observado por una media de

12 años. El equipo de investigadores encontró que aquellos

hijos de madres con EII tenían una mayor tasa de anormali-

dades congénitas y de desarrollo del sistema nervioso (19).

La experiencia publicada en Chile es limitada. Existe un reporte

de casos incluyendo 17 pacientes. Del grupo estudiado, la

mayoría de las pacientes se encontraba en remisión, 88% de las

madres tuvo partos de término y complicaciones significativas

solo ocurrieron en pacientes con EII activa (20).

A pesar de que la evidencia muestra una tendencia hacia un

mayor riesgo de complicaciones, este fenómeno está relacio-

nado principalmente al grado de actividad de la EII. Cuando el

embarazo se desarrolla mientras la paciente está en remisión, no

existe diferencias con aquellas mujeres sin la enfermedad (21).

Actividad de la EII en el embarazo

En CU, el consenso es que el embarazo no afecta la evolución

de la enfermedad, a pesar de que descontinuar el tratamiento

farmacológico y dejar de fumar pueden gatillar una crisis

(22). Un estudio en Chile mostró resultados similares (6). En

pacientes que se hayan sometido a una colectomía con crea-

ción de un reservorio y anastomosis íleo-anal, es recomen-

dable evitar partos vaginales a pesar de que la literatura no ha

descrito un mayor riesgo de complicaciones (23).

En pacientes con EC, la influencia que el embarazo tiene

en la evolución de la enfermedad ha sido fuente de debate.

Un estudio realizado en Francia mostró que un grupo de

pacientes con EC presentó mayores índices de actividad el año

antes y posterior al embarazo (24). Es importante mencionar

de que este estudio no consideró el uso de tabaco, el cual

puede afectar el grado de actividad inflamatoria. Otro estudio

describió que pacientes con EC que habían tenido un emba-

razo previo tenían una menor tasa de resecciones intestinales

cuando fueron comparadas a otro grupo de pacientes con EII

sin historia previa de embarazo (25). En otro estudio europeo,

los autores no encontraron ninguna diferencia al comparar

tasas de estenosis o resecciones intestinales. Sin embargo, al

comparar las tasas de crisis, los investigadores encontraron

que las mujeres con EC tenían una menor cantidad de exacer-

baciones de la enfermedad después del embarazo (26). Kane

et al. investigó el rol de la discordancia materno-fetal de HLA

como mecanismo biológico y su potencial influencia en el

grado de actividad en la enfermedad. El estudio demostró

que una discordancia en el loci DRB1 y DQ estaba asociado

con un grado de enfermedad leve y con una mejoría de los

síntomas a largo plazo (27). El tipo de parto recomendado

varía según la presencia de enfermedad peri-anal. En aque-

llas pacientes con compromiso peri-anal, se recomienda un

parto por cesárea (28).

Otro importante tópico que debe ser considerado por el equipo

clínico, es la evaluación endoscópica en pacientes embara-

zadas. Cuando sea posible, estos procedimientos deben ser

diferidos al segundo trimestre o al posparto. El equipo obsté-

trico debe estar involucrado en la evaluación y en la decisión

de efectuar el procedimiento, tomando en cuenta los riesgos

y beneficios, y la frecuencia cardíaca fetal debe monitorizarse

durante el procedimiento. La experiencia efectuando colonos-

copias es limitada, pero es factible realizarlas en forma segura

siempre y cuando el escenario clínico sea apropiado (29, 30).

Las dos variables críticas son la posición de la paciente durante

el procedimiento, la cual tiene que realizarse en decúbito

lateral izquierdo, pero para evitar compresión vascular, se debe

ubicar una almohada bajo la cadera derecha (31). Si se precisa

limpieza colónica, se prefiere el uso de polietilenglicol ya que

es considerado de bajo riesgo. Si es posible, sigmoidoscopías

deben realizarse sin sedación. Cuando se necesitan fármacos

para sedar a la paciente (como en una colonoscopía), propofol

es el agente preferido, siempre con un equipo de anestesia y

obstétrico presente y monitorización fetal. Si propofol no se

encuentra disponible, se puede utilizar meperidina (grupo B

de la FDA), evitando el uso de otros opioides como la morfina o

el fentanilo. Las benzodiacepinas deben evitarse ya que perte-

necen al grupo D y existe evidencia de que su uso está asociado

a teratogenicidad (32).

Otro potencial escenario, es la necesidad de una intervención

quirúrgica para el tratamiento de la enfermedad intestinal o

una de sus complicaciones. En general, las indicaciones para

cirugía son las mismas que en pacientes no embarazadas.

Desafortunadamente, la morbilidad maternal y fetal es alta, y

si es posible, el procedimiento debe posponerse al segundo o

tercer trimestre. Es importante mencionar que si se lleva acabo

la intervención quirúrgica, debe hacerse en la forma menos

invasiva posible. Por ejemplo, en casos de CU fulminante en

donde una colectomía está indicada, se puede realizar una

descompresión colónica, seguida de una colectomía total

después del parto. Este procedimiento se conoce como colos-

tomía en

“Turnbull blowhold”

y consiste en primero realizar una

incisión de entre 7 y 10 CM en la línea media abdominal. Se

realiza una exploración de la cavidad peritoneal para descartar

una perforación intestinal. Un asa de ileo terminal se usa para

crear una ileostomía en asa en el cuadrante superior derecho

del abdomen y luego se realiza una colostomía a nivel del colon

transverso, descomprimiendo el resto del colon (33).