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El único reservorio es el hombre, como flora habitual de

la rinofaringe, principalmente lactantes y preescolares,

estimándose que el 20 a 30% de los escolares y 15 a 20%

de los niños mayores en nuestro país están colonizados

(1,23,24).

La incidencia de la enfermedad neumocócica invasora (ENI)

en la era prevacunación programática en Chile en menores

de 1 año se situaba entre 90.6 casos por 100.000 habi-

tantes. El 40% de estos casos se producía en menores de

6 meses, con una letalidad de 48%. El 2011 se introdujo

en nuestro PNI la vacuna conjugada 10 valente (PCV10).

Al comparar el período prevacunal, años 2007-2010,

con respecto al postvacunal, 2012-2015, se observó una

reducción general de 21.7% del total de cepas confir-

madas de

S. pneumoniae,

y del 61.9% en menores de 2

años (25). De los serotipos contenidos en PCV10, los que

han tenido una mayor disminución son el 5 (80.6%), 1

(74.8%) y 14 (60.8%), sin embargo, actualmente estamos

evidenciando un reemplazo en los serotipos causantes de

ENI, con predominio del 19A, quien aumentó en 66.4%

entre ambos períodos; y del serotipo 3, el cual aumentó

en 128.7% en el mismo periodos, fenómeno descrito en

otros países luego de introducir la vacuna conjugada 7

valente (PCV7), además de un aumento global de la ENI

en adultos (25,26). Nuestro PNI en este momento tiene

incorporada el uso programático de PCV10 en lactantes

fuera de Región Metropolitana, vacuna conjugada 13

valente (PCV13) para lactantes de la Región Metropolitana

y en grupos de riesgo mayores de 2 años de edad y vacuna

polisacárida 23 valente (PPSV23) en adultos. La eficacia en

EE.UU.

luego de la incorporación programática de PCV7 el

año 2000 demostró una caída en la incidencia de infección

neumocócica desde 29.2 en 1998 hasta 17.3/100000

habitantes el 2001, con impacto en la circulación global y

en la disminución de la resistencia antimicrobiana (27,28).

Su inducción de inmunidad comunitaria benefició inclu-

sive a adultos, con caída en la tasa de hospitalizaciones

de un 63%, meningitis en 59% y otras infecciones inva-

soras en 69%. Su mayor impacto ha sido en bacterie-

mias y meningitis. Respecto de su impacto en neumonía,

varios estudios han demostrado que por cada caso de

neumonía bacteriémica prevenida se previenen 12 casos

de neumonía clínica hospitalizada y 7 casos de neumonía

radiológicamente confirmada, por lo que los valores más

bajos de efectividad comparada contra la enfermedad

invasora deben ser interpretados con cautela (27,29,30).

Vacuna polisacarídica 23-valente.

Es una vacuna poli-

valente compuesta por polisacáridos capsulares de 23

serotipos distintos de neumococo: 1, 2, 3, 4, 5, 6B, 7F, 8,

9N, 9V, 10A, 11A, 12F, 14, 15B, 17F, 18C, 19A, 19F, 20,

22F, 23F y 33F. Estos representan a los agentes causales

del 85 a 90% de las infecciones invasoras y también

corresponden en general a las cepas con mayor resis-

tencia a antimicrobianos e incluye todos los serotipos más

prevalentes en Chile. Más de un 80% de los adultos sanos

presentan una respuesta específica de antígeno a las dos

o tres semanas, con distinta magnitud para cada serotipo.

En adultos jóvenes y sanos los anticuerpos persisten como

mínimo 5 años. No es inmunógena en los niños menores

de 2 años y es menos eficaz en los mayores de 65 años y

en inmunosuprimidos. En niños con síndrome nefrótico,

asplénicos e inmunodeprimidos los anticuerpos comienzan

a disminuir a los 3 a 5 años de la vacunación, por lo que en

estos casos se recomienda reforzar la inmunización según

corresponda. La eficacia de la vacuna en la prevención

de ENI ha sido cuestionada en distintos meta-análisis,

por lo que su recomendación está cada vez más restrin-

gida. Respecto de neumonías en el adulto mayor, ensayos

clínicos controlados y randomizados no son consistentes

en demostrar su eficacia, menos aún en quienes padecen

de patologías de base o son inmunosuprimidos. El 50% de

los vacunados presentan efectos secundarios locales leves

(inflamación, induración y eritema en el lugar de la inyec-

ción). En Chile está indicada en los adultos de 65 años

o más. Las coberturas alcanzadas se mantienen subóp-

timas lo que hace necesario establecer nuevas estrate-

gias para mejorar este beneficio. Se administra por vía

IM o subcutánea, una dosis de 0.5ml. En Estados Unidos

se recomienda actualmente que en caso de requerirse la

vacunación en mayores de 65 años, lo ideal sería utilizar

primero vacuna conjugada, 12 meses antes, para luego

aumentar los títulos con un refuerzo de polisacárida,

por el riesgo de que se presente un fenómeno de

hipo-respuesta. Si es que primero se vacunó con polisa-

cárida el intervalo para uso de vacuna conjugada también

sería de 12 meses en este grupo etario. En casos de inmu-

nocomprometidos, asplénicos funcionales o anatómicos,

implantes cocleares, fístulas de líquido céfalo raquídeo, el

intervalo debiese ser al menos 2 meses con la conjugada

y 5 años entre las polisacáridas. No se recomiendan dosis

adicionales a los mayores de 65 años. El antecedente de

reacción anafiláctica tras la vacunación es una contraindi-

cación absoluta para su uso (1,23,31,32).

Vacuna conjugada 10 valente.

Fabricada a partir

de polisacáridos capsulares de diferentes serotipos,

conjugados con proteína D, en ocho de sus serotipos, y

proteínas mutantes no tóxicas de las toxinas diftérica y

tetánica para otros dos serotipos de manera de mejorar su

eficacia en menores de dos años. En el PNI se está utili-

zando a partir del 2011 para niños nacidos desde el 01 de

noviembre del 2010. Inicialmente se administró mediante

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(1) 72-82]