Previous Page  93 / 144 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 93 / 144 Next Page
Page Background

373

efecto rápido pero corta duración (81). Sin embargo, esta

mejoría suele ser temporal y, a los pocos meses, se requiere

un enfoque terapéutico distinto con lo que llamamos

terapias “avanzadas”.

Actualmente existen cuatro tratamientos que se pueden

aplicar a pacientes que no son óptimamente controlables

con terapia médica convencional. La tabla 4 recoge estos

tratamientos y sus indicaciones principales.

Del que existe una experiencia clínica más dilatada es de

la bomba de perfusión subcutánea de apomorfina. Se trata

de un dispositivo que aporta de manera continua una dosis

regulable de apomorfina a través de una aguja subcutánea

que normalmente se coloca a nivel del abdomen. Este

tratamiento ha mostrado eficacia tanto en el tratamiento de

la clínica motora de la EP (82) como de las complicaciones

derivadas del uso de levodopa (83), así como aspectos no

motores como el sueño (84), síntomas gastrointestinales

(85) o urinarios (86). Sus principales complicaciones

potenciales son la inducción de síndrome confusional,

alucinaciones y trastorno del control de impulsos, por lo

que debe evitarse en pacientes con alteración cognitiva y

utilizarse con precaución en pacientes con antecedente de

trastorno del control de impulsos; y la aparición de nódulos

subcutáneos en los lugares de punción, para evitarlos se

recomienda variar diariamente la posición de la aguja y

una buena higiene de la zona de punción. Éstos pueden

ser tratados realizando masajes o con ultrasonidos en los

lugares de inyección (87). Otro tratamiento “avanzado” es la

bomba de infusión intestinal de gel de levodopa/carbidopa

(LCIG de su acrónimo en inglés). Tras la realización de una

gastrostomía percutánea para la colocación de una sonda

a nivel del duodeno, ésta se conecta con una bomba de

perfusión que administra de manera continua levodopa en

forma de gel. El fundamento de este tratamiento es evitar

el paso de la medicación por el estómago, permitiendo una

absorción menos errática del fármaco y, por lo tanto, una

estimulación dopaminérgica continua. Basándose en este

mecanismo, la LCIG ha mostrado mejorar las fluctuaciones

motoras y reducir discinesias (88), así como ser eficaz en

el tratamiento de síntomas no motores como el sueño,

la fatiga o síntomas gastrointestinales (89). La principal

limitación de esta terapia son las complicaciones locales

o de funcionamiento del dispositivo como la migración de

la sonda o infección de punto de entrada, que, aunque son

tratables y poco graves, pueden llegar a tasas de hasta el

63% (90).

Un abordaje conceptualmente distinto es la estimulación

cerebral profunda (ECP) de núcleos del cerebro. Tras

mostrar eficacia en el talámo para el control de distintos

tipos de temblor (incluido el temblor de la EP) a principios

de los 90 (91), la estimulación bilateral del NST mostró

mejoría de todas las manifestaciones motoras de la EP (92).

Actualmente, la ECP es un tratamiento aceptado y aplicado

en todo el mundo, y ha mostrado, en ensayos randomizados

y controlados, superioridad frente al tratamiento médico en

cuánto a mejoría de manifestaciones motoras y calidad de

vida (93-95). Por otro lado, la ECP del GPi, aunque tendría

una eficacia menor que la del NST para las manifestaciones

motoras, tiene un mayor efecto directo sobre las discinesias,

que en el caso de la ECP del NST mejoran secundariamente

al decremento de levodopa (96). Aunque se ha considerado

que la estimulación del GPi presenta menor tasa de

complicaciones neuropsiquiátricas, evidencias recientes

ponen en tela de juicio esa conclusión (97, 98). Entre las

posibles complicaciones, las potencialmente más graves

son la hemorragia cerebral sintomática y la infección

del material implantado. Su frecuencia de presentación,

es sin embargo, relativamente baja, con unas tasas del

2,1% y 1,2-15,2% respectivamente (99). La mortalidad

periprocedimiento se sitúa aproximadamente en el

1,1% (99), incluyendo un leve aumento del riesgo de

suicidio especialmente cuando se presenta depresión

postoperatoria (100). Un efecto adverso potencialmente

importante tras la cirugía es la aparición del llamado

“síndrome hipodopaminérgico” que manifiesta en forma

de apatía, depresión y ansiedad y que es secundario a la

disminución de fármacos dopaminérgicos permitida por

la mejoría motora de la estimulación (101, 102). Para

revertirlo es necesario reintroducir o volver a aumentar

las dosis de fármacos con acción dopaminérgica ya que el

aumento de parámetros de estimulación tiene poco o nulo

efecto sobre dicha sintomatología (73).

Finalmente, es posible que estemos viviendo un renacer de

los abordajes cerebrales lesionales para el tratamiento de la

EP gracias al reciente desarrollo del ultrasonido focal de alta

intensidad guiado por RM (HIFU). Este procedimiento, basado

en la realización de termolesiones por confluencia de haces

de ultrasonido en un punto del cerebro guiadas por RM, ha

mostrado ser seguro y eficaz para el tratamiento del temblor

esencial y parkinsoniano con la realización de talamotomía

(11, 103, 104) y, actualmente, se están realizando lesiones en

el NST con resultados prometedores. Las principales ventajas

de esta técnica son que, al no tratarse de un tratamiento

quirúrgico, se reduce drásticamente la invasividad y las

posibles complicaciones derivadas de un acto quirúrgico,

así como la duración del periodo de convalecencia post-

tratamiento, que es virtualmente inexistente. Además, el

ultrasonido permite incrementar la temperatura de la diana

elegida en un rango en que se observa el efecto clínico

transitorio sin provocar una lesión definitiva. Con esto se

[ACTUALIZACIÓN EN LA ENFERMEDAD DE PARKINSON - Dr. Raúl Martínez-Fernández y cols.]