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[TRADUCCIÓN: CÓMO PREPARARSE PARA LA AVALANCHA GERIÁTRICA QUE SE VIENE-UN CAMBIO DE PARADIGMA EN... - James Ducharme MD CM, FRCP]
pacidad para cuidar a nuestros adultos mayores se transfor-
mará cada vez más en una carga más pesada para nuestra
sociedad ya que surgen complejidades médicas y sociales.
Pueden surgir soluciones no relacionadas con la hospitaliza-
ción. Estudios demuestran que algunos Servicios de Urgencia
han evaluado situaciones al interior de los hogares cuando
han atendido pacientes y han iniciado acciones de apoyo a la
comunidad en vez de transportar a los pacientes a las unidades
de urgencia (3). Un centro médico de libre acceso con un
equipo multidisciplinario podría manejar problemas médicos
actuales y futuros, evitar otros y simultáneamente organizar
soluciones en el hogar y en la comunidad para los adultos
mayores. Los pacientes asignados a las unidades de urgencia
podrían ser enviados de vuelta a este tipo de centro médico
para continuar con la atención y obtener el apoyo necesario
en vez de ser admitidos en camas de cuidados intensivos. Esto
requeriría una modernización de los modelos existentes de
cuidado de la salud, ya que ningún sistema ha incluido todas
las disciplinas paramédicas y sociales que se requieren para los
adultos mayores en su infraestructura de cuidado universal. La
educación de los pacientes y sus familias sobre cómo prepa-
rarse para las necesidades de los mayores, necesita integrarse
a un nuevo modelo de cuidado de la salud que priorice la
anticipación y la prevención
. En Sudamérica, dicho debate y
preparación pueden adelantarse a la avalancha geriátrica que
se viene; en Norteamérica ya es demasiado tarde. El compro-
miso ha sido nuevamente adaptar la unidad de urgencia a este
nuevo paradigma.
Mientras la deuda gubernamental sube, el PIB se estanca
o baja, al tener una población que envejece. Lo anterior,
combinado con una lista de medicamentos cada vez más
cara, hará que los gobiernos enfrenten un muro finan-
ciero. El cuidado de la salud en la vejez deberá convertirse
en un objetivo financiero responsable, con el enfoque más
rentable posible –prevención más que cuidado reactivo-
transformándose en el modelo base. Mantenerse saludable
durante el mayor tiempo posible en vez de gastar dinero
en enfermedades cuando éstas ocurren, debería ser la
norma. Debemos dejar de gastar grandes cantidades de
dinero en los últimos 6-12 meses de vida de una persona,
como ocurre actualmente. Centros de salud que apoyen a
los adultos mayores en sus últimos años de vida debieran
compensar la incapacidad de la población más joven en
disminución por hacerse cargo de la población cada vez
grande de adultos mayores. Sería aconsejable instalar el
debate en la sociedad sobre lo que
debería
hacerse y lo
que puede hacerse. Sea donde sea nos lleve ese debate, las
consecuencias de una población que envejece serán que
adultos mayores enfermos igual tendrán que atenderse en
algún lugar. Actualmente en Estados Unidos, los mayores de
75 son el grupo etario con el mayor número de visitas a las
unidades de urgencia (4). En Norteamérica, ese punto de
entrada a “algún lugar” se ha convertido por defecto en la
unidad de urgencia. En los países que carecen de servicios
de atención primaria, se corre el riesgo de que el impacto
de las unidades de urgencia sea aún más dramático.
Independientemente del sistema de salud, la unidad de
urgencia recibirá cada vez más adultos mayores enfermos y
lesionados. Así como la unidad de urgencia se ha adaptado
a los paradigmas mencionados arriba, también debe adap-
tarse a este paradigma de una población que envejece. Tal
como están las cosas, es muy probable que la gran mayoría
de médicos urgenciólogos, no estén bien preparados para
manejarse con las complejidades de la medicina geriátrica,
los cuales han tenido objetivos de formación inadecuados
durante la residencia (5). El cuidado médico no puede sepa-
rarse fácilmente de las necesidades físicas y sociales de
los adultos mayores, de modo que la unidad de urgencia
tendrá que construir una infraestructura que pueda abordar
todas las facetas del cuidado oportunamente. Si el sistema
de salud no desarrolla en forma simultánea un sistema de
apoyo externo al centro médico, la unidad de urgencia
corre el riesgo de verse colapsada y saturada, llegando a
niveles disfuncionales, debido exclusivamente a demandas
no-médicas
de los adultos mayores.
Especial cuidado debe ponerse en crear una unidad de
urgencia amigable que incluya lo siguiente:
1) Lograr compras de todos los accionistas involucrados.
2) Manejar las necesidades del paciente geriátrico de
urgencia sin caer en la derivación excesiva o en estadías
prolongadas en la unidad de urgencia.
3) Permitir el normal flujo y funcionamiento de otros grupos
etarios –reservando espacio para un grupo etario determi-
nado sin limitar severamente el espacio para otro grupo de
pacientes con mayor necesidad en dicha unidad.
4) Unirse con el centro médico y sistema que estarán adap-
tados para pacientes geriátricos con una unidad de cuidados
intensivos, y realizar procesos para una rápida transición
de regreso a la comunidad con el objeto de ingresar en
servicios de cuidado temporal, otros tipos de cuidado y en
centros de cuidados a largo plazo.
Para casi todos los países, excepto Estados Unidos, el concepto
de una unidad de urgencia geriátrica (GED, en inglés) no es
una estrategia de marketing destinada a incrementar los
ingresos de dicha unidad y del centro de Salud correspon-
diente. Más bien es un programa con necesidades específicas