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Sin embargo, independiente de las vías descritas, pueden

coexistir más de un mismo mecanismo de toxicidad en un

mismo individuo. Las diferencias en el metabolismo de

los antiretrovirales puede llevar a un exceso de metabo-

litos potencialmente dañinos cuando los polimorfismos

genéticos afectan las enzimas que los metabolizan (68). El

tiempo de aparición de la lesión puede ser larga (de 2 a 12

meses), lo que plantea problemas para la monitorización

del paciente (69). Estas vías metabólicas complejas pueden

explicar lesiones hepáticas observadas con el uso de INNTR

e IP (70, 71).

Algunos medicamentos pueden potenciar la activación de

los receptores de muerte de células T y/o vías de estrés

intracelular, dando lugar a un aumento del estrés oxida-

tivo (72). En respuesta, los hepatocitos promover meca-

nismos de citoprotección, tales como la formación de

proteínas de choque térmico, que protegen el hígado

contra metabolitos tóxicos (68). Esta respuesta citopro-

tector puede explicar la normalización espontánea de las

enzimas hepáticas que pueden ocurrir a pesar del mante-

nimiento de la terapia ARV (u otros medicamentos, tales

como isoniazida). Por otra parte, el aumento y disminu-

ción de las transaminasas en sangre, después de la inicia-

ción de los medicamentos puede estar relacionado con

un fenómeno de “adaptación”, por lo que las pruebas de

función hepática se normalizan a pesar de la exposición al

fármaco en curso (73).

PERFIL METABÓLICO Y ARVS

Los pacientes con infección VIH presentan un incremento

del riesgo cardiovascular (RCV) no sólo relacionado con los

factores de riesgo tradicionales, sino con otros factores,

tales como: la inflamación crónica causada por el VIH, la

inmunodeficiencia y la posible acción directa de ciertos

antirretrovirales. La relevancia clínica de la dislipidemia en

el manejo de los pacientes con infección VIH radica en el

hecho de que se trata de un factor de riesgo cardiovascular

de primer orden, en parte modificable (74).

Existen determinados ARV que se asocian con un mejor

impacto metabólico sobre otros, encontrando variaciones

incluso dentro de una misma familia. Dentro de la familia

de los INNTR, NVP se asocia con un mejor perfil lipídico que

EFV, en especial por su aumento en los niveles de coles-

terol HDL (HDLc). Este efecto esta mediado por la capa-

cidad de NVP de incrementar la producción de Apo-A1.

ETR y RPV también poseen un mejor perfil lipídico que EFV,

sobre todo en lo referido a los Trigliceridos (TG) y coles-

terol total (CT), con similares efecto sobre HDLc. Entre los

IP, LPV/r se asocia con mayores incrementos de TG y CT que

el resto de los fármacos de su clase. La nueva familia de los

INSTI se asocia a un perfil más neutro, siendo superior al

de EFV en cuanto a TG y CT. MVC posee también un perfil

lipídico neutral y favorable que el de EFV.

Dentro de la familia de INTR, los fármacos que se asocian

con peor perfil lipídico son ZDV y d4T, con mayor probabi-

lidad de hipertrigliceridemia y elevación de CT y LDLc que

el resto de los fármacos de esta familia. 3TC presenta un

efecto neutro sobre los lípidos. TDF se asocia con un menor

incremento de CT, LDLc y TG que ABC (75).(75)

Es por ello que previo al inicio de la TAR se debe valorar el

riesgo cardiovascular de los pacientes, para elegir el trata-

miento más adecuado desde el punto de vista metabólico.

La justificación de modificar la TAR antes del uso de hipoli-

pemiantes debe ser analizado y valorado individualmente,

siempre que no exista riesgo de falla virológica y sin olvidar

considerar que el paciente se expone a los efectos adversos

del nuevo fármaco.

El autor declara no tener conflictos de interés, en relación a este artículo.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(5) 682-697]