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Recomendaciones
Desde la perspectiva de la eficacia/efectividad y seguridad de
la ECP para las distintas condiciones evaluadas, se establecen
las siguientes recomendaciones:
- Se recomienda la ECP para el tratamiento de la EP en
pacientes en fase avanzada, con síntomas no controlados por
la medicación o con complicaciones por esta. En el estado
actual de conocimientos sobre la evolución de los resultados
a largo plazo, no es posible establecer la superioridad relativa
de la ECP del NST frente a la del GPi o viceversa.
- Aunque existe evidencia de que los resultados positivos
de la ECP del NST son extensibles a pacientes con síntomas
tempranos de la enfermedad (con una edad alrededor de
los 50 años), son necesarios estudios a más largo plazo que
permitan comparar los resultados de esta intervención
temprana frente a los alcanzados en los pacientes en fase
avanzada.
- En el caso de la distonía primaria (generalizada o segmental),
se recomienda la ECP del GPi en pacientes refractarios al
tratamiento farmacológico.
- La evidencia disponible en el caso del temblor esencial
permite la recomendación de la ECP del tálamo en pacientes
refractarios al tratamiento farmacológico.
- La ECP del NAT es una opción a considerar en el tratamiento de
la epilepsia con origen en las regiones temporales, en pacientes
que no han respondido al tratamiento farmacológico.
- No existe evidencia suficiente para recomendar el uso de
la ECP en la distonía secundaria, el temblor producido por la
Esclerosis Múltiple, los síntomas del Síndrome de Tourette o
los trastornos psiquiátricos.
- La cirugía de implante debe ser realizada por equipos
expertos de forma que se minimice el riesgo de EAs. Es nece-
saria una exploración del historial psicológico del paciente y
una monitorización rigurosa de la sintomatología depresiva
tras la intervención.
- Teniendo en cuenta la incertidumbre existente sobre la
evolución a largo plazo (más de cinco años) de las mejorías
alcanzadas, la necesidad de realizar reprogramaciones del
estimulador ante una posible pérdida de eficacia, y sobre todo
la probabilidad de EAs graves que requieran hospitalización,
es necesario realizar un balance de riesgos y beneficios en un
marco de toma de decisiones informada y compartida con
el paciente y sus familiares, en función de las características
clínicas del paciente y de los objetivos terapéuticos deseados.
REFERENCIAS
Perestelo-Pérez L, Rivero-Santana A, Pérez-Ramos J, Serra-
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Cuéllar-Pompa L, Valcárcel-Nazco C, Castilla I, Hilarión-Ma-
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de Evaluación del Servicio Canario de la Salud (SESCS), 2013.
2013.
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(3) 401-403]