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[VACUNAS E INFECCIONES RESPIRATORIAS - Dr. Rodolfo Villena]

INTRODUCCIÓN

Una de las intervenciones más exitosas en Salud Pública

ha sido la introducción de campañas y programas de vacu-

nación a nivel mundial, logrando reducir e incluso erra-

dicar enfermedades con alta morbimortalidad. Se estima

que gracias a ellas se han evitado más de 3 mil millones

de casos de enfermedades y se salvarán 25 millones de

muertes entre el periodo 2011 al 2020 (1,2). Chile fue

uno de los pioneros en inmunizaciones masivas en lati-

noamérica, con un

Programa Nacional de Inmuniza-

ciones (PNI)

de gran prestigio, el cual forma parte de una

acción conjunta de las naciones del mundo, a través de

la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Orga-

nización Panamericana de la Salud (OPS), para el control,

eliminación y erradicación de enfermedades inmunopre-

venibles que producen alta morbimortalidad en la pobla-

ción. Nuestro PNI está compuesto por un conjunto de

vacunas destinadas a proteger a la población a lo largo

de todo el ciclo vital, cuyo calendario se modifica diná-

micamente acorde a las necesidades epidemiológicas y

acuerdos internacionales (ver Figura 1). Las enfermedades

respiratorias infecciosas son causa relevante de morbi-

mortalidad a nivel mundial, por lo que el desarrollo de

estrategias de prevención a través de vacunas ha sido

una tarea desde los inicios de estas, como ocurrió con el

desarrollo de el bacilo de

Calemette-Guerin

para la tuber-

culosis. Nuestro PNI tiene incorporado varias vacunas que

protegen contra distintas infecciones respiratorias, tales

como neumonía, epiglotitis, gripe, otitis media aguda,

coqueluche, difteria, tuberculosis y sarampión. El objetivo

de este artículo será mencionar las vacunas relacionadas

con la prevención de infecciones respiratorias, con foco en

las incluídas en nuestro PNI.

VACUNAS ESPECÍFICAS

1. TUBERCULOSIS

La tuberculosis (TB) sigue siendo un problema de salud

pública mundial y su control prioridad de salud global.

Corresponde a una infección causada por

Mycobacterium

tuberculosis

, cuya prevalencia mundial supera los 30

millones de personas, con una incidencia de 8 millones

de casos nuevos al año, siendo considerada actualmente

como la primera causa de muerte a nivel mundial por

una enfermedad infecciosa (3). En Chile, su incidencia es

mayor en los extremos del norte y el sur, pero la Región

Metropolitana concentra el 40% de los casos del país (4).

El bacilo de

Calmette-Guerin

es una de las vacunas más

antiguas disponibles utilizadas en la actualidad y la única

licenciada contra tuberculosis. Está constituida por bacilos

vivos atenuados, preparada a partir de cultivos de una

subcepa que proviene de la cepa madre del bacilo bovino

de

Calmette-Guerin.

Ha sido administrada en miles de

millones de personas, siendo parte de distintos programas

de vacunación nacionales en el mundo (3,5). Los meca-

nismos inmunológicos por los cuales induce protección

aún no son completamente comprendidos, por lo que no

se dispone de un correlato de protección confiable, plan-

teándose un rol sobre la maduración del sistema inmune

innato y activación de células T CD4+ y CD8+, generando

células T de memoria central, pero no por un largo periodo

de tiempo, por lo que se perdería la protección dentro

de 15 a 20 años posterior a la vacunación (6,7). Admi-

nistrada ampliamente en Chile desde 1949. Su indicación

actual es en todo recién nacido, mayor de 2 kg de peso, 1

dosis de 0.05 ml, hasta los 12 meses de edad y de 0.1 mL

para los mayores de 1 año, estrictamente por vía intradér-

mica. En Chile no se recomienda vacunar a mayores de 4

años, independiente de su procedencia, ni a menores de

4 años procedentes del extranjero no vacunados con BCG

que tienen planeado estar menos de 6 meses en nuestro

país, excepto que residan en zonas de mayor incidencia

de TB (3). Su nódulo de induración en el sitio de inyección

disminuye gradualmente y es reemplazado por una lesión

ulcerada local que cura espontáneamente dejando una

cicatriz despigmentada plana o deprimida. Las reacciones

locales importantes, abscesos y úlceras extensas, suelen

ser consecuencia de una inadecuada técnica de admi-

nistración, con inyección demasiado profunda. Los test

tuberculínicos deben ser positivos tres meses después del

BCG en el 95% de los casos (8). En situaciones de sobre-

dosis aumenta el riesgo de reacciones adversas locales,

linfadenitis supurativas e inclusive una cicatriz excesiva.

Sus contraindicaciones son las generales de todas las

vacunas; cuando clínicamente existe enfermedad tuber-

culosa; personas con inmunodeficiencias congénitas o

adquiridas; neonatos con menos de 2kg de peso al nacer

o pacientes con desnutrición grave y niños con enferme-

dades cutáneas generalizadas (3).

Las vacunas BCG proveen una robusta protección contra

mortalidad por meningitis y TB miliar en la infancia, sin

embargo su impacto en TB en adolescentes y adultos,

donde se concentran los casos, es altamente variable,

con una protección global del 50%, por lo que su inmu-

nogenicidad y eficacia son objeto de controversia, lo que

ha motivado el desarrollo científico en miras de obtener

nuevas vacunas para ello. Técnicas biotecnológicas y de

genética molecular se han desarrollado para permitir

avanzar en este aspecto, como vacunas de subunidades

(mezcla de proteinas de M tuberculosis); vacunas DNA;

vacunas que utilizan vehículos virales; vacunas recombi-

nantes BCG (inserción de genes foráneos o sobreexpresión