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materno de episodios severos y consultas a servicios de

urgencia)

3) Asociación clara y consistente de resfríos comunes con

s sibilancias (el resfriado “le toma el pecho”)

4) Asma y/o rinitis alérgica en los padres o hermanos

5) Se han descartado inicialmente otras enfermedades

Diagnóstico diferencial

La presencia de síntomas respiratorios desde el naci-

miento, con periodos intercríticos mal definidos o inexis-

tentes y con predominio de la hipersecreción sobre la

obstrucción, generalmente sugiere otras causas menos

frecuentes como malformaciones pulmonares, cardiopatías

congénitas, discinesia ciliar, entre otras. Cuando pacientes

preescolares previamente sanos comienzan bruscamente

con sibilancias y tos debe considerarse la aspiración de

cuerpo extraño.

Entre otras causas poco frecuentes de sibilancias de evolu-

ción tórpida, generalmente acompañadas de compro-

miso del estado general o ponderal, están las infecciones

crónicas (TB), fibrosis quística, trastornos neuromus-

culares, secuelas respiratorias de patología neonatal y

algunas inmunodeficiencias. La historia clínica cuidadosa

podrá confirmar o descartar la mayoría, o casi todos, los

cuadros clínicos que causan síntomas relativamente simi-

lares a los del asma en el lactante. La evolución tórpida del

cuadro clínico a pesar de un tratamiento correcto (buena

calidad de los aerosoles, dosis correctas, técnica inhala-

toria correcta, dispositivos espaciadores adecuados, y

adherencia a las indicaciones terapéuticas), es un impor-

tante indicador para iniciar otros estudios electrolitos en

sudor, pruebas de atopia y función inmunológica, fibro-

broncoscopía (biopsia y lavado broncoalveolar), estu-

dios para reflujo gastroesófagico (ph esofágico), esófago

contrastado, ecocardiografía, TAC de tórax, entre otros. Es

altamente recomendable que aquellos pacientes que no

responden adecuadamente al tratamiento, o en los cuales

se sospecha otra patología alternativa, sean derivados

oportunamente al especialista en neumología pediátrica,

quién decidirá la selección y momento de realizar esos u

otros exámenes.

TRATAMIENTO

El objetivo del tratamiento del asma, a cualquier edad,

es lograr el control de la enfermedad con el fin de evitar

exacerbaciones y daño; aunque los lactantes tienen un

bajo nivel de deterioro, tienen un alto nivel de riesgo de

exacerbaciones, algunas de ellas graves (5). Los corticoides

inhalados para el control del asma en niños de 0-4 años

se recomienda como tratamiento de primera línea tanto

para la reducción del deterioro como del riesgo de exacer-

baciones. En general se recomienda su uso por 3 meses

en forma regular y acompañados de beta-2 inhalados de

acción corta según necesidad, con monitoreo del efecto,

administración y adherencia. Una clara mejoría con el

tratamiento y un deterioro al suspenderlo apoya el diag-

nóstico de asma (7). Los beneficios de los CI son mayores

que cualquier intranquilidad sobre los riesgos potenciales

de una reducción pequeña, no progresiva, de la velocidad

de crecimiento o de otros posibles efectos adversos (5-8,

48). Generalmente, la persistencia y recurrencia de los

síntomas de asma en los lactantes, una vez descartadas

otras causas, indican lo mismo que en el niño mayor o

adulto: un asma mal controlada, ya sea por falla de la adhe-

rencia o del tratamiento.

Las dosis recomendadas de corticoides inhalados no consi-

deran la gran retención del medicamento en las aerocá-

maras valvuladas, algunos de ellas pueden retener hasta

el 80% de la masa de partículas finas (

<

4.7µ) reduciendo

drásticamente la dosis entregada al paciente (49), sin

contar con la reducción subsecuente causada por el depó-

sito en vía aérea alta, tráquea y bronquios principales. Un

avance en la aerosolterapia son los aerosoles extrafinos

(1.2 µ) y recientemente se ha sugerido que estos debieran

ser la primera línea en tratamiento del asma en la niñez

por su seguridad y eficacia comparativa (50). Con respecto

al tratamiento con antileukotrienos es sorprendente el

marcado incremento en uso en lactantes con síntomas de

asma en algunos centros latinoamericanos (19), en especial

porque la evidencia no lo apoya. Un trabajo multicéntrico

internacional, randomizado, doble ciego, controlado con

placebo realizado en lactantes con sibilancias recurrentes

demostró que montelukast no fue superior al placebo (51),

lo cual ha sido corroborado por otros autores más recien-

temente (52,53). Por lo tanto y hasta que se disponga de

mayor información científica los antileukotrienos deben

emplearse en casos individualizados y con precaución por

los efectos adversos de tipo siquiátricos descritos en niños

(54,55).

Los antibióticos macrólidos tendrían un rol potencial en el

manejo asma y que sería adicional a sus propiedades anti-

bacterianos; los efectos antiinflamatorios y sus posibles

mecanismos han sido recientemente descritos (56). Se ha

descrito recientemente que la azitromicina podría tener

un rol en el manejo de los episodios agudos o exacerba-

ciones de asma en niños de 1 a 3 años de edad dismi-

nuyendo significativamente la duración de los episodios

(57), además, el uso de azitromicina en niños de 12 a 71

meses de edad y que sufrían de infecciones respiratorias

bajas severas recurrentes reduciría el riesgo de desarrollar

[ASMA DEL LACTANTE: ACTUALIZACIÓN - Prof. Dr. Javier Mallol]

menos frecuentes.